En Tarragona pasé 22 años de mi vida y es una cifra que da para mucho; aunque hubo contratiempos, momentos difíciles y algún que otro disgusto, fueron tiempos felices y el recuerdo que me queda es imborrable, las personas, los sucesos, los lugares espero guardarlos siempre en mi memoria, entre otras cosas porque aspiro a no ser ingrato.
Evidentemente, en Tarragona ocurrieron acontecimientos importantes en mi vida, sucedieron hechos trascendentes para la ciudad y para mucha gente, pero hoy traigo a colación algo mucho más sencillo. Cada año el Colegio de Abogados de Tarragona organizaba, con motivo de la fiesta de San Raimundo de Peñafort, un campeonato de fútbol en el que solían participar cuatro equipos: uno de letrados, otro de jueces, fiscales y secretarios, otro de funcionarios de Justicia y un cuarto formado por miembros de la Policía Nacional. Habitualmente se trataba de jugar al fútbol-sala y recuerdo haber jugado en las instalaciones del Instituto "Martí Franqués", en los campos de la "Ciudad Residencial" y en los del Colegio "la Salle", aunque hubo una ocasión en las que lo hicimos en el mismísimo campo de hierba del "Nou Estadi", lugar donde hace un par de años jugaban los grandes de Primera División: allí daba gusto hasta caerse.
Eran momentos gratísimos; lo de menos era ganar: yo solía jugar de portero y el único trofeo que recogí fue al más goleado .... No solamente había ambientazo en el terreno de juego, sino también fuera de él. Eso sí, los mejores momentos no se producían en el campo, sino en el aperitivo que había después, donde recuperábamos fuerzas al ritmo de buenas cervezas y al amparo de croquetas, tacos de jamón y gambas con gabardina. La cosa no solía quedar allí y caía alguna otra copa más.
Casi siempre ganaban los "polis"; solían ser el equipo más veterano, pero saltaba a la vista que eran los únicos que hacían deporte frecuente. En una ocasión llegamos a la final contra ellos y conseguimos aguantar el primer tiempo, a base de sangre, sudor y lágrimas, con un solitario gol en contra, pero tras el descanso mientras ellos seguían corriendo como si nada a nosotros nos pudo el peso del tabaco, la vida sedentaria y los michelines y acabamos encajando siete goles más.
Creo que ese mismo año viví en directo una anécdota que no olvidaré nunca, no se si el interesado lo recordará y estará dispuesto a admitirla; en el terreno de juego los funcionarios de Justicia se enfrentaban a sus jefes y arbitraba un experto "futbolero" que aparece por estos pagos con apodo de comisario italiano de ficción; el menda estaba de portero del equipo de las "togas" y consiguió sacar de la raya un balón que creo había entrado, ante las reclamaciones de los jugadores rivales, el "refereé", abogado en ejercicio, dijo al defensa que sacaba el balón: "siga señoría, siga" .... los otros sacaban las muelas y el que suscribe cayó como un cuto.
Estos recuerdos quedan íntimamente unidos al de los abogados tarraconenses; creo que puedo presumir de haber tenido una relación excelente con ellos y que les tengo que agradecer su cariño, la paciencia que tuvieron que tener conmigo en estrados en determinados momentos y en algunos casos una entrañable amistad. E, inevitablemente, queda también el recuerdo de los que ya no están: cumplir años y conocer gente trae muchas cosas buenas, pero también supone sentir el dolor de los que se van, algunos antes de tiempo, como Enric, alma de estos partidos y a quien recuerdo uno de los informes en juicio más brillantes que he visto, o Josep, una persona entrañable que siempre tenía una sonrisa y una palabra amable y, muy recientemente, Bernabé, fallecido hace un mes en accidente de coche. Ellos y muchos otros seguro que nos esperan para partidos futuros.
Evidentemente, en Tarragona ocurrieron acontecimientos importantes en mi vida, sucedieron hechos trascendentes para la ciudad y para mucha gente, pero hoy traigo a colación algo mucho más sencillo. Cada año el Colegio de Abogados de Tarragona organizaba, con motivo de la fiesta de San Raimundo de Peñafort, un campeonato de fútbol en el que solían participar cuatro equipos: uno de letrados, otro de jueces, fiscales y secretarios, otro de funcionarios de Justicia y un cuarto formado por miembros de la Policía Nacional. Habitualmente se trataba de jugar al fútbol-sala y recuerdo haber jugado en las instalaciones del Instituto "Martí Franqués", en los campos de la "Ciudad Residencial" y en los del Colegio "la Salle", aunque hubo una ocasión en las que lo hicimos en el mismísimo campo de hierba del "Nou Estadi", lugar donde hace un par de años jugaban los grandes de Primera División: allí daba gusto hasta caerse.
