¿Qué sería de la vida si de vez en cuando uno no recibiera una sorpresa inesperada?, es bien cierto que Dios siempre nos tiene reservado algún detalle, con frecuencia tan nimio e intrascendente como grato, para iluminar el día que a lo mejor se va desarrollando con algún que otro nubarrón. A mí siempre me han gustado los regalos, y no tanto por el valor intrínseco que puedan tener sino por ese binomio tan bonito que forman la capacidad de ilusionarse, el poder disfrutar de unos minutos de agradable expectativa y el regusto interior de sentirse querido.
Por esta razón, la sorpresa y la gratitud se unieron cuando alguien, entrañable y detallista, se presentó el otro día en mi despacho a entregarme, sin previo aviso, un regalo. No se si ilusionarse ante lo que los juristas denominaríamos una "donación gratuita" es señal de que uno se mantiene recalcitrante en la inmadurez de la primera juventud o que aún no ha atravesado la barrera del cinismo y el estar de vuelta de todo que a la que a veces nos lleva el paso de los años, pero confío en que conforme sigan avanzando las canas y las arrugas continúe manteniendo una mínima sensibilidad ante estas cosas. Eso sí, el regalo resultó ser de lo más curioso, toda una puesta en escena de imaginación y originalidad.
El presente iba empaquetado en uno de esos sobres color ocre forrados interiormente de plástico mullido; cuando vi el interior de éste no pude disimular mi sorpresa: así, sin más envoltorio ni explicación, aparecieron dos cintas de celuloide, una más gruesa que la otra, con aspecto vetusto y bien enrrolladitas; quien me entregaba semejante legado me explicó que eran unos rollos de trozos de películas que le había entregado en pago un cliente -quien tenía el detalle ejerce la abogacía- que tenía un familiar -no se si me dijo que era su padre- propietario de un cine, y que durante años fue acumulando las escenas de besos románticos que la censura de la época obligaba a cortar. A partir de esa explicación tuve la certeza de que se trataba de un regalo mágico, de que pasaba a mi poder una especie de tesoro tan original como único.
Presenciando las escenas que contienen estos trozos de celuloide estoy seguro de que quienes lo hagan sentirán una mezcla de ternura y sorpresa, a la vez que no podrán evitar una irónica sonrisa ante el intento, que por entonces era consumado, de impedir la visión de momentos tan dulces como ingenuos: toda una muestra de cómo han cambiado las cosas, una especie de homenaje a la paradoja. Y puestos a imaginar, uno puede intuir que se va a encontrar el beso apasionado de Olivia de Havilland a Errol Flyn en "Robín de los Bosques", la mítica escena en la que Burt Lancaster y Déborah Kerr dejan aparcados los prejuicios clasistas que en la ficción de "De aquí a la eternidad" parecían separar a un Sargento de la esposa del Capitán, los momentos más llamativos de la explosiva relación de Sofía Loren y Marcello Mastroianni en "Matrimonio a la italiana", el romance de cuento entre Grégory Peck y Audrey Hepburn en "Vacaciones en Roma" y el mucho más sensual y menos glamouroso de Glenn Ford y Rita Hayworth en "Gilda".
No se porqué el regalo me recordó "Cinema Paradiso", el delicioso film con el que Giuseppe Tornatore ganó en 1988 cuatro Oscars, entre ellos el que premia a la mejor película de habla no inglesa: porque todos, al menos quienes intentamos -no se si siempre con éxito- no ver films ni leer libros sin prejuicios-, nos sentimos identificados con Toto y emocionados con Alfredo. Eso sí, no tengo ni idea como voy a hacer para conseguir ver esas modestos trozos de celuloide, pero intentaremos salir del paso ... y que no se me olvide, mi agradecimiento y cariño eterno a quien se acordó de mí, no pudo tener mayor acierto.
14 comentarios:
Modestino, me parece un regalo mágico, majíco y de una delicadeza e imaginación impresinantes.
