1 de mayo de 2014

Abril literario

En abril he terminado nada menos que nueve libros; sin duda los días de Semana Santa han favorecido el incremento del número, sin olvidar que los tres primeros ya los tenía avanzados al comenzar el mes y que el de Richard Ford ya venía "de lejos".. Un mes que literariamente ha venido marcado por la muerte de un premio Nobel, Gabriel García Márquez., lo queme  ha forzado a comenzar a cubrir una de mis tantas lagunas literarias. 

Ya he hablado algunas veces de aquellas novelas que uno elige para oxigenar; un recurso que no suele fallar es el de los Thriller, esos relatos en los que hay acción, intriga y protagonistas que se arriesgan; y un buen thriller es sin duda "Sin una palabra", la primera novela traducida al castellano del norteamericano residente en Canadá Linwood Barclay, 400m páginas que no te dan descanso, especialmente a partir de que pasas el ecuador del libro. Barclay nos cuenta una historia tremenda, una chica de 15 años que un día, al despertarse, comprueba que sus padres y su hermano mayor han desaparecido sin dejar rastro; 25 años después el caso despierta y el autor de la novela consigue construir un relato ordenado y convincente; he de admitir que ésta ha sido una de esas novelas que te cogen, que se convierten en aditivas, por mucho que su riqueza literaria no pase de un texto bien escrito. En algunas ocasiones me ha recordado a Mary Higgins Clark, aunque el libro no tiene el ambiente selecto que suele reflejar y su acción es más trepidante que la de la veterana escritora neoyorkina. Es curioso cómo el relato es narrado en primera persona por el marido de la protagonista. No faltan los toques emotivos, sobre todo al final, ni la vuelta de tuerca en las últimas páginas. Una novela de mucha acción, de mucha intriga y con un misterio francamente complicado de resolver, aunque ya se sabe que en la ficción todo se consigue.

Hasta ahora el único libro que había leído de Mario Vargas Llosa, premio Nobel de literatura 2010, era "La fiesta del chivo", sin duda una obra maestra, pero en cualquier caso un bagaje escaso a la vista de la enorme calidad literaria del escritor peruano. He reducido en algo este déficit con su última novela, "El héroe discreto", posiblemente una obra menor dentro de los libros escritos por Vargas Llosa, pero desde luego una novela magnífica. El libro se lee de un tirón, fundamentalmente porque su autor escribe con una soltura y una elegancia enorme, siempre con los giros propios de su tierra que exigen un frecuente uso del diccionario, además de haber logrado un relato ameno, a ratos divertido e interesante. Los personajes me han encantado, algunos de ellos con una bondad y una sencillez apabullantes, como D. Felicito Yanaqué, D. Rigoberto y Dª. Lucrecia, el sargento Lituma, ... unos personajes llenos de vida, creíbles y con los que te identificas, incluso con aquéllos con un toque de debilidad; Vargas Llosa incluye ese toque mágico, casi sobrenatural con el misterioso Edilberto Torres, un curioso sujeto que se aparece a Fonchito, hijo de D. Rigoberto y Dª Lucrecia y que uno no termina de aclararse quien es, aunque no hace falta porque forma parte den encanto del relato. El gran escritor hispanoamericano nos relata dos historias paralelas que, como uno espera desde el principio, terminan conectando, y lo hace con una maestría tal que logra que en ningún momento pierdas el hilo de la narración; consigue una narración ágil, original, llena de ironía y chispa, ... sencillamente deliciosa.

Hacía tiempo que debía haber reanudado la lectura de la serie de "Los Reyes malditos" escrita por Maurice Druon, una auténtica joya literaria, pero como no se puede abarcar todo lo que apetecería leer, he tardado más de dos años en hincar el diente al segundo volumen, "La reina estrangulada", un relato que se inicia con lo que acaba "El rey de hierro": el fallecimiento de Felipe el Hermoso. La novela es una continua relación de traiciones, castigos, ambiciones y conspiraciones, con un tono dramático tremendo y en la que se refleja la dureza de la época y la crueldad de tantos personajes históricos. El núcleo de la narración se halla en el breve y convulso reinado de Luis X, llamado con toda justificación "El turbulento", la caída en desgracia del ministro principal de su padre, Eguerrando de Marigny, las complicaciones de encontrar Papa en un convulso e interminable Cónclave y en la situación de la mujer del rey, Margarita de Borgoña, presa por adulterio y rechazada por su esposo. Una historia apasionante relatada con maestría por Maurice Druon y que vale la pena leer y releer. Pienso que es una serie que no debe faltar en cualquier biblioteca que se precie.