Eran momentos gratísimos; lo de menos era ganar: yo solía jugar de portero y el único trofeo que recogí fue al más goleado .... No solamente había ambientazo en el terreno de juego, sino también fuera de él. Eso sí, los mejores momentos no se producían en el campo, sino en el aperitivo que había después, donde recuperábamos fuerzas al ritmo de buenas cervezas y al amparo de croquetas, tacos de jamón y gambas con gabardina. La cosa no solía quedar allí y caía alguna otra copa más.
Casi siempre ganaban los "polis"; solían ser el equipo más veterano, pero saltaba a la vista que eran los únicos que hacían deporte frecuente. En una ocasión llegamos a la final contra ellos y conseguimos aguantar el primer tiempo, a base de sangre, sudor y lágrimas, con un solitario gol en contra, pero tras el descanso mientras ellos seguían corriendo como si nada a nosotros nos pudo el peso del tabaco, la vida sedentaria y los michelines y acabamos encajando siete goles más.
Creo que ese mismo año viví en directo una anécdota que no olvidaré nunca, no se si el interesado lo recordará y estará dispuesto a admitirla; en el terreno de juego los funcionarios de Justicia se enfrentaban a sus jefes y arbitraba un experto "futbolero" que aparece por estos pagos con apodo de comisario italiano de ficción; el menda estaba de portero del equipo de las "togas" y consiguió sacar de la raya un balón que creo había entrado, ante las reclamaciones de los jugadores rivales, el "refereé", abogado en ejercicio, dijo al defensa que sacaba el balón: "siga señoría, siga" .... los otros sacaban las muelas y el que suscribe cayó como un cuto.
Estos recuerdos quedan íntimamente unidos al de los abogados tarraconenses; creo que puedo presumir de haber tenido una relación excelente con ellos y que les tengo que agradecer su cariño, la paciencia que tuvieron que tener conmigo en estrados en determinados momentos y en algunos casos una entrañable amistad. E, inevitablemente, queda también el recuerdo de los que ya no están: cumplir años y conocer gente trae muchas cosas buenas, pero también supone sentir el dolor de los que se van, algunos antes de tiempo, como Enric, alma de estos partidos y a quien recuerdo uno de los informes en juicio más brillantes que he visto, o Josep, una persona entrañable que siempre tenía una sonrisa y una palabra amable y, muy recientemente, Bernabé, fallecido hace un mes en accidente de coche. Ellos y muchos otros seguro que nos esperan para partidos futuros.
Fotos: www.decimas.es; www.aeds.org
6 comentarios:
Digas lo que digas y te pongas como te pongas, aquel balón no llegó a traspasar por completo la línea de meta, amigo Ronaldinho.
Gracias por este 'post', Modestino. Si me lo propusiera mínimamente, ahora mismo me echaría a llorar recordando aquellos tiempos y a los amigos que se nos fueron.
P.D. Me consta que aquella futbolística tradición se perdió para siempre. Como tantas y tantas cosas....
Los tiempos han cambiado; ahora las cosas se hacen de manera diferente. Antes eramos menos en uno y otro bando, y a lo mejor teníamos unos y otros menos "pampurrias".
¡¡¡He leído un post de fútbol!!!
Lo que tira la tierra, que cuado leo Tarragona me lo trago todo.
Saludos desde Tarraco.
Bonitos recuerdos.
Aquí, ahora, en nuestra tierra, en esta que tú sabes y que está tan castigada por los del “pensamiento” excluyente, estamos intentando abrir una brecha convivencial y simpática. De momento, hemos comenzado con unas cenas que “pa qué”. No es lo mismo que el “furbol”, pero si se quiere reunir a muchos, es lo mejor.
La última, hace un mes, fue estupenda.
Luego hay “bailongo”. Pero ahí ya no me pillan.….
Una cena entre amigos es una manera formidable de llenar el tiempo, de descubrir personas formidables, de pasar un momento estupendo.
muy bonito, sí señor.
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