6 de febrero de 2009

Cicerón dixit



"No se envejece por haber vivido un cierto número de años; se envejece por haber desertado del ideal. Los años arrugan la piel, renunciar al ideal arruga el alma".



Cuando la vejez ya no es eso lejano e impensable de los veinte o treinta años, uno comienza a preocuparse un poco de cómo se va a enfrentar a ella. Los años, si te descuidas, te van cargando de pequeñas manías, el polvo del camino puede haber rellenado en exceso el depósito de frustraciones y desengaños y te acecha, indefectiblemente, el peligro de cultivar la retranca y el cinismo.

Por esta razón me ha gustado la anterior frase de Cicerón, que encontré ayer cuando me dedicaba a destruir papeles viejos, de esos que almacenas "por si algún día te sirven" y que la experiencia te enseña -ley de Murphy- que solamente descubres que te pueden ser útiles cuando ya te has deshecho de ellos. De la misma manera que la belleza está en el interior, la juventud está en el alma.

A veces podemos caer en el error de juzgar a los antiguos romanos tan sólo por los defectos que históricamente se les achacan: imperialismo, hedonismo, violencia, ... olvidando que estamos ante una época de la historia que se caracterizó por los avances técnicos y de infraestructuras, por una cultura avanzada y extensa y por la existencia de unos cuantos hombres de una categoría excepcional y que fueron auténticos avanzados de la humanidad. No hay duda que entre ellos se encuentra Marco Tulio Cicerón, que vivió entre el 103 y el 46 a.C. y fue uno de los más grandes retóricos y estilistas de la prosa en latín de la República romana. La sabiduría habló muchas veces por boca del senador romano y la frase comentada es una de ellas.

No siempre es fácil conservar nuestros ideales, en primer lugar por nuestras propias limitaciones: a cabo de los años uno no siempre logra ni conseguir lo que busca, ni comportarse como debe ni comprometerse hasta el fondo; pero la vida es así, una carrera de fondo en la que ganas y pierdes, aciertas y te equivocas ... es más, aseguraría que los errores, los fracasos no son más que el abono de los aciertos futuros, porque aportan experiencia, sólo se trata de aprender de ellos y facilitar que cicatricen las heridas. Quien va por la vida de triunfador, convencido de que siempre ha acertado y de poseer la fórmula mágica del éxito o está ciego o va de farol.

Mantener las propias convicciones con los años tiene bastante que ver con la personalidad y la fortaleza interior, algo que se tiene que consolidar con el esfuerzo personal y con algo que considero importantísimo: encontrar buenos consejeros, alguien que te conozca, te comprenda, te exija y te quiera es un tesoro que puede ser decisivo para que el paso de los años no nos acerque al desencanto sino a lo que un viejo Jefe mío, fallecido hace unos meses, denominaba la "madurez fecunda". Y que conste que no es fácil, porque hay quien no se quiere complicar la vida, quien es lo suficientemente egoísta como para eludir colaborar con nadie, quien solamente sabe consejos "enlatados" y hasta quien piensa que solamente valen los que le sirvieron a él.

Cuando cumples ciertas cifras no es infrecuente que aparezca la crisis; te sientes con las manos vacías, cuestiones que en décadas anteriores te llenaban ahora no te dicen nada, de la misma manera que algunas certezas ya no lo son tanto y hay un buen número de personas que en su momento servían de báculo que o han perdido "glamour" o ya no están. En estos casos es fundamental cerrar los ojos y pensar con tranquilidad, llenarte de autoestima y valorar con objetividad todo lo bueno que has hecho, averiguar quienes son tus amigos de verdad y hacer caso a Cicerón: redescubrir tu ideal y reemprender la tarea de alcanzarlo. Estoy seguro que Dios nunca deja a nadie colgado y si nos hace llegar hasta este punto, hay razones de sobra para estar seguro de que tiene motivos y valen la pena.

Claro, que esos ideales, esas convicciones siempre son susceptibles de perfeccionamiento; la vida misma es muy rica, tiene matices y circunstancias variadas que se van desarrollando conforme la sociedad evoluciona. Por eso, parte del juego está en saber adaptarse y los años te dan el bagaje adecuado para que tu ideal no sea ni un monotema encorsetado ni una obsesión que te aisle y enfrente con todos. Y ese bagaje no es más que la experiencia, que bien asimilada nos enseña mucho y la flexibilidad, porque a le vez que el cuerpo se va volviendo menos ágil, la mente pierde -o debe perder- rigidez.
Fotos: lacomunidad.elpais.com



12 comentarios:

Suso dijo...

El tiempo pasa y el peligro es el acortezamiento,el pensar que no hay ideales que alcanzar,el escepticismo.
Yo pienso que el fallo está en mirar "al ideal" como si esa fuese la meta que hay que alcanzar.

Y no, el ideal de verdad (al menos así me lo ha enseñado la vida) es ser el mejor Suso, o el mejor Modestino, que uno pueda ser.

¿Por qué?, pues porque el tiempo, los años, y los "volver a empezar" te hacen conocerte más, y aceptarte. Entonces miras al ideal, como si fuese un listón que debes de saltar, y piensas "¿eso tengo que saltar?:lo siento, pero eso no lo puedo saltar".

Y decides olvidarte de "programas" y vivir siendo la mejor persona que uno pueda ser...¡y se llega más lejos!: no saltas el listón, pero eres muy bueno en lo tuyo. En tu pequeño y riquísimo mundo.
Y los Olímpicos, que sigan entrenando para saltar más alto, más lejos, más rápido.

Máster en nubes dijo...

Un abrazo, Modestino, desde Madrid, para empezar.

Yo creo en los ideales, pero creo también en las personas, en cada uno. Sería como lo que ha explicado Suso, con otras palabras. No se hizo el hombre para el sábado... etc.

Si los ideales son como una cosa ahí en lo alto y no hacen más felices (no en el sentido mundano del término, en el interior) a las personas, no me sirven. A mí no, desde luego. Y hay que preguntarse si uno es feliz, con el corazón en la mano, no con sensiblería (no estoy hablando de "felicidad emocioanl"), y con cabeza también, por supuesto.

En cualquier caso, a los 50 estamos empezando a ver algo, muy poquito. Así que seguro que tu ves más que yo ... que todavía me faltan 3 años. ;-)! La edad es un grado, para todo, aunque hoy te digan que no.

Modestino dijo...

Me parece muy sabio lo que decís ambos, pero yo hablaba más en genérico, ideales en cuanto a darle un sentido a la vida, tener algo y/o alguien por lo que tirar pajante. No se trata de ser olímpico, yo más bien ne siento paralímpico.

sunsi dijo...

Modestino. Será quizá por cercanía de edad ( dos años menos que tú) Yo he escrito un par de entradas que van por los mismos derroteros. Creo que con el tiempo los ideales te van tomando la medida y se ajustan mucho más a tu talla. Porque te has , si me lo permites, parido muchas veces. Y vas sacando cada vez más de ti mismo. Es lo que algunos dicen realismo, que nada tiene que ver con el conformismo o el ir tirando. Con los años el camino tiene ya mucho surco pero no tiene por qué ser un trayecto por inercia. Más sereno tal vez ... o más delimitado.

El pasado no es baldío; es experiencia. El futuro más previsible. Pero estamos vivos y nuestra perspectiva es más certera. Si alguna vez tenemos pesadillas de manos vacías, nos alumbramos de nuevo. Hemos nacido para nacer muchas veces.

Perdona por el rollo. Es que yo también le he dado vueltas al tema.

Gracias por la paciencia. Y un soplo de brisa marina desde Tarraco.

Modestino dijo...

Insisto en la idea de la juventud de espíritu. No he intentado hacer un canto a favor de ningún ideal concreto, simplemente he querido mostrar mi personal preocupación en no convertirme en un viejo gruñón, en alguien de vuelta de todo.
Agradezco vuestras aportaciones porque ne sirven mucho. Es verdad Sunsi que uno saca cada vez más de sí mismo y frecuentemente piensa eso de que "no ne vengan con monsergas".
Por cierto, Master, era frase evangélica de que "no se hizo el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre" siempre ne ha gustado mucho, porque se puede sacar mucho de ella; habría que machacarsela a los cuadriculados, a los rígidos, a los inflexibles, a los que sólo tienen un discurso.

Modestino dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
sunsi dijo...

Modestino, si se te entiende perfectamente. La juventud de espíritu es más amable, más acogedora con el paso de los años.

El rollo que te he pegado iba de esto. ¿No recuerdas determinados fragores juveniles que echaban pa tras? Y de jóvenes no tenían nada.Porque eran extremistas, justicieros, absolutos, radicales...

Qué bueno es cumplir años para ir descumpliendo. No sé por qué ( o sí sé) las personas con más libertad de espíritu, más jóvenes de espíritu, no tienen menos de cuarenta y bastantes. Lo compruebo a menudo.

Saludos de nuevo y ya no te doy más la castaña

Máster en nubes dijo...

Buen fin de semana, Modestino, aquí luce el sol, Dios es grande, por favor, un fin de semana de sol, sólo pido eso... unos días de sol

Anónimo dijo...

El post me parece muy bueno, excelente. Y coincido plenamente contigo.
A mi no me ha tocado acercarme al medio siglo, pero si me ha tocado, pese a ser joven, tener que repartir de cero o casi menos. Y vaya por delante que eso no es ni bueno ni malo, no van por ahi los tiros.
Lo cierto es que en determinados momentos en los que lo sencillo hubiera sido bajar los brazos y ver los dias pasar, fué una excelente guia la de perseguir las ilusiones propias (qupongo que aquello a lo que tu llamas ideales) y determinarse a que fuese en funcion de esas ilusiones que los dias se fuesen construyendo. Dar sentido a los propios dias desde ese punto de vista.
y creo que no fué una mala decision y en ello estamos.
Los resultados llenan mucho mas las horas.

Y, cierto es, supongo, que mantener esa perspectiva favoriza el llegar y mantenerse en una madurez fecunda.
Para mi la quiero llegado el momento, oiga!

Un abrazo, Modestino

Anónimo dijo...

Veo y conozco jóvenes de 75 años que me impactan por su categoría,alegría señorío y heroicidad. Con la décima parte de lo que ellos han pasado o están pasando , yo estaría dándome golpes en el pecho y exigiendo cariño y comprensión a los demás.

Aquí hay un sol tímido en un día helador. Las montañas nevadas se afilan enfrente de mi ventanal.

Modestino, el martes me contarás que todo se ha cumplido.
Un abrazo

Anónimo dijo...

A cierta edad y con las necesidades materiales cubiertas, lo que aparece es el aburrimiento.
Un buen remedio es volverse a enamorar, mejor de alguien que suponga un reto dificil.
Te hace sentir vivo, da sentido a la música que escuchas, a los libros que lees, a los paisajes que ves etc.
Lo recomiendo.

Modestino dijo...

No acabo de compartir -o tal vez no te he entendido bien- eso de plantearse el enamoramiento como un reto, en plan Don Juan que se pone como meta conquistar a una novicia.

Enamorarse es bonito, a veces trae dolor, en ocasiones nos enamoramos del amor y de cualquier manera es algo que nos atrae. Pero me parece que es mejor dejar que aparezca el amado/a y no ir en su busca en plan aventura.