No es la primera vez que nos encontramos con una versión actual de personajes e historias antiguos; ahora bien, no deja de ser todo un atrevimiento resucitar al inspector Philippe Marlowe, el mítico detective creado por Raymond Chandler, aunque la nueva historia venga firmada nada menos que por Benjamin Black, el pseudónimo con el que el irlandés John Banville, eterno aspirante al Nobel, firma sus relatos policíacos. Black asumió el riesgo con "La rubia de ojos negros", y desde mi punto de vista ha salido plenamente airoso del reto. No soy capaz de hacer comparaciones entre este libro y los de Chandler, no soy ningún experto y tampoco me parece que haya de haberlas; solamente puedo decir que la historia me ha gustado y mucho. Por un lado está escrita con la maestría habitual del autor irlandés, a la vez que nos muestra unos personajes francamente atractivos -además, evidentemente, del conocido detective protagonista y algún reaparecido más- y un argumento sólido y que mantiene el interés. El cóctel tiene todos los ingredientes propios del genero: protagonista descarado, "femme fatale", malos malísimos, personajes siniestros, engaños, torpezas, debilidades, ... Benjamin Black asumió una empresa complicada y ha superado el riesgo con firmeza, ahora queda la duda de si va a continuar exprimiendo el "limón" o todo quedará en experimento aislado, ... yo apostaría por esto último, pero tiendo a equivocarme en estos pronósticos.

"El día de la independencia" es la segunda novela de la trilogía escrita por Richard Ford y que protagoniza Frank Bascombe; Ford es uno de los representantes de lo que se ha llamado "realismo sucio" norteamericano, junto a otros autores como Raymond Carver, John Fante o Charles Bukowski. Esta novela la he ido leyendo a trompicones a lo largo de cuatro meses, y pienso que ese ha sido mi error. Como ya me ocurrió con la primera entrega, "El periodista deportivo", me ha costado hacerme con el estilo del autor y en ocasiones se me ha hecho cuesta arriba enfrentarme a tantas páginas de lectura, nada menos que 564. Ha habido ratos en que me ha costado enterarme de lo que cuenta Ford, aunque también los ha habido en los que he disfrutado como un enano, especialmente cuando cuenta las negociaciones del protagonista, que ha pasado de la prensa deportiva a los negocios inmobiliarios, con un rancio matrimonio americano que quiere comprar una casa y los largos capítulos en los que narra el viaje que realiza con su conflictivo hijo adolescente Paul al "Pabellón de la Fama". Richard Ford escribe con maestría y refleja a la perfección la América menos glamourosa, el ciudadano de a pié, especialmente el mundo de los perdedores. Pero pienso que es una literatura que exige concentración y dedicación exclusiva, y allí ha debido de estar mi gran error. No obstante, pienso concluir la trilogía y a no tardar iniciaré "Acción de gracias", la novela que la cierra.

En los últimos años se ha comenzado a publicar en España las novelas de George V. Higgins, un escritor norteamericano fallecido hace ya 15 años y que muchos consideran un genio infravalorado; su escrito más célebre fue "Los amigos de Eddie Coyle", aunque el primero que he leído ha sido "Mátalos suavemente". No cabe duda de que se trata de novela negra en estado puro, lo importante del libro es el ambiente -los bajos fondos de Boston- , los personajes -todos pertenecientes al mundo de los asesinos a sueldo, los delincuentes de baja estofa y los abogados corruptos- y el aire interno de la novela. En "Mátalos suavemente" destacan sobremanera los diálogos, todos ellos bien elaborados, bastante duros y bestiales. No hay una trama concreta, ni por supuesto un ápice de intriga, Higgins nos cuenta, en toda su crudeza, una venganza, el implacable castigo a tres delincuentes de poca monta, auténticos perdedores que pasan más tiempo a la sombra que en la calle, por parte de asesinos sin escrúpulos. A ratos la lectura se hace complicada, porque el autor no siempre llama a los protagonistas con el mismo nombre y parece jugar con el lector. Las últimas diez o quince páginas me han parecido geniales, no por el desenlace en sí, por otra parte bastante previsible, sino porque el relato, los diálogos en concreto, parecen perfeccionarse en los últimos capítulos. El libro se llevó al cine por Andrew Dominik y con Brad Pitt en papel estelar, aunque por lo visto sin excesivo éxito.

