El pasado lunes, 6 de mayo, falleció en Roma Giulio Andreotti, un hombre que en enero había cumplido 94 años y que dedicó toda su vida a la política. Militó desde joven en el partido Demócrata-Cristiano (DCI) y llegó a ser hasta siete veces presidente del Gobierno de Italia, algo que a pesar de tener su mérito, no puede extrañar si consideramos la perpetua y constante afición de los italianos a cambiar de Gobierno cada dos por tres. En la actualidad era senador vitalicio. Andreotti era todo un personaje, con un aspecto delicado y prudente, caracterizado por una especie de "chepa" que fue creciendo conforme cumplía años y con un aire de estar dándotelas con queso bajo su apariencia frágil y educada. El nombre de Andreotti esta indisolublemente unido a la historia italiana posterior a la 2ª Guerra Mundial, en un país donde la DCI tuvo un poder casi permanente hasta que los escándalos financieros y políticos terminaron fagocitándola.
A la inteligencia indiscutible de Andreotti se debe la célebre frase de que "no es el poder el que desgasta, sino la ausencia de poder", una opinión que dice mucho de la agudeza y las formas de Andreotti; dicen los políticos españoles que le trataron que en varias ocasiones afirmó que a la política española le faltaba "finessa", consideración que mueve sin duda a la curiosidad, pues uno se pregunta qué querría decir el hombre con tal aseveración, aunque pronto intuye que el político romano pensaba o bien que éramos excesivamente apasionados y cainitas o, tal vez, que la clase política de la piel de toro tiende a andar carente de la sutileza suficiente para arrimar el ascua a su sardina, vamos que se nos ve el plumero. Quienes conocieron al gobernante fallecido alaban su elegancia y cordialidad, aunque también ponen de relieve su facilidad para la ironía y su habilidad para envolver a cualquier interlocutor por hábil que se preciara.
La vida política de Giulio Andreotti no anduvo exenta de polémicas y momentos difíciles; uno de sus momentos más difíciles fue con motivo del secuestro y posterior asesinato de Aldo Moro, líder indiscutible de la DCI al que en marzo de 1978 las Brigadas Rojas sometieron a un cautiverio que terminó el 9 de mayo con el cadáver de Moro en el maletero de un vehículo abandonado en la Via Caetani de Roma; Andreotti, presidente del Gobierno en aquellos días, mantuvo una posición de firme y dura negativa a la negociación que fue muy criticada. También fue relacionado con la Mafia, llegando a ser juzgado por su presunta complicidad en la muerte del periodista Mino Pecorelli en 1979, si bien terminó siendo absuelto tras un largo y duro proceso. Andreotti estaba casado y tenía cuatro hijos, presumiendo de haberle sido siempre fiel a su mujer tras 70 años de matrimonio.
Giulio Andreotti ha sido sin duda un político polémico, en la línea de tantos personajes públicos italianos de las últimas décadas; para algunos fue un maestro de la política y la diplomacia, para otros la reencarnación de Maquiavelo; de hecho no hay más que acudir a los distintos obituarios de los medios de comunicación para comprobar que el hombre no dejaba indiferente a nadie, y que en torno a su persona hay opiniones para todos los gustos. Ahora ya le toca descansar en paz para siempre.
2 comentarios:
El subconsciente ha unido el nombre de Andreotti con la obra de teatro "Muerte accidental de un anarquista"
DEP
Obra de Dario Fo de la que interpretó una magnifica version Pavo Moran.
Publicar un comentario