La final será alemana

Como pasa con bastante frecuencia por estos lares, los voceros y profetas del mundo futbolístico nacional sacaron de nuevo a la palestra el espíritu del cuento de la lechera y comenzaron a predicar y soñar con una final de la "Champions League" de exclusivo sabor español; cierto complejo de exclusivismo afianzado por el Barça en los últimos años y esa especie de vanidad despectiva que porta y transmite Mister Mourinho parecían convertir a culés y merengues en los indiscutibles favoritos para alcanzar la Final que se disputará el próximo 25 de mayo en el mítico Estadio de Wembley. A la hora de la verdad ni uno ni otro acreditaron tal condición, y lo único indiscutible ha sido el formidable trabajo de equipo que los jugadores de Múnich y Dortmund realizaron en los partidos de ida y vuelta. Otra vez será, y aunque a uno le hubiera gustado ver a los eternos rivales pelear con saña por el cetro europeo, o cuando menos que el capitán de un equipo español levantara el deseado trofeo, también el que los finalistas sean teutones tiene sus ventajas: veremos sin duda un encuentro intenso y disputado, como siempre que hay nibelungos en el cesped, nos ahorraremos las "boutades" del entrenador portugués y no habrá que aguantar impertinencias y faltas de respeto, elegancia y educación al sonar los himnos.

La debacle de nuestros clubes en semifinales es posible que sirva para que de una vez por todas nos "caigamos del guindo"; la manida cantinela de que tenemos la mejor liga del mundo me suena cada vez más a música celestial, a vanidad de vanidades: lo que hay por aquí es un campeonato descompensado, una competición a la que el reparto televisivo y la permanente discriminación de 18 equipos en favor de los dos grandes ha logrado la desaparición de cualquier índice de emoción e interés en la disputa de la Liga, el Barça y el Madrid avasallan a sus rivales y los partidos de relevancia se han reducido a muy pocos. Los medios de comunicación sólo hablan de las excelencias y avatares de los Messi, Iniesta, Ronaldo, Casillas y cía, de las polémicas que surgen -o se inventan- a lo largo de la temporada, de algún que otro suceso chusco protagonizado por las figuras principales y de más de una -y de cinco- "melonadas" que sueltan entrenadores, presidentes y demás. Mientras tanto, el resto de clubes son ignorados y sometidos a unos horarios caprichosos, aleatorios y desordenados, mientras no se observa ni una medida sensata para devolver al fútbol lo que ha perdido en beneficio de un negocio que, además, ha terminado resultando ruinoso.

El Madrid se las prometía muy felices cuando le correspondió el rival teóricamente más flojo; la verdad es que en algún momento al Borussia se le vieron ciertas limitaciones: en la ida se dejó empatar antes del descanso en un fallo imperdonable, a sus jugadores les temblaron las piernas en los primeros 20 minutos del encuentro del Bernabeu y al final estuvieron a punto de sufrir un revés de los que dejan huella por no rematar la faena, pero en conjunto demostraron ser un equipo serio, muy bien preparado físicamente, que supo siempre lo que tenía que hacer y que exhibió un juego a la contra demoledor, a lo que cabe añadir el estado de gracia de Lewandoski, un polaco que es todo un descubrimiento y la calidad que aportan dos jugadores como Gotze y Reus de auténtico primer nivel. Frente a ellos el Real Madrid opuso desidia en la ida y un entusiasmo precipitado y nervioso en la vuelta. No nos dejemos engañar por la parcial retransmisión de TVE-1, pues desde mi punto de vista esa noche en la que se apeló cansina y tozudamente al espíritu de las remontadas, el partido se acabó tras las tres oportunidades erradas en los primeros compases, a partir de ahí solamente hubo esfuerzo, fortuna de que el Borussia errara sus clarísimas ocasiones y un arreón final loable de los locales que resultó insuficiente. Cristiano y Xavi Alonso no estaban bien, a Higuaín le falta un punto para ser un delantero de primera fila como lo eran, cada uno a su estilo, Santillana, Hugo Sánchez o Zamorano, a Di María le sobran efectismos y regates, a Essien y Coentrao les falta calidad y Ozil sigue sin marcar las diferencias. El Madrid fue encorrido a balonazos en Dortmund, mientras que en Madrid, y a salvo del asedio inicial y la épica final, controlado y desquiciado; me temo que proyecto Mourinho está ya finiquitado. Los alemanes hicieron los deberes desde el principio, y si los blancos no hubieran sesteado a la ida, no hubieran hecho falta esos llamamientos a la remontada que suele hacer la frecuentemente ciega prensa deportiva capitalina, como si quienes les golearan en vez de cumplir con su obligación y ganar con todas las de la ley le hubieran faltado al respeto y hubiera que vengarse.

El Barça ha bajado de nivel este año; no se si ha sido la enfermedad de Tito Vilanova, las lesiones de Messi o que estamos al final del trayecto, pero me parece que si tiene ganada la Liga de calle ha sido más por inercia y los enormes fallos del Madrid de principio de temporada que por una superioridad real, mientras que en la Liga de Campeones ya estuvo contra las cuerdas frente a Milan y París Sant Germain. Pienso que en los últimos tiempos ha jugado demasiado a la obsesión conspiranóica y se ha olvidado de la autocrítica y frente a un Bayern en el que brillan nombres como Ribery, Robben, Muller, Swanstaiger o Mario Gómez posiblemente más "armario" que el "Pipita" pero con menos querencia a tirar al "muñeco"- ha mostrado todas sus actuales debilidades. Por mucho que lo pretenda no es lo mismo Puyol que Bartra ni Tello que Villa, además de que habría que preguntarse porque Cesc nunca ha llegado a su nivel del Arsenal y cual es la razón por la que el club que preside ahora Sandro Rosell tenga tantos fiascos al fichar extranjeros. Eso sí, que nadie se rasgue las vestiduras por el 7-0 global ante los bávaros, que eso pasa en las mejores familias, lo que pasa es que últimamente en Can Barça estaban demasiado acostumbrados a ver a los rivales humillados a sus pies y puede escocer convertirse en el "cazador cazado".

No quiero terminar sin hacer mi particular homenaje a Jupp Heyckens, a quien su día admiré como a un excepcional extremo izquierdo del mejor Borussia Moenchemgladbach de la historia y de la selección alemana campeona del Mundo, y que como entrenador fue capaz de desempolvar la sala de trofeos del Bernabéu para que entrara la séptima Copa de Europa 32 años después y que el próximo año ya no será el mister del Bayern. Un hombre serio, educado y trabajador, que ni viste de Armani o Toni Miró, ni sube la gasolina cuando habla ni se cree haber inventado nada. pero que triunfa allí donde va y se merece salir por la puerta grande.