"El leopardo de medianoche", de James McClure, es una novela que andaba por la estatntería de mi cuarto desde hace bastantes años; está editada por "Funambulista", una editorial con fama de seleccionar sus libros y se trata de una novela policíaca ambientada en el país del autor, Sudáfrica. Está escrita en 1975, es decir en plena vigencia del "apartheid", circunstancia que tiene notable importancia en el relato, pues entre otras cosas pone de manifiesto una llamativa crítica de la discriminación de las personas de raza negra. Como bien se expresa en los habituales comentarios de contraportada, el libro es algo más que una novela de intriga, pues McClure hace una profunda crítica político-social, además de que su contenido literario va más allá del simple relato policíaco. El modo de escribir del autor es curioso: no se trata de una novela fácil de leer y hay que hacerlo despacio, sabiendo entender el toque satírico del la narración, su finalidad crítica y la complicada forma en el que los dos protagonistas, el teniente Kramer, de raza blanca y su ayudante el sargento zulú Zondi, van resolviendo los crímenes que se suceden, que por cierto son bastante sangrientos.

De Agatha Christie lo he leído casi todo, aunque haca ya tantos años que no me importaría repetir unas cuantas novelas; entre las pocas que tenía pendientes se encontraba "Telón", relato que aparece con el subtítulo de "Último caso de Poirot"; una de las razones por las que no lo había leído derivaba de cierta resistencia a un libro en el que la autora mataba a su célebre detective belga, y es que uno tiene su corazoncito y se acaba apegando a los personajes por mucho que sean tan peculiares y empalagosos como Poirot. En el libro la llamada "reina del crimen" nos vuelve a situar en Styles, sede del primer caso del referido detective, y nos plantea una intriga muy bien elaborada, como si quisiera cerrar la serie esmerándose especialmente. Ha sido una delicia volver a disfrutar con los personajes, la ambientación, el clima tan llamativamente británico, los habituales juegos de despiste de la escritora y el final que, por mucho que te hayas habituado al estilo de Agatha Christie, siempre tiene algo de inesperado. Hay quien piensa que las novelas de la escritora inglesa se han quedado anticuadas, yo no comparto tal opinión, para mí leerlas siempre será como volver a las fuentes.

En el mes de abril falleció Gabriel García Marquez, ante su muerte ha habido quienes le han negado el pan y la sal por simples motivos ideológicos y quienes han caído en el más ridículo snobismo; escuchando la opinión de unos cuantos cuya sapiencia literaria no me ofrece duda alguna me quedó bien claro que se trata de un autor de primera fila de quien debía reconocer no haber leído nada. Por eso me embarqué en la empresa de cubrir esta laguna y terminé el mes leyendo "El coronel no tiene quien le escriba", un breve y delicioso relato que cabe encajar en lo que algunos llaman el realismo mágico. La vida mísera del viejo y decrépito coronel protagonista, su infructuosa espera de una pensión de la administración, la esperanza depositada en el gallo de pelea, un animal que acaba siendo parte esencial de la narración. El placer de la lectura de "El coronel no tiene quien le escriba" va aumentando conforme avanza la lectura, que resulta cada vez más grata y te introduce en un mundo especial. Habrá que empezar a atacar las novelas más extensas de García Márquez.

6 comentarios:

interbar dijo...

Hay una novela corta pero muy buena de Vargas LLosa: ¿quién mató a Palomino Molero?, merece la pena.

Modestino dijo...

Gracias!, tomo nota.

Tintin dijo...

Gracias Modestino por tus interesantes lecturas y recensiones que invitan directamente a leer !

Modestino dijo...

Intuyo que en mayo caeran menos ... Un saludo!

Anónimo dijo...

Desde luego este mes has reunido a varios de mis escritores favoritos; Agatha Christie, Gabriel Garcia Marquez, Mario Vargas Llosa y Maurice Druon... ninguno defrauda

Modestino dijo...

Son primeros espadas, sin duda.