10 de noviembre de 2008

"El viaje definitivo", Juan Ramón Jiménez



"El viaje definitivo"


…Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.

Todas la tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado.
mi espíritu errará, nostálgico…

Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido…
Y se quedarán los pájaros cantando.



Hay algunas poesías que las aprendes de niño, es el caso de ésta, que aprendí a recitar en mis primeros años de bachiller -cuando el bachiller se comenzaba con 10 años- animado por unos profesores que en el campo de la lengua y literatura siempre fueron de primer nivel.

El poema es una honda meditación sobre la belleza de la vida, a pesar de la muerte. El escritor siente cercano el final de su vida y, con una sencillez que encandila, describe las cosas hermosas que le rodean. En el poema se intuye también la melancolía que embarga a Juan Ramón Jiménez, el recuerdo de los seres queridos que le precedieron en el tránsito final ("... se morirán aquellos que me amaron ...") y la constatación de una realidad que todos comprobamos: la vida sigue y vienen otros ("...y el pueblo se hará nuevo cada año".).

10 comentarios:

sunsi dijo...

El poema. Yo también lo aprendí de memoria.

Te añado otro, que a mí me sirve cuando calibro cuándo debo escribir algo y si lo que escribo es coherente:

" ¡Intelijencia, dame
el nombre exacto de las cosas!
... Que mi palabra sea
la cosa misma
creada por mi alma nuevamente.
Que por mí vayan todos
los que no las conocen, a las cosas;
que por mí vayan todos
los que ya las olvidan, a las cosas...
¡Intelijencia, dame
el nombre exacto, y tuyo
y suyo, y mío, de las cosas!"

Es toda una declaración de un principios: que la palabra se ajuste a la verdad, que el concepto al que te remita no sea equívoco ni ambiguo.

Saludos

Modestino dijo...

He de entender que este poema también es de Juan Ramón.....

Anónimo dijo...

Sí, Modestino, también es de Juan Ramón, y es uno de los más famosos.

El tuyo, mira por dónde, no lo había leído nunca. Me ha encogido las tripas que, ya sabes, soy muy aprensiva.

Juan Ramón nunca me ha gustado. Le reconozco su mérito literario porque todo lo que ha escrito es para Nóbel pero a mí me desagrada su pesimismo, su neura y su neurosis. Me sale urticaria cuando lo leo. Me lo ha prohibido el médico y mi párroco dice que no es apto para espíritus sensibles ;D.

Saludos, brujo.

Modestino dijo...

Caramba Patricia, que directa eres .... urticaria?... un poco demasiado no?;).

Pues a mí sí me gusta, no tanto como Machado, Miguel Hernández, Rosales o Lorca, pero bastante.

Anónimo dijo...

¡La madre qué parió a Panete! (que por cierto, le he buscado en Google, pero no me dan razón de quién fue). Sí, soy muy directa, voy al grano. Lo malo es que puedo parecer antipática. Les sucedió a mis grandes amigos, pero siguieron escarbando en mí y encontraron mi corazoncito.

Me paso, lo reconozco, soy muy bruta, también lo reconozco, pero como diría Pirandello "así soy, si así os parece".

No me sale urticaria. Era broma. Pero Juan Ramón tiene una tristeza que va más allá de la de Machado, algo casi enfermizo. Si fuera a un psicólogo le sacaría algo, bueno, también éstos se pasan analizando a la gente...

Brujo, vaya homenaje que te diste el sábado. Ya lo tengo apuntado todito para pasárselo a uno de mis hermanos que va mucho por tu tierra. Es que estuvo destinado allí e hizo grandes amigos. Me corrijo, su único amigo es de Huesca, de Jaca.

Modestino dijo...

Pues no me pareces ni bruta ni antipática .... para mí directa es la palabra adecuada, y tiene sus ventajas, pues contigo se puede hablar claro. No cambies, que me gustas así.

La oferta gastronómica de toda la provincia de Huesca es excelente, y la del restaurante del que hablé, aún mejor, si cabe.

sunsi dijo...

Modestino. Patricia lleva razón ... Conste que a mí JRJ me gusta. Pero tenía su faceta enfermiza. Una de ellas es que hay tantas versiones de sus poemas como revisiones del propio poeta. Estaba obsesionado con la perfección. Un ejemplo. De repente no le gustó la palabra estío y la cambió por verano en toooodos sus poemas y escritos. Volvía una y otra vez sobre su propia obra. Una especie de egocentrismo que también le llevó a escribir un poema sobre sus etapas literarias. ¿Tal vez para que ningún crítico se atreviera a inventárselas?

"Vino primero pura,
vestida de inocencia;
y la amé como un niño.
Luego se fue vistiendo
de no sé qué ropajes;
y la fui odiando sin saberlo.
Llegó a ser una reina
fastuosa de tesoros...
¡Qué iracundia de hiel
y sin sentido!
Más se fue desnudando
y yo le sonreía.
Se quedó con la túnica
de su inocencia antigua.
Creí de nuevo en ella.
Y se quitó la túnica y
apareció desnuda toda.
¡Oh pasión de mi vida,
poesía desnuda,
mía para siempre!"


Juan Ramón Jiménez

Modestino dijo...

Ahora comprendo porqué he encontrado dos versiones distintas de "El viaje definitivo".

Anónimo dijo...

Ha sido muy acertada tu elección de JRJ, un hombre delicado, hipersensible hasta el extremo patológico, pero que sabía exprimir la belleza de las cosas sencillas de la vida. Frente a Audis A6, cruceros por el mediterráneo, apartamentos en sitios chic e inminentes empachos navideñolaicos pero infestados de regalos, vale la pena encumbrar y recordar a quien se detiene a sentir la belleza de una flor, una pared encalada, o la frescura de un huerto al caer de la tarde.
Si lo sacamos del momento y del contexto, parecerá cursi, pero tu elección me ha llevado a ello.Gracias, Modestino.

quique dijo...

a mí me gusta éste:

Ayer tarde
volvía yo con las nubes
que entraban bajo rosales
(grande ternura redonda)
entre los troncos constantes.

La soledad era enorme
y el silencio inacabable.
Me detuve como un árbol
y oí hablar a los árboles.

El pájaro solo huía
de tan secreto paraje,
sólo yo podía estar
entre las rosas finales.

Yo no quería volver
en mí, por miedo de darles
disgusto de árbol distinto
a los árboles iguales.

Los árboles se olvidaron
de mi forma de hombre errante,
y, con mi forma olvidada,
oí hablar a los árboles.

Me retardé hasta la estrella.
En vuelo de luz suave
fui saliéndome a la orilla
con la luna ya en el aire.

Cuando yo ya me salía
ví a los árboles mirarme,
se daban cuenta de todo,
y me apenaba dejarles.

Y yo los oía hablar,
entre el nublado de nácares,
con blando rumor, de mí.
Y ¿cómo desengañarles?

¿Cómo decirles que no,
que yo era sólo el pasante,
que no me hablaran a mí?
No quería traicionarles.

Y ya muy tarde, ayer tarde,
oí hablarme a los árboles.


Se titula "Árboles Hombres"...se puede hablar mejor de un momento de comunión con la naturaleza? de la angustia que provoca el presentimiento de que se va a producirse un encuentro?

A mí también me gusta Juan Ramón