Todos los que bordeamos los 50 recordamos los telediarios de nuestra infancia; esos programas con un horario tan similar al actual como distintos son sus contenidos, sus formas y sus técnicas. En dichos programas nos enteramos de los asesinatos de los hermanos Kénnedy y de Martin Luther King, la muerte de Walt Disney y de Konrad Adenauer, la conquista de la luna, las primeras escaramuzas en Oriente Medio o el referendum de la Ley Orgánica del Estado. Allí escuchamos por vez primera los nombres de Henry Kissinger, Willy Brandt, Golda Meir, Harold Wilson o Leónidas Breznev, disfrutamos con lo que entonces nos parecían auténticas "hazañas épicas" como la Copa de Europa del llamado "Madrid ye-ye", el triunfo de Massiel en Eurovisión con el "la,la,la" o la faena de "Antoñete" al toro blanco de Osborne.
Los locutores pioneros fueron, si no me equivoco, dos: David Cubedo, que fue llamado "la voz del régimen", que tenía un tono de voz grave inconfundible que todos identificábamos en el NODO y Jesús Alvarez, padre del actual presentador con el mismo nombre, que relataba las noticias mientras manoseaba un bolígrafo y que falleció tempranamente víctima de un cáncer fulminante.
Poco a poco se fue renovando el plantel y los encargados de transmitir noticias dejaron de tener el aspecto algo anticuado de los referidos, así entraron en nómina José Antonio Silva, que también era piloto, Pedro Macía, que conquistaba el corazón de nuestras madres y Florencio Solchaga, que con el tiempo cambiaría el micrófono por la gestión de un restaurante de lujo en la Plaza Alonso Martínez de Madrid. Había unos cuantos más, aunque mi memoria no alcanza a todos, sí recuerdo a Francisco Almendros, que comenzó a trabajar a la vez que Solchaga, un tal Romualdo y uno apellidado Zamora que tenía pinta de boxeador.
Un capítulo importante era el del "hombre del tiempo", en el que se alternaban los hermanos Medina -Mariano, que era bastante soso hablando y Fernando, calvo y con bigote- y Eugenio Martín Rubio, que se hizo famoso porque en una ocasión se apostó -y perdió- el bigote asegurando que su predicción iba a ser acertada. Son inolvidables los mapas isobáricos, las referencias a los barcos "J" y "K" o los frecuentes "chubascos en el Cantábrico".
Los deportes llegaban al final; recuerdo una temporada en los que se anunciaban con las ocho letras de tal palabra en la que cada letra se correspondía con la inicial de un deportista famoso: Di Estéfano, Emiliano, Pirri, Ocaña, Reina, Timoner, Eusebio y Santana. Las peleas por los fichajes de Madrid y Barcelona, los triunfos de Pedro Carrasco y José Legrá, las eternas aspiraciones en Copa Davis con el equipo que capitaneaba Jaime Bartolí y en el que destacaban Santana y Orantes, algún triunfo de etapa en el Tour de Francia que dominaba Mercks o los preparativos de las olimpiadas de Méjico o Munich nos eran contadas por Miguel Ors, Rafael Marichalar o Matías Prats padre.
Eran otros tiempos, nos enterábamos menos de todo, pero no ddejaron de tener su encanto.
Los locutores pioneros fueron, si no me equivoco, dos: David Cubedo, que fue llamado "la voz del régimen", que tenía un tono de voz grave inconfundible que todos identificábamos en el NODO y Jesús Alvarez, padre del actual presentador con el mismo nombre, que relataba las noticias mientras manoseaba un bolígrafo y que falleció tempranamente víctima de un cáncer fulminante.
Poco a poco se fue renovando el plantel y los encargados de transmitir noticias dejaron de tener el aspecto algo anticuado de los referidos, así entraron en nómina José Antonio Silva, que también era piloto, Pedro Macía, que conquistaba el corazón de nuestras madres y Florencio Solchaga, que con el tiempo cambiaría el micrófono por la gestión de un restaurante de lujo en la Plaza Alonso Martínez de Madrid. Había unos cuantos más, aunque mi memoria no alcanza a todos, sí recuerdo a Francisco Almendros, que comenzó a trabajar a la vez que Solchaga, un tal Romualdo y uno apellidado Zamora que tenía pinta de boxeador.
Un capítulo importante era el del "hombre del tiempo", en el que se alternaban los hermanos Medina -Mariano, que era bastante soso hablando y Fernando, calvo y con bigote- y Eugenio Martín Rubio, que se hizo famoso porque en una ocasión se apostó -y perdió- el bigote asegurando que su predicción iba a ser acertada. Son inolvidables los mapas isobáricos, las referencias a los barcos "J" y "K" o los frecuentes "chubascos en el Cantábrico".
Los deportes llegaban al final; recuerdo una temporada en los que se anunciaban con las ocho letras de tal palabra en la que cada letra se correspondía con la inicial de un deportista famoso: Di Estéfano, Emiliano, Pirri, Ocaña, Reina, Timoner, Eusebio y Santana. Las peleas por los fichajes de Madrid y Barcelona, los triunfos de Pedro Carrasco y José Legrá, las eternas aspiraciones en Copa Davis con el equipo que capitaneaba Jaime Bartolí y en el que destacaban Santana y Orantes, algún triunfo de etapa en el Tour de Francia que dominaba Mercks o los preparativos de las olimpiadas de Méjico o Munich nos eran contadas por Miguel Ors, Rafael Marichalar o Matías Prats padre.
Eran otros tiempos, nos enterábamos menos de todo, pero no ddejaron de tener su encanto.
8 comentarios:
Aquellos telediarios, Modestino, tan serios... Recuerdo que mi padre nos hacía callar.
Los hombres del tiempo. Ya no me acordaba. Menuda diferencia con el de Antena 3, que termina con su famoso "Hasta luego".
Creo que el que marcó la frontera del antes y el después fue Azcona.
Los comentarios de mi madre cuando salía en la tele con la camisa mal abrochada y esa sonrisa...
Gracias por el post. Qué mayores somos...
Eran otros tiempos; ni mejores ni peores. Efectivamente, Lalo Azcona supuso un cambio de estilo,si no recuerdo mal Azcona dirigía el de la mañana, Eduardo Sotillos el de las 21.00 y Pedro Macía el nocturno.
Grande versión, la de tu musica!!
Yo creo que los telediarios actuales ya no son informativos serios:
a) El llamado "parte" o luego telediario, es hoy una suerte de magazine variopinto donde se entremezclan los sucesos y la publicidad explícita ( sale un tío que dice " los especialistas de la espalda recomiendan cambiar de colchón cada cinco años" y sale un tío con un letrero detrás que pone Pikolín....), aderezado con tópicos y gilipolleces varias (.." en las rebajas fíjese que la etiqueta marca el precio antiguo.." y así siempre la misma murga..)
b)El antiguo hombre del tiempo es hoy un chuleta, bastante barato, que para no perder la línea del morbo y la espectacularidad dice " hoy lunes el tiempo es soleado...., pero cuidado, el fin de semana se prevé una bajada de las temperaturas.." Todo está enfocado a llamar la atención a costa de lo que sea.
He recordado a los corresponsales en el extranjero; en Nueva York estaban Jesús Hermida y Cirilo Rodriguez; en Londres José Antonio Plaza, en Roma Rafael Narbona y Javier de Montini, en Berlín, Pedro Wender y en París no lo recuerdo, aunque ne suena Pedro González Abuin.
También había comentaristas políticos, con todas las limitaciones de la época, pero creo recordar que en algún momento intervinieron en este sentido Emilio Romero, Manuel Blanco Tobío, Gabriel Cisneros, Raúl del Pozo,...
Realmente demoledor, Tintín. Es llamativo el exceso de tiempo que se dedica a la página de sucesos, tratados con frecuencia con un morbo lamentable e innecesario.
Tienes razón,Modestino, el corresponsal es de lo poco noble y periodístico que queda.Todos aportan su peculiaridad, y se llegan a apreciar.
Me viene ahora a la memoria el general Salas Larrazábal, que salía, siempre con su uniforme militar, en algunos telediarios como comentarista experto en política exterior. Creo recordar que era el padre del conocido presentador Ignacio Salas, el que dijo aquello de "nada es un fracaso absoluto porque siempre puede servir de mal ejemplo", toda una consigna para vivir la vida.
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