"La salvación de nuestro mundo se encuentra en el corazón de las personas, en su humildad, responsabilidad y capacidad de reflexión". Vaclav Havel
25 de noviembre de 2008
Romance de las Manolas
Hacía yo primero de carrera y pasando un fin de semana cerca de Anzánigo,una localidad situada al norte de la ciudad de Huesca, entre los Mallos de Riglos y el Embalse de La Peña, escuché recitar, por primera y única vez en mi vida, este precioso poema de García Lorca. Quien lo hacía era un joven matemático despistado y peculiar que ponía un sentimiento y una pasión singulares.
Cuenta algún experto que las Manolas eras tres hermanas pianistas muy conocidas en la ciudad de Granada; la verdad es que si uno lee la poesía acaba pensando que estas Manolas hacían algo más que tocar tal instrumento, pero da lo mismo, la realidad es que esta poesía tiene toda la fuerza y el encanto de todas la creadas por el gran poeta granadino.
Granada, calle de Elvira,
donde viven las manolas,
las que se van a la Alhambra,
las tres y las cuatro solas.
Una vestida de verde,
otra de malva, y la otra,
un corselete escocés
con cintas hasta la cola.
Las que van delante, garzas
la que va detrás, paloma,
abren por las alamedas
muselinas misteriosas.
¡Ay, qué oscura está la Alhambra!
¿Adónde irán las manolas
mientras sufren en la umbría
el surtidor y la rosa?
¿Qué galanes las esperan?
¿Bajo qué mirto reposan?
¿Qué manos roban perfumes
a sus dos flores redondas?
Nadie va con ellas, nadie;
dos garzas y una paloma.
Pero en el mundo hay galanes
que se tapan con las hojas.
La catedral ha dejado
bronces que la brisa toma;
El Genil duerme a sus bueyes
y el Dauro a sus mariposas.
La noche viene cargada
con sus colinas de sombra;
una enseña los zapatos
entre volantes de blonda;
la mayor abre sus ojos
y la menor los entorna.
¿Quién serán aquellas tres
de alto pecho y larga cola?
¿Por qué agitan los pañuelos?
¿Adónde irán a estas horas?
Granada, calle de Elvira,
donde viven las manolas,
las que se van a la Alhambra,
las tres y las cuatro solas.
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6 comentarios:
Hace tres días, un viejo amigo que vive en Granada, en el último edificio de la calle Elvira según se llega de la Plaza Nueva, justo encima de la que fue casa de San Juan de Dios, me dijo: " Mira, Tintin, el sur es donde mejor se vive, no lo pienses, es mil veces mejor que el norte". Yo me quedé pensativo y escéptico mientras veía desde mi ventana decenas de cigüeñas desfilar majestuosas buscando refugio ante el frío barruntado e inminente.Hoy,Modestino, estos cascabeleos lorquianos que compartes, me han evocado ese sur alegre, luminoso y diferente, pero en el que tal vez, tras un rato, no podría vivir con la dignidad y la gracia de un andaluz.
Hasta mañana Modestino
Un encanto total, la portada del libro!
Yo tardé en conocer el sur, me refiero a Andalucía, y una d las primeras cosas que me llamaron la atención es que allí la filosofía de la vida es distinta; no digo que mejor ni peor, sólo distinta.
Y parte de esa diferencia está en que a la vida se le exige menos, en que hay otro ritmo, mucho menos agobiante y en que la gente reserva mucho más tiempo para el arte, para lo popular, para el cachondeo.
Y el resumen de todo eso puede ser, efectvamente, que se vive mejor.
Cuantas veces he pasado Despeñaperros me he sentido como entrando en un mundo diferente y fascinante. Una sensación que en absoluto he tenido ni en Cataluña ni en el País Vasco, en donde sólamente hablan de otra manera.
Opino que el sur y sus gentes, son especiales ...
He pasado alli treinta años de mi vida , toda mi juventud y añoro sus callejas, la poesia con que la gente te habla al oido ...la alegria y colorido de sus buganbillas ...
y ,es que aunque castellana amo el sur y su filosofia de vida
Que recuerdos Modestino, me has traido con este poema. Mi época Granadina, como añoro aquellas calles, Calle Elvira, Plaza Nueva ,Bibrambla y la alegría de sus gentes.
Por cierto, ya descubrí a tu fuente de inspiración:
Modestino: Fue el último de los juristas clásicos que merece citarse como tal, escribió en griego y en latín en la forma simple y clara que querían los maestros postclásicos. Escribió obras elementales destinadas a la enseñanza, unas Instituciones de diez libros (pues no debían ser todos tan elementales).
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