Y...disculpa el atrevimiento pero.. ¿no habría modo o manera de digitalizarlo, y que nos ofrezcas esas imágenes en primicia...?
Gracias, Modestino, oye, y a conservar la capacidad de ilusionarse...que una cosa en madurar y otra pudrirse...
De momento no se ni como poder verlos: solamente tengo unos rollos de celuloide.
No obstante te dejo este enlace que está bastante bien:
http://www.youtube.com/watch?v=4JAZwASljoo
Acabo de añadir a la entrada la escena final de "Cinema Paradiso" que ahora caigo en que era precisamente de recapitulación de besos.
Modestino... Un regalador que te debe de conocer muy bien. "Al jurisconsulto cinéfilo... le regalo esta joya". El día que perdamos la ilusión por un regalo ... colocarán un jarrón con malvas a los pies de nuestro corazón.
Afortunado tú que no has perdido -sospecho que no te va a suceder nunca- esas ganas de abrir un paquete con ganas de conocer su contenido.
Me ha emocionado el espectador del vídeo. Alguna lágrima por algún recuerdo de otros tiempos... nostalgia de la buena que te traslada a situaciones vividas o contadas...
Precioso, Modestino.
Siempre me he preguntado por qué se censura un beso, que es una expresión de amor entre un hombre y una mujer que se quieren...
El espectador del vídeo es el niño portagonista de "Cinema Paradiso" que se ha hecho mayor. Esas lágrimas las soltamos todos cuando nos enfrentamos con recuerdos de nuestra infancia, no tanto por los recuerdos en sí, sino por qué y quienes se relacionan con ellos.
Sí, censurar un beso es absurdo.
¡Gracias, Modestino, me ha encantado!
Que entrada mas bonita!!!!!!! Estoy tan emocionada como Totó!
Seria maravilloso que en esas cintas estuvieran los mejores besos robados de cine... Que curiosidad!
Y que sigas disfrutando con la misma alegria de todos los regalos que la vida te haga:)
Un abrazo Modestino!
Desde luego es un regalo muy especial y para los cineflos ,debe tener gran valor.
No lo pierdas¡
p.d.Tommy, soy la de la Abadia...
Los regalos son un tema que bien valdría su propio post Modestino. La verdad es que producen en las personas sensaciones muy positivas... la alegría e incertidumbre de la persona que lo recibe, el placer del autor del regalo al ver esa alegría en la cara del homenajeado, podríamos decir que si la felicidad se pudiera medir en gotas ese momento equivaldría a un par de ellas. Ahora bien, si encima el regalo es algo de gran valor (simbólico, económico, emocional) como veo es el que has recibido, no me queda más que felicitar al autor del mismo por su acierto (saber regalar es un arte).
Por cierto, los regalos pueden crear adicción; a una persona muy especial para mi le gusta conmemorar cada fecha representativa en su vida (día de su graduación, de su colegiación, etc.) recibiendo un regalito... y los días de celebración cada año van aumentando :-) eso sí, como le falte su regalo se monta la mundial... jeje.
Un saludo Modestino.
Cada año que pasa uno, efectivamente, puede acumular más aniversarios.
Siempre hay regalos excepcionales. Sorpresas inesperadas que nos remueven, aunque a veces no sepamos muy bien qué hacer con ellos. Aun así, se reconocen muy especialmente.
Saludos!!!
Bonito nombre este del clavel. Seguiremos hablando.
¡Qué regalo más bonito...!Por más que discurra no podré regalarte nunca un regalo tan original.Si algún día los puedes ver te propongo una sesión para tus amigos/as de Cajón de Satre.
Y yo que me había perdido este regalo!
Precioso.
Además veo que también el envoltorio tuvo su gracia.
Todo un arte eso del hacer regalos y, sobre todo, el acertar! Veo que te conocen y eso es un detalle, el saberse escuchado.
Me has hecho pensar que esa peli la tengo en VHS y no la vi; habrá que remediarlo.
Un saludo,
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