Hablando hace unos días con una persona de conversación fácil y grata salió el tema de la altura de los políticos actuales; no me gusta caer en la generalización y, muy especialmente, en ese hábito tan actual de rechazar a todos y no dejar títere con cabeza, pero no parece que si repasamos el panorama político de nuestro país podamos hablar de tiempos de grandes líderes, ni de personas de una enorme talla humana, intelectual y moral; creo pienso que mi interlocutor tenía razón cuando afirmaba que, entre otros valores, se echaba en falta el señorío que existía en décadas anteriores, y como ejemplo citaba el de Landelino Lavilla, un jurista leridano que con 41 años se convirtió en Ministro de Justicia del primer Gobierno de Adolfo Suárez, ese gabinete que algunos bautizaron como de "penenes" y por el que casi nadie dio en su día un duro y que en el plazo de un año terminó siendo capaz de desmontar el franquismo y convocar por vez primera desde la 2ª República, elecciones democráticas. Eso sí, a pesar de su juventud Lavilla no era un pardillo, pues con 24 años ingresó en el Cuerpo de Letrados del Tribunal de Cuentas y con 25 en el de Letrados del Consejo de Estado. Cuando Landelino Lavilla se sentaba por vez primera en su banco azul de las Cortes, ya se ganaba la vida perfectamente y había acreditado una valía indudable. Lavilla ocupó la cartera de Justicia de 1976 a 1979, dejando el Ministerio para pasar a ser la tercera autoridad del estado, es decir, presidente de las Cortes, cargo que ocupó hasta la llegada de los socialistas al poder en 1982; todos recordamos a Lavilla con cara de "poker" cuando Tejero apareció sorpresivamente en el Congreso de los Diputados aquel ya lejano 23 de febrero de 1981.
Pero no pretendo valorar la labor política de Lavilla, protagonista sin duda de una época histórica, con claroscuros y sucesos polémicos, pero sin duda apasionante y para muchos, entre los que me encuentro, notoriamente añorada. Tras la dimisión de Suárez el nuevo Presidente, el ya fallecido Leopoldo Calvo Sotelo, tomó el mando de un Gobierno y un partido que ya estaban heridos de muerte a causa de la crisis económica, el terrorismo de ETA y las tremendas disputas cainitas de la Unión de Centro Democrático (UCD), situación que derivó en un adelanto de las elecciones al 28 de octubre de 1982, una fecha en que como estaba anunciado el PSOE de Felipe González y Alfonso Guerra consiguió una abrumadora e histórica mayoría absoluta. A Landelino Lavilla le correspondió la dura y dramática tarea de recoger las cenizas de la UCD y encabezar su campaña electoral en unos comicios en los que el partido estaba de antemano condenado al fracaso. Así, mientras los socialistas llegaban al poder en olor de multitud y la Alianza Popular de Fraga crecía para instalarse en una reducida oposición, el partido que lo ostentaba hasta entonces no pasaba de los 11 diputados. Recuerdo perfectamente la figura de Landelino Lavilla con traje oscuro recorriendo mítines por España con todo el aspecto de estar haciendo "de tripas corazón", siendo notorio que no era precisamente un hombre nacido para hacer campañas ni andaba dotado de salero electoral ni de ese peculiar "glamour" político en el que había destacado su predecesor Adolfo Suárez y que por aquellas fechas rebosaba por todos los poros Felipe González.
Pero Landelino Lavilla supo perder, el batacazo fue tremendo y la humillación notable, pero el político centrista supo hacer mutis por el foro y volvió a su trabajo habitual, sin dramas, sin estridencias, sin reclamar pago alguno de servicios ni abono de deudas pendientes, algo que, además de significar que no era precisamente un "pelanas", sino alguien con oficio y beneficio, mostraba ese señorío del que hablaba más arriba. Lavilla renunció a su acta de diputado y pasó a formar parte del Consejo de Estado, a donde llegó con fundamento en un currículum profesional mucho más que en una labor política. En 1996 Landelino aspiró a la presidencia del Consejo General del Poder Judicial, aunque su nombramiento no se consumó. En 2006 ingresó en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, siendo también miembro de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, de la que fue reelegido Presidente en enero de 2008. En la actualidad es miembro permanente del Consejo de estado. y aunque en su día fue protagonista de un fracaso electoral estrepitoso, con el paso de los años y la perspectiva del tiempo, el recuerdo de este hombre nos ofrece más el de alguien con capacidad y señorío que tuvo al virtud de retirarse a tiempo.
5 comentarios:
Hace un año dio una conferencia en el MAT (museo de la transicion ) y hablo del reto para el actual ministro de justicia A. Ruiz Gallardon así como y considerando que el fallo de la justicia no viene de los profesionales; despejada la incognita el actual ministo ARG no sabe dar respuestas a los retos de su ministerio.
Hoy en día todo es una merienda de negros ...
Modestino, pásate por mi casa.
Tienes tarea.
Voy ...
Agradecido.
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