26 de enero de 2016

Niños en el Prado


El pasado viernes, día de San Vicente, fue festivo en Huesca; con tan grato motivo, en compañía de un buen número de gente de bien y aprovechando el regalo de tener  AVE diario en Huesca, hice un viaje de ida y vuelta en el día a Madrid. Una vez llegados a la capital, que nos recibió con un día más bien gris, la primera visita tuvo como destino el Museo del Prado; estuvimos viendo una maravillosa exposición del pintor francés Jean-Auguste-Dominique Ingres y además de disfrutar sus formidables retratos y escenas históricas y literarias, pude comprobar las ilimitadas posibilidades que tiene el museo para gozar del arte de mil maneras distintas y en casi todos lo ámbitos posibles.

Y durante mis paseos por los distintos salones del lugar, entre históricos y bellísimos cuadros de Velázquez, Rubens, Goya, El Bosco, ... llamó mi atención la llamativa cantidad de grupos de niños, algunos de ellos de no más de 6 0 7 años, que acompañados de profesores y profesoras contemplaban las pinturas y escuchaban las correspondientes explicaciones de sus maestros con esa mezcla de ojos asombrados, incapacidad de estarse quietos y adorable naturalidad que habitualmente sólo se encuentra en los infantes. Era todo un adorable movimiento de idas y venidas, miradas inquietas, dedos levantados, comentarios ingenuos e inteligencia despierta que daba brillo y luz al espacio y al momento, a la vez que nos convertía al resto de visitantes en personajes más torpes, poco sueltos y con algo menos de capacidad de ilusionarnos y disfrutar sin cálculos ni medidas.

Al pensar en estos deliciosos seres, con palabras del viejo programa de televisión "esos locos bajitos", la primera tentación es cultivar el deseo de un imposible regreso a la infancia, aunque cuando lo piensas mejor terminas descubriendo que podría ser más sencillo no jugar a viajes al pasado, no tentar a la ciencia ficción y limitarnos a actuar, sin varias nuestro exterior adulto, con la misma sencillez, inocencia y verdad que esos niños y niñas que asistían encantados a sus primeras visitas culturales.

10 comentarios:

Susana dijo...

Volver a ser inocente ya es un poco difícil. Un beso.

Brunetti dijo...

Tengo la ligera impresión de que ese mismo día, más tarde, cuando los amigotes oscenses os encaminasteis al barrio de La Latina para sacudiros un completo cocido madrileño en el clásico restaurante Malacatín, ya no había tantos infantes merodeando por las mesas, ¿verdad, amigo?

Salud!

Modestino dijo...

Veo que tienes información privilegiada, Brunetti. No, no había niños ... aunque comida hubo para un regimiento de ellos.

paterfamilias dijo...

¡Qué bien te lo montas! ... y lo que me alegro.

Marta dijo...

¡Benditos ellos... y benditas vuestras miradas!

¡Abrazo!

Modestino dijo...

Amen¡¡¡¡¡

Marta dijo...

"En los ojos de los jóvenes vemos LLAMAS pero es en los
ojos de los mayores donde vemos la LUZ"

(Víctor Hugo)

Marta dijo...

"En los ojos de los jóvenes vemos LLAMAS pero es en los
ojos de los mayores donde vemos la LUZ"

-Víctor Hugo-

Modestino dijo...

Muy bonito ... y muy profundo.

ELENA LARPEL dijo...

Buenas tardes Felipe. Estupendo blog. Mi más sincera enhorabuena:)))