La noticia no es de ayer, ya hace varios meses que cuando cruzo el paso de peatones que une en Zaragoza el Paseo Pamplona con el de María Agustín, un chaflán que protagonizó casi a diario los primeros dieciocho años de mi vida y que he vuelto a frecuentar desde que hace más de trece regresé a Aragón, compruebo que el local que durante tanto tiempo ocupó el "Mesón del Carmen" está cerrado y con carteles de traspaso. No cabe duda de que los años no perdonan y el restaurante citado hace tiempo que había dejado de ser referencia importante en las ofertas gastronómicas de la ciudad, pero no puedo evitar sentir algo de nostalgia y cierto vacío interior al comprobar que desaparece de nuevo uno de esos lugares que cuando eres niño tienes la sensación de que son poco menos que perennes.
El "Mesón del Carmen" era posiblemente el último resquicio de la primera manzana de los impares de María Agustín en su parte de Hernán Cortés -Madres Sacramento y Capitán Esponera, que ahora se llama no se como, son las otras calles que la componen-, el último establecimiento que ha aguantado los envites del tiempo, las circunstancias de las épocas y los caprichos de la gente. Allí estaba la salida de los autobuses de "ägreda Automóvil", que se fueron a la fría modernidad de la Estación Delicias, una tienda de alpargatas que vete a saber cuando se cerró y un bar que respondía a nombre tan propio como "Taberna Aragonesa", un establecimiento que recuerdo de mis años infantiles con aromas de caña, vino y patatas fritas de las que iban envueltas en papel amarillento.
La vida sigue y para muchas generaciones el "Mesón del Carmen" no será más que otro restaurante cerrado, un establecimiento que tuvo tiempos mejores y cuya caía llorarán pocos, pero para quienes peinamos canas y tendemos a caer en la debilidad de las añoranzas, no deja de revestir ciertos tonos de trauma.
4 comentarios:
Sí, esa esquina ya no será la misma
Ahora todos son tiendas de chinos, franquicias, ventas baratas, establecimientos impersonales, ...
A mí también me dió mucha pena que se cerrase. Probablemente no supo adaptarse a los nuevos tiempos, pero eso no es óbice para que se sienta una nueva pérdida de establecimiento de siempre en Zaragoza.
Hacía muchos años que se había anquilosado; una pena.
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