6 de febrero de 2011

Se ve que el mundo del poder funciona así

Me cuenta un amigo cinéfilo que Otto Preminger tenía la virtud de tratar en sus películas temas de gran calado sabiendo hacerlo con sencillez, logrando que fueran asequibles para el gran público, y no me cabe ninguna duda que ésta es una gran virtud. Es lo que pasa con "Tempestad sobre Washington", un film de principios de los sesenta que nos habla de la política norteamericana, presentándonos cómo funcionan los políticos yankees, con su presidente a la cabeza y mostrándonos las sesiones del Senado como punto de apoyo central del relato. El film tiene un reparto de primer nivel -Henry Fonda, Charles Laughton, Gene Tierney, Walter Pidgeon, Don Murray, Peter Lawford, Burgess Méredith, ...- y Preminger consigue sacarle partido a todos y cada uno de los miembros de este elenco de actores. No resulta nada fácil reflejar en dos horas de película un mundo como el de la política, y el director nacido en vida del Imperio Austro-húngaro lo hace magistralmente, tanto como Charles Laughton, quien en su última película vuelve a demostrar su capacidad de adaptarse a todo tipo de papeles, de poner su peculiar fisonomía al servicio de la calidad cinematográfica.

Y esta película nos pone cara a cara con la realidad de la vida política, pero no la que vemos en la tele o la que muestran nuestros politicos en mítines, visitas o debates parlamentarios "cara a la galería", sino la política que el ciudadano desconoce, las conspiraciones, encerronas, cambios de bando, dobleces y hasta chantajes que protagonizan el devenir de los personajes que viven por y para ésto. No está de más descubrir, aunque sea vía ficción, que hay algo más allá de la sonrisa "Profiden" de Obama, de los discursos brillantes de Sarzoky, de la aparente serenidad de la Merkel o de la pétrea apariencia de Putin. Lo que no podría asegurar es que lo que viéramos nos fuera a gustar y, mucho menos, que nos tranquilizara.

El film está ambientado en el Senado de los Estados Unidos, un país donde la democracia es la tradición, donde no conocen otra experiencia distinta al sufragio universal, a pesar de lo cual si te pones a pensar en lo que pasa, uno llega a cuestionarse hasta que punto nos enteramos de al menos una buena parte de lo que ocurre en la realidad y hasta se estremece viendo como los intereses políticos, el afán con salirse con la suya justifica hasta la destrucción de la persona.

Más allá de la trama concreta de "Tempestad sobre Washington", me planteo hasta que punto los miembros de la clase política están realmente convencidos de las consecuencias del sistema democrático, creen en él y se consideran representantes de los ciudadanos que les votan, porque frecuentemente da la impresión de que los intereses a los que representan no van más allá de los del partido al que pertenecen, o incluso a los de un sector de ese partido o de un grupo de amiguetes. Me parece que sería interesante descubrir a través de un agujerito lo que hablan, lo que traman, lo que conspiran y lo que realmente quieren.





9 comentarios:

sunsi dijo...

Modestino...Menudo post. Para despejarte de un plumazo en una mañana soñolienta de domingo... ¿Es esta la razón por la que a los ciudadanos ya no les interesa el circo de la política? Ya no nos fiamos. Es difícil encontrar personas que crean en la honestidad de los políticos... O en su vocación de servicio a la sociedad.

Seguro que tú sí recuerdas los Pactos de la Moncloa. ¿Qué queda de aquel espíritu de consenso cuyo único objetivo era tirar adelante el país? La prueba está en la movilización social. El ciudadano no cree en los políticos y sale a la calle, reivindica... Teóricamente no debería ser necesario. En el Parlamento están sentados los que nos representan. Pero ya no nos lo creemos. Una vez han colocado sus "dignas posaderas" en su poltrona se olvidan de que están allí porque miles de españoles los han votado...

Perdón por la extensión. Y perdona si suena feo que diga que estoy muy cabreada.

veronicia dijo...

Que razón tienes Sunsi!

Pero la culpa es de todos, que damos a guardar al lobo las ovejas.

Modestino dijo...

Me parece que hay demasiado pol�tico profesional, gente cuya historia personal se limita al trabajo en el aparato del partido, que carece de experiencia fuera de ese mundo.
Y tambi�n los hay que se han acomodado al esca�o y s�lo saben apretar el bot�n de votar y hacer de estomago agradecido.

Brunetti dijo...

Hace ya tiempo que descubrí que la clase política la conforman unas cuantas "familias". No sé si son 900, 4.000 o 9.000, pero tengo claro que son ellas las que se reparten los cargos y los sueldos en todas las administraciones. Los demás, los miramos desde fuera porque no pertenecemos a ninguna de esas "familias". Y ahí está nuestro error: sin quererlo, estamos "delegando" en ellas.

Quieren hacernos creer los políticos que ellos tienen unas miras, unos objetivos, unos ideales que no pueden ser comparados con las de un bedel o un camionero o un encofrador; pero, en realidad, están ahí porque al final de mes necesitan llevar un sueldo a casa.

Y los meto a todos en el mismo saco, sin excepción: desde el Partido Maoísta Revolucionario (si es que existiera todavía) hasta los de Falange Española (creo que aún coletean por Madrid, no más allá).

En todo caso, disfrutemos de este espléndido sol que, según me consta, ilumina casi toda Ex-paña. El anticiclón, que sigue instalado.

Modestino dijo...

A veces cuando veo lo que dicen y hacen los anarquistas pienso que éstos al menos tienen una coherencia, ...

annemarie dijo...

Completamente de acuerdo, Modestino. Pero de los no-bombistas, que siempre son más simpáticos... Recuerdas una sugerencia tuya, Niebla, de Unamuno? El tio de la chica, un personaje completamente hilarante?

Modestino dijo...

A Unamuno habría que difundirlo más: tiene mucho y bueno.

Tommy dijo...

Un conocido que regenta un bar de la zona de Avenida de Goya que hace chaflán (como es posible que el local haya quedado suficientemente identificado, aprovecho para recomendar sus tapas, sobre todo la de alcachofa con foie) dice que todos los políticos, sin excecpción, son unos (----aquí cada lector tiene que poner el adjetivo que más gracia le haga, preferentemente una expresión malsonante----) y que nosotros vamos a las urnas cuando nos llaman y votamos al (----repetir el mismo adjetivo----) que más nos gusta a cada uno. Para no olvidar.

Y luego estaba Muñoz Seca, que dijo aquello de: La política es un lodo / que mancilla, mancha y trunca. / Aquí se puede ser todo, / pero político, nunca.

Modestino dijo...

Habrá que urna catar la alcachofa con foie y a conocer al somárda del dueño.