La actriz británica Elizabeth Taylor, que llevaba dos meses ingresada en el hospital Cedars-Sinai de Los Ángeles siendo tratada por síntomas de insuficiencia cardiaca congestiva, ha fallecido hoy a la edad de 79 años. Cuentan que Liz Taylor será enterrada en el cementerio WestWood Village Memorial Park de Los Angeles donde yacen otras dos grandes estrellas: Marilyn Monroe y Natalie Wood; sin duda el lugar quedará más engrandecido, si cabe, con la presencia del cuerpo de un nuevo mito del celuloide. La actriz nació en Lodres, aunque sus padres eran estadounidenses y siempre vivió en América; se casó nada menos que ocho veces, aunque la única relación realmente célebre fue la que mantuvo con Richard Burton, a quien conoció en el rodaje de "Cleopatra", casándose en 1964 tras haber dejado ambos a sus respectivas parejas en un matrimonio que duró diez años. Conociendo la idiosincrasia de uno y otro debió de ser, desde luego, una relación apasionada, conflictiva y explosiva. He escuchado a unos cuantos que saben de esto del cine que la Taylor no es ni mucho menos una de las mejores actrices de la historia, espacio reservado para glorias del nivel de Bette Davis y Katherine Hepburn, pero no cabe duda de que su nombre va íntimamente unido a una de la épocas más brillantes de Hollywood. Algo tendrá el agua cuando la bendicen y algo esta actriz cuando su nombre y apellido van íntimamente ligados a las páginas principales de la historia del cine.
Si la memoria no me falla la primera película que ví de la actriz fallecida fue "La senda de los elefantes", un drama colonial que bajo la dirección de William Dieterle Liz rodó en 1954 junto a Dana Andrews y Peter Finch; recuerdo que la vi en el colegio de mi hermana y lo poco quedó grabado en mi memoria del film fue cuando la protagonista se enamora de Peter Finch y se va a vivir con él a Ceilán y el ataque final de los elefantes. Evidentemente no se trata de la película más brillante de la actriz, pero valga su mención como el primer recuerdo infantil que me queda de ésta. El otro recuerdo que conservo es la mención del cura que nos daba religión, poniendo en entredicho la virtud de Liz Taylor por haberse casado -entonces- siete veces; se ve que fue el primer ejemplo de poca decencia moral que se le ocurrió al hombre, algo que me supuso cierto trauma pues no me podía explicar que esa chica que se mostraba tan guapa y bondadosa en "La senda de los elefantes" tuviera una historia personal tan convulsa ... lógicamente con los años he perdido esa candidez y ya no me engañan las apariencias, a la vez que uno va intentando ser más comprensivo y respetuoso con las debilidades e intimidades de cada cual.
El siguiente encuentro con Liz Taylor fue "Gigante", dirigido por George Stevens en 1956 y que ví muchos años después en un reestreno en el Cine Mola de Zaragoza; recuerdo que la película me vino grande, pues no era el western que mi mente infantil intuía, sino algo bien distinto. En "Gigante" la actriz tenía como compañeros de reparto a Rock Hudson, cuya muerte la llevó a encabezar la lucha contra el SIDA y un James Dean que fallecería antes de terminar el rodaje; se trataba del típico drama de gentil chica de Maryland que se casa con el dueño de un rancho de Tejas y ha de enfrentarse con un ambiente completamente distinto al acostumbrado. Al cabo del tiempo volví a ver en varias ocasiones la película y ya comencé a "pillar" todo su sentido.
La actriz fallecida se llevó el Oscar en dos ocasiones:en 1960 por "Una mujer marcada", de Daniel Mann en la que trabaja con Lawrence Harvey y Eddie Fisher y en 1966 con la que algunos dicen es su mejor trabajo, "¿Quien teme a Virginia Woolf?", un auténtico dramón de Mike Nichols en la que comparte estrellato con el propio Richard Burton, con quien en pantalla forma un matrimonio tan explosivo como en la vida real. Taylor fue nominada por tres películas más: "El árbol de la vida" (1957), de Edward Dmytryk, con un reparto magnífico: Montgomery Clift, Eva Marie Saint, Lee Marvin, Rod Taylor y Agnes Moorehead, "La gata sobre el tejado de zinc" (1958), otra película fuerte, basada en la obra teatral de Ténesse Williams y en la que comparte cartel con los ojos azules de Paul Newman y "De repente el último verano" (1959), dirigida por Joseph L. Mankiewicz y en la que alterna con dos auténticos monstruos del cine: Katherine Hepburn y Montgomery Clift.
Pienso que "la gata sobre el tejado de zinc" es una de las actuaciones más logradas de Liz Taylor en el cine; la dirigió Richard Brooks y supone una de las grandísimas aportaciones de Ténesse Williams al mundo del cine: no olvidemos que sus obras inspiraron películas tan redondas como "Un tranvía llamado deseo" (1951), "La rosa tatuada" (1955), "Dulce pájaro de juventud" (1962) y "La noche de la iguana" (1964), un elenco inmejorable. A Liz le iban que ni pintados esos papeles de mujer brava y/o atormentada, y la película supone un fenomenal retrato de personajes y unas memorables interpretaciones. Posiblemente estaba más brillante aquí que en otras películas que también formaron parte de las vistas por mí de niño como fueron "Mujercitas" (1949) y "Ivanhoe" (1952), y no digamos con sus actuaciones de artista invitada en tiempos mucho más recientes como es el caso de "El espejo roto" (1980), basada en una de las aventuras de Miss Marple, la célebre anciana investigadora de Agatha Christie y su sorprendente participación en "Los Picapiedra" (1994).
No podemos pasar sin citar su papel protagonista en "Cleopatra" (1963), la gran superproducción dirigida por Mankiewicz y que está a la altura de grandes films del género como "Espartaco", "La caída del imperio romano" o "Ben-Hur" y en la que Liz Taylor exhibe el aspecto más exótico de su belleza junto a un Julio César del nivel de Rex Harrison y un Marco Antonio que no podía ser otro que Richard Burton. Liz se puso tan enferma durante el rodaje que hubo de serle practicada una traqueotomía para salvarle la vida. Los gastos de la película fueron tan grandes -se habla de 44 millones de dólares- que se asegura que esa fue la causa de que se tardara 40 años en repetir una gran superproducción del género con "Gladiator". Como queda dicho, la película sirvió para que se iniciara la relación entre Taylor y Burton.
También son destacables películas como "Un lugar en el sol" (19519, dirigida por George Stevens y en la que la actriz fallecida vuelve a coincidir con Montgomery Clift en un drama de amores y ambiciones donde también destaca Shelley Winters. Liz Taylor trabajó con John Huston en "Reflejos en un ojo dorado" (1967), otra película en torno a las relaciones conflictivas de de matrimonio en la que comparte estrellato con Marlon Brando. Cabe destacar también su papel en un musical titulado "A little night music" (1977), inspirada en la película de Ingmar Bergman "Sonrisas de una noche de verano" en la que se narra la vida romántica de varias parejas. La crítica no fue buena, pero no dejó de suponer una novedad en la carrera de la actriz, que cantó en la cinta "Send in the clowns", un tema que gusta mucho a un gran tipo y por ello lo incorporo a mi breve homenaje a esta mujer.
Elizabeth Taylor llevó una vida convulsa, marcada por escándalos, romances, fiestas, lujos, resacas, desintoxicaciones, divorcios y conflictos, pero todo ello no puede hacer olvidar un currículum artístico de primer nivel, con una serie de películas que solamente con sus nombres sientan cátedra; además, con el comienzo del declinar de su carrera, la actriz demostró también su humanidad. volcándose en la beneficencia y en la lucha contra el SIDA. Por todo ello fue galardonada con el título de Dama del Imperio Británico por la Reina de Inglaterra en 2000, el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 1992 y el Jean Hersholt de la Academia de Hollywood en 1993. A partir de ahora Elizabeth Taylor entra en el Olimpo de los dioses del cine, un lugar al que llega por méritos propios.
Si la memoria no me falla la primera película que ví de la actriz fallecida fue "La senda de los elefantes", un drama colonial que bajo la dirección de William Dieterle Liz rodó en 1954 junto a Dana Andrews y Peter Finch; recuerdo que la vi en el colegio de mi hermana y lo poco quedó grabado en mi memoria del film fue cuando la protagonista se enamora de Peter Finch y se va a vivir con él a Ceilán y el ataque final de los elefantes. Evidentemente no se trata de la película más brillante de la actriz, pero valga su mención como el primer recuerdo infantil que me queda de ésta. El otro recuerdo que conservo es la mención del cura que nos daba religión, poniendo en entredicho la virtud de Liz Taylor por haberse casado -entonces- siete veces; se ve que fue el primer ejemplo de poca decencia moral que se le ocurrió al hombre, algo que me supuso cierto trauma pues no me podía explicar que esa chica que se mostraba tan guapa y bondadosa en "La senda de los elefantes" tuviera una historia personal tan convulsa ... lógicamente con los años he perdido esa candidez y ya no me engañan las apariencias, a la vez que uno va intentando ser más comprensivo y respetuoso con las debilidades e intimidades de cada cual.
El siguiente encuentro con Liz Taylor fue "Gigante", dirigido por George Stevens en 1956 y que ví muchos años después en un reestreno en el Cine Mola de Zaragoza; recuerdo que la película me vino grande, pues no era el western que mi mente infantil intuía, sino algo bien distinto. En "Gigante" la actriz tenía como compañeros de reparto a Rock Hudson, cuya muerte la llevó a encabezar la lucha contra el SIDA y un James Dean que fallecería antes de terminar el rodaje; se trataba del típico drama de gentil chica de Maryland que se casa con el dueño de un rancho de Tejas y ha de enfrentarse con un ambiente completamente distinto al acostumbrado. Al cabo del tiempo volví a ver en varias ocasiones la película y ya comencé a "pillar" todo su sentido.
La actriz fallecida se llevó el Oscar en dos ocasiones:en 1960 por "Una mujer marcada", de Daniel Mann en la que trabaja con Lawrence Harvey y Eddie Fisher y en 1966 con la que algunos dicen es su mejor trabajo, "¿Quien teme a Virginia Woolf?", un auténtico dramón de Mike Nichols en la que comparte estrellato con el propio Richard Burton, con quien en pantalla forma un matrimonio tan explosivo como en la vida real. Taylor fue nominada por tres películas más: "El árbol de la vida" (1957), de Edward Dmytryk, con un reparto magnífico: Montgomery Clift, Eva Marie Saint, Lee Marvin, Rod Taylor y Agnes Moorehead, "La gata sobre el tejado de zinc" (1958), otra película fuerte, basada en la obra teatral de Ténesse Williams y en la que comparte cartel con los ojos azules de Paul Newman y "De repente el último verano" (1959), dirigida por Joseph L. Mankiewicz y en la que alterna con dos auténticos monstruos del cine: Katherine Hepburn y Montgomery Clift.
Pienso que "la gata sobre el tejado de zinc" es una de las actuaciones más logradas de Liz Taylor en el cine; la dirigió Richard Brooks y supone una de las grandísimas aportaciones de Ténesse Williams al mundo del cine: no olvidemos que sus obras inspiraron películas tan redondas como "Un tranvía llamado deseo" (1951), "La rosa tatuada" (1955), "Dulce pájaro de juventud" (1962) y "La noche de la iguana" (1964), un elenco inmejorable. A Liz le iban que ni pintados esos papeles de mujer brava y/o atormentada, y la película supone un fenomenal retrato de personajes y unas memorables interpretaciones. Posiblemente estaba más brillante aquí que en otras películas que también formaron parte de las vistas por mí de niño como fueron "Mujercitas" (1949) y "Ivanhoe" (1952), y no digamos con sus actuaciones de artista invitada en tiempos mucho más recientes como es el caso de "El espejo roto" (1980), basada en una de las aventuras de Miss Marple, la célebre anciana investigadora de Agatha Christie y su sorprendente participación en "Los Picapiedra" (1994).
No podemos pasar sin citar su papel protagonista en "Cleopatra" (1963), la gran superproducción dirigida por Mankiewicz y que está a la altura de grandes films del género como "Espartaco", "La caída del imperio romano" o "Ben-Hur" y en la que Liz Taylor exhibe el aspecto más exótico de su belleza junto a un Julio César del nivel de Rex Harrison y un Marco Antonio que no podía ser otro que Richard Burton. Liz se puso tan enferma durante el rodaje que hubo de serle practicada una traqueotomía para salvarle la vida. Los gastos de la película fueron tan grandes -se habla de 44 millones de dólares- que se asegura que esa fue la causa de que se tardara 40 años en repetir una gran superproducción del género con "Gladiator". Como queda dicho, la película sirvió para que se iniciara la relación entre Taylor y Burton.
También son destacables películas como "Un lugar en el sol" (19519, dirigida por George Stevens y en la que la actriz fallecida vuelve a coincidir con Montgomery Clift en un drama de amores y ambiciones donde también destaca Shelley Winters. Liz Taylor trabajó con John Huston en "Reflejos en un ojo dorado" (1967), otra película en torno a las relaciones conflictivas de de matrimonio en la que comparte estrellato con Marlon Brando. Cabe destacar también su papel en un musical titulado "A little night music" (1977), inspirada en la película de Ingmar Bergman "Sonrisas de una noche de verano" en la que se narra la vida romántica de varias parejas. La crítica no fue buena, pero no dejó de suponer una novedad en la carrera de la actriz, que cantó en la cinta "Send in the clowns", un tema que gusta mucho a un gran tipo y por ello lo incorporo a mi breve homenaje a esta mujer.
Elizabeth Taylor llevó una vida convulsa, marcada por escándalos, romances, fiestas, lujos, resacas, desintoxicaciones, divorcios y conflictos, pero todo ello no puede hacer olvidar un currículum artístico de primer nivel, con una serie de películas que solamente con sus nombres sientan cátedra; además, con el comienzo del declinar de su carrera, la actriz demostró también su humanidad. volcándose en la beneficencia y en la lucha contra el SIDA. Por todo ello fue galardonada con el título de Dama del Imperio Británico por la Reina de Inglaterra en 2000, el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 1992 y el Jean Hersholt de la Academia de Hollywood en 1993. A partir de ahora Elizabeth Taylor entra en el Olimpo de los dioses del cine, un lugar al que llega por méritos propios.
13 comentarios:
Sí que recuerdo los comentarios que suscitaba la vida sentimental de Liz Taylor entre los abanderados de la decencia y la moral de la época... y también la envidia que despertaba entre algunas mujeres por la facilidad con la que cambiaba de cónyuge. Es justo destacar de entre sus maridos a Richard Burton, que lo fue dos veces, aunque en justicia debe ser recordado por sus propios méritos como intérprete; trabajaron juntos en varias ocasiones (aparte de las que mencionas, ahora mismo recuerdo "Castillos en la arena" y un telefilme llamado "Se divorcia él, se divorcia ella") y aquellas pelis se veían con un morbo especial, como si fueran una prolongación de la llamada vida real, sobre todo "Virgina Woolf" con aquellas inolvidables peleas dialécticas entre marido y mujer, alcohol incluido, salidas de uno de los textos capitales del teatro contemporáneo. Aunque Liz tuvo más maridos. Estaba Michael Todd, el productor cinematográfico que hizo posible "La vuelta al mundo en 80 días" y que dio nombre a aquel sistema panorámico que en nuestra infancia conocíamos como Todd-AO (sobre todo los zaragozanos cuando íbamos al Fleta). También estaba el actor Michael Wilding, que era bien parecido pero un poco sosito. Y también Hilton, el de la cadena de hoteles, que con el dinero que debía tener no necesitaba ser guapo, pero también aquel albañil llamado Fortensky; esto es interclasismo y no lo que proclamaba la UCD. Por no hablar de esos amigos especiales, Rock Hudson y Monty Clift, que pudieron ser esos amores imposibles a quienes Liz no pudo conseguir (por la misma razón que no conseguía a Marlon Brando en "Reflejos en un ojo dorado"; debió ser el único actor que se le resistió en pantalla, pero es que interpretaba a un homosexual), o Michael Jackson, que hoy mismo le habrá recibido en el paraíso de los habituales de los quirófanos. En fin, una competente intérprete que tuvo algunos momentos memorables, pero por encima de todo una estrella que lucía deslumbrante en la pantalla y era mundialmente famosa por su vida privada; quizás este concepto de estrella haya muerto hoy con ella. Ya no quedan actrices así. Mira que lo digo veces, Alcobendas no es Hollywood. Por cierto, ¿alguien ha visto a Bardem manifestándose esta semana?
Hace poco vi "Hotel Internacional", otra peli en la que coincidieron Liz Taylor y Richard Burton haciendo además de matrimonio con problemas.
Como siempre, gracias por la rapidez con la que rindes tributo a los grandes. En mi memoria..."Gigante". Entre tú y Tommy ... ¡menudo repaso!
Un saludo ¿violeta?;-))))
Estimado Modestino:
Te felicito por tu exhaustivo y completísimo obituario en el que haces un excelente repaso de la carrera de una actriz que ya es leyenda.
Tiene mucho mérito tu documentada necrológica, de veras.
Yo en mi blog me he limitado a una reseña más breve.
Como gran amante del Cine he disfrutado mucho leyendo tu post
Muchas gracias y un afectuoso saludo a "mi meritoria competencia"
Asun
Ya te he dicho Asun que tu post no es más modesto, es más certero: yo voy de enciclopedia y tu de ensayo ;).
La pelicula "De repente el ultimo verano",siempre me ha parecido un poco rara.
Liz,muy guapa ,Quizas tambien un a belleza muy de la epoca.Aunque sus ojos son fuera de serie
Una belleza especial la de esta actriz. tengo curiosidad por ver una imagen del iris violeta...yo los veo verdes...
Gracias, Modestino. Buscaré alguna de estas películas que ya ni recordaba.
He encontrado ésto:
http://hoysecumplen.com/wp-content/uploads/2011/02/20067638taylor4.jpg
http://4.bp.blogspot.com/_0gKMpFFKpGs/SqWxva2vENI/AAAAAAAAB0o/jgiYbiIXO78/s400/lg_sn5658.jpg
http://hoysecumplen.com/wp-content/uploads/2011/02/Purple+eye1296168041.jpg
Sí, hay muchos espectadores a los que, como a Anónimo, "De repente..." les parece rara, y es comprensible. Además, ni es la mejor peli de Mankiewicz ni tampoco la mejor adaptación de Tennessee Williams. Pero a veces sucede que las cosas raras desprenden un extraño poder de fascinación. Y además estaba Kate Hepburn.
Con "La gata..." pasa todo lo contrario. Es una peli tan glamourosa, como se dice ahora, que seguro que nadie la encuentra rara. Y mira que estaban guapos los dos. Pero no quiero decir con eso que sea una mala película. Al contrario, su director, Richard Brooks, supo combinar con sabiduría la fuerza del prodigioso texto original, también de Tennessee Williams, con ese encanto y ese gancho comercial que se les suponía a las grandes producciones Metro-Goldwyn-Mayer en color de los años cincuenta. Para el que quiera, la pasan esta noche a las 10 en la Sexta3. Y luego, hacia la medianoche, "El padre de la novia" (la buena, claro, no la de Steve Martin).
Ahora que todas las actrices y las que no lo son, usan botox, cirugías y demás apaños. Seguramente Liz, como otras muchas de la época (Marilin, Vivian, Ava,etc) era guapas naturalmente, sin muchos arreglos, por eso nos debe llamar más la atención su aspectos físicos.
Sí, eran bellezas naturales, Grace Kelly, Audrey Hepburn, Ingrid Bergman, ...
Como es una estrella para mi siempre va a brillar su belleza tal como la veo en en la Gata sobre el tejado o en Gigantes...
De repente el último verano, a mi me gusta mucho como todas las adaptaciones de Tennesse W.
Pero para quien pueda suponer que sólo era belleza y que no es una actriz magistral, pero magistral le recomiendo Quien teme a Virginia Wolf, una película en la que toda la fuerza recae en las interpretaciones de los protagonistas, sin más artificio.
Gracias Modestino por acordarte de una persona que hace pasar tan buenos momentos a los amantes del cine, por mi parte una oración especial para ella.
Publicar un comentario