29 de enero de 2013

El garito de la Rambla Vieja


Como ya he contado en otras ocasiones, viví 22 años en Tarragona, y una de las consecuencias que trajo este dorado exilio catalán consistió en tener que vivir mi zaragocismo desde la lejanía. En la actualidad, con el fútbol pagado por televisión y, fundamentalmente, por vía de internet uno puede estar al día de los partidos, las lesiones, los fichajes y cualquier otro tipo de noticias relacionadas con el mundo del balón. Pero durante muchísimo ti empo no tuve otra posibilidad de seguir al equipo de mis amores, amen de las pocas referencias al mismo que hacían en los diversos programas deportivos de ámbito nacional de las emisoras de radio, que la lectura del Heraldo de Aragón -algo que a algún talibán de la zona le parecía manifestación de poca adaptación al terreno- o intentar conectar con el programa de Radio Zaragoza que a última hora de la tarde dirigía Ortiz Remacha, para lo cual tenía que acudir a la zona de la ducha y poner un viejo transistor de los llamados "loros" en una posición concreta.

El tema de los partidos tenía su miga; por supuesto solamente había posibilidad de escucharlos en directo cuando los blanquillos se enfrentaban a culés o periquitos, algo que no era excesivamente aconsejable a la vista de la escasa imparcialidad -lógica por otra parte- de quien los retransmitia, además de que el Zaragoza no ha sido históricamente equipo al que le televisaran excesivos encuentros. Por esta razón solía escucharlos a través de los distintos "carruseles" deportivos de la radio, con preferencia al de la SER , donde lucían Joaquín Prat, José María García -hasta su marcha a Antena-3-, Héctor del Mar y otros o el "Tablero Deportivo" de Radio Nacional, que no tenía publicidad y donde me gustaba especialmente la objetividad y ponderación del corresponsal en Zaragoza Vicente Merino, un hombre de una voz elegantisima. Así, he vivido durante quinquenios domingos llenos de anuncios de "Soberano" y "Anis de la Asturiana", de relojes "Seiko", brandy "Terry", "Autorradio de Val", y demás, alimentados con los gritos y comentarios, tantas veces desproporcionados y excesivos, de Alfonso Guzman, Paco Ortiz, "Chencho", Manolo Oliveros, Erostarbe, y tantos otros.

Pero muchas veces, al llegar el descanso andaba tan nervioso que optaba por ir a darme una vuelta por la ciudad y no conocer el resultado definitivo hasta el final. Fueron muchos los minutos gastando suelas de zapatos por diferentes calles del centro de Tarraco: Prat de la Riba, Gasómetro, Apodaca, la Rambla Nova, Plaza Verdaguer, la de la Font, ..., caminaba nervioso, frecuentemente entre oscuridades, fríos y nieblas, hasta el momento en el que podía enterarme cómo había terminado el partido de mi equipo, al que había dejado en el descanso con el partido encaminado, cuesta arriba o en situación de incertidumbre. Al llegar la hora aproximada de fimalización los encuentros -entonces casi todos eran a las 5 de la tarde y ese momento llegaba entre las 18.50 y las 18.55- me acercaba a un pequeño establecimiento de la Rambla Vella, enfrente de la iglesia de San Francisco, donde se despachaban quinielas y lotería y en el que existía una pizarra donde ponían con tiza el resultado final.

La referida pizarra siempre estaba apoyada, cara al exterior, en la puerta de cristal del garito y en ella figuraban los resultados en blanco, salvo lógicamente los relativos a los encuentros jugados el sábado; en un momento dado aparecía un hombre ya mayor, calvo, bajito, algo encorvado, de modos pausados y con bigote que apoyaba la pizarra en un estante e iba apuntando los resultados. En la puerta siempre nos agolpábamos seis o siete personas que mirábamos impacientes a la espera de saber el resultado del equipo de nuestros amores, no sin cierta desesperación pues el hombre era de un perfeccionismo notable y llegaba a borrar números si no quedaban correctamente escritos. Cuando llegaba el partido del Zaragoza, las sensaciones variaban según jugaba fuera o en casa: si había actuado de visitante la cifra inicial era ya significativa: un 0 aseguraba haber puntuado, un 1 -incluso un 2- dejaba alguna esperanza, mientras a partir de 3 uno quedaba seguro de haber palmado sin necesidad de comprobar la cifra correspondiente a tu cñub. Pero cuando jugabas de local, un 1 y, sobre todo, un 0 en primer lugar te dejaba hundido, mientras que con cifras superiores podías anticipar la celebración.

Pero había ocasiones en las que cuando llegaba el individuo ya había dejado la maldita pizarra de nuevo apoyada en la puerta, y entonces quien suscribe solía realizar unas operaciones que creo no haber contado nunca y que al recordarlas no dejan de ponerme colorado; me acercaba lateralmente al hueco existente antes de la puerta y miraba de tal manera que no se me mostrara el resultado completo, sino primero los goles del equipo local y posteriormente los del visitante, de manera que volvía a sentir las sensaciones antes citadas. Evidentemente, la emoción era especial cuando no sabía nada del partido, pues cuando ya acudía con conocimiento del resultado al descanso tenía alguna pista. Posteriormente regresaba a casa bien satisfecho o bien con el rabo entre las piernas.

Así de miserables somos los humanos, ... o más bien los hinchas futboleros, diría yo.

10 comentarios:

tomae dijo...

...hay quien pasa el tiempo rezando por su equipo, pero me cuesta creer que eso sirva para mucho, más cuando el mismo Diego Armando Maradona dijo que Dios es del Bar...aunque la Pilarica también manda ...¡menudo misterio!

Modestino dijo...

Yo en El Pilar siempre pongo mis velas por el Zaragoza, luego la Virgen ya hará con las mismas lo que convenga. Pero llevamos tres años salvándonos de milagro ...

Brunetti dijo...

A veces, cuando paso por ese punto de la Rambla Vella, me acuerdo de ti y de los sufrimientos (y alegrías) que experimentabas ante aquella pizarra.

Lógicamente, aquel chiringuito ya no existe (creo que hay una panadería), e imagino que el hombrecillo de la tiza debe de estar ya muerto (o muy perjudicado, si es que aún vive).

En menos que canta un gallo, hemos pasado de la pizarra y la tiza a poder seguir los partidos ON LINE en el teléfono móvil.

Pero una cosa tengo clara: aunque la tecnología siga avanzando a pasos de gigante, la gente tan futbolera como tú seguirá sufriendo por su equipo y muchos de ellos preferirán dar un paseo, o meterse en la cama, o irse al cine, antes que seguir en directo las andanzas de su equipo.

Ese proceder tan extraño solo lo entiende una pequeña parte de la población, entre la que modestamente me incluyo.

Salud!

Modestino dijo...

El tiempo ha pasado muy deprisa, y nos hemos hecho mayores.

Driver dijo...

Y digo yo, así a vuela pluma, sin pensarlo mucho pues lo de pensar mucho nunca se me ha dado bien, y la experiencia me indica que sólo me sale bien lo que improviso..., digo que si a tí, Modestino, no se te ha ocurrido nunca publicar un libro sobre las crónicas de tu zona.
Osea, ser cronista.
En la biblioteca de mi padre hay varios libros de cronistas de Murcia, donde describen lugares, fiestas y costumbres.
Estas publicaciones las escribían periodistas en el final de su carrera, sin grandes pretensiones literarias, pero con gran cariño y verbo costumbrista.
Me da, que en la actualidad, los periodistas están ocupados en labores menos prosaicas.
Y que tal vez, digo tal vez porque no lo se, tú podrías desarrollar esa labor.
Suelen ser libros tiernos, de tiradas locales, que ocupan un lugar destacado en las bibliotecas de las gentes enraizadas con su tierra.
Yo, sin ir más lejos, los adquiