A lo largo de la semana ha habido abundantes polémicas en torno a algunas de las cabalgatas de Reyes organizadas por Ayuntamientos de nuevo cuño. En fotografías y reportajes he visto unas cuantas muestras de un gusto bastante dudoso, y mi intuición -que no siempre acierta- me lleva a pensar alguna que otra "maldad", pero no quiero entrar en excesivas valoraciones, entre otras cosas porque la ilusión de los niños no entiende demasiado de matices ni segundas intenciones ... gracias a Dios.
Pocos momentos del año tienen la magia y el sentimiento de la noche de Reyes, si volvemos a esas noches de nuestra infancia -y no me cabe duda que volver a sentirnos niños de vez en cuando es un ejercicio sano- sentiremos de nuevo las emociones, las esperanzas, ... esos ratos entrañables que nos volvían tiernos, adorables e inquietos. De mi época de adolescente recuerdo una de esas conversaciones de amigos en el que uno afirmaba que los "Reyes Magos" eran algo que tenía que haber sido verdad, y no se refería a la historia sagrada, que ni entonces ni ahora la ponía en duda, sino a esos Reyes que traían regalos, a esa tradición sobre la que un día nos abren los ojos y nos dan la primera frustración de nuestra vida.
¿Por qué cambiar lo que ha funcionado tan bien? ... debería ser un orgullo el saber respetar las tradiciones, ¿por qué ese afán de desmitificar, de pasar página, de borrarlo todo?. Como decía aquél, los experimentos con gaseosa. Y maldito sea si existe alguien que pretende derribar ilusiones, si hay quien considera que la costumbre finiquitada, si se pretende ideologizar el tema y mezclar la candidez de los niños con banderías de mitin y pancartas.
2 comentarios:
Es una vergüenza. Un beso.
Cuando se piensa que todo lo que se cambia es para bien, sin pararse un momento a pensar si esos cambios eran necesarios, y cuando todo se realiza desde el prisma de la ideología, entonces es que estamos ante una sociedad un poco enferma de revanchismo incomprensible.
Publicar un comentario