Ayer, en el partido que enfrentaba a Las Palmas y Athletic en el Estadio Insular dijo adios al fútbol el centrocampista internacional Juan Carlos Valerón. El centrocampista canario había cumplido en junio del año pasado 40 años: pocos futbolistas pueden presumir de semejante hazaña, y menos de haber llegado a esa edad jugando a pleno rendimiento y demostrando la calidad y la profesionalidad que ha desplegado allí donde ha pasado.
Valerón llega al final de su carrera profesional con el bagaje de 422 partidos oficiales, 32 goles y 46 entorchados internacionales. El jugador que ahora se retira comenzó y terminó su carrera en la Unión Deportiva Las Palmas, y entre medio vistió los colores del mejor Mallorca de la historia, de un Atlético de Madrid en el que vivió tiempos convulsos bajo el madato de Jesús Gil y de un deportivo de La Coruñla con el que ganó la Copa del Rey y la Supercopa y a quien ayudó a regresar a la máxima división hace unos años. Con la selección española Valerón participó en el Mundial de Corea y Japón (2002) y en las Eurocopas de Bélgica y paises Bajos (2002) y Portugal (2006). El jugador sufrió varias lesiones graves en su rodilla, y siempre, en tiempos de bonasnza para su equipo y en momentos de zozobra, estando a planitud o en el dique seco, dio muestras de bonhomía, elegancia y saber estar.
Juan Carlos Valerón fue un futbolista diferente; en mi opinión, uno de los grandes genios que ha dado el fútbol español en las últimas décadas. Poseía una calidad imponente, dominaba todos los "tercios" del fútbol y destacaba por su dominio del balón, su excelente posicionamiento en el campo, una visión magistral del juego y una rapidez espectacular a la hora de tomar decisiones. Se trataba de uno de esos magos del balón, como lo fueron en España, por ejemplo, Sarabia, Guti o en la actualidad Andrés Iniesta. El mérito de Valerón aumenta si tenemos en cuenta que nunca jugó en Real madrid o Barça, equipos que llevan a su alrededor coros de periodistas que tienden a engrandecer, a veces más de la cuenta, la gloria de los mejores jugadores de dichos equipos.
Además, el canario posee una simpatía y un buen estilo que le han convertido en alguien querido por todos los lugares donde ha pasado y por la inmensa mayoría de los aficionados al fútbol de España y parte del extranjero. Quede aquí mi homenaje a un futbolista de los que salen pocos.
2 comentarios:
A propósito de Juan Carlos Valerón, leí esta mañana en un periódico un artículo en el que se loaban y hasta glorificaban todas las cualidades que han adornado la trayectoria de este genial futbolista de Arguineguín (por cierto, no me digas que no es una casualidad asombrosa que un pueblecito tan pequeño haya alumbrado dos futbolistas de la calidad del susodicho Valerón y de David Silva).
En dicho artículo indicaba el periodista, con mucha sorna, que el mejor Valerón se vio cuando su entrenador de aquel momento se dio cuenta de que, para que el chico brillara, debía jugar completamente rodeado de jugadores de su equipo: dos, por delante, para que intentaran aprovecharse de los balones geniales que a veces ponía al borde del área y que se convertían en lo que se suele llamar “pase de gol”; y otros dos compañeros detrás de él, como escuderos, dispuestos a correr para atrás y tratar de recuperar los balones que el susodicho perdía y que, como buen genio del fútbol, no se molestaba en absoluto en perseguir.
Quizá por ello el hombre ha conseguido mantenerse en la elite hasta casi los 41 años, toda una proeza: seguramente se aplicó a sí mismo aquella frase antológica que se le atribuye al bético Rogelio: “Corren los que huyen”.
Salud!
Rogelio ... era uno de esos futbolistas considerados un mito en sus equipos, como Violeta en el Zaragoza, Herman en Las Palmas, José María en el Español, Vava en el Elche, Neme en el Pontevedra o Manolo en el Celta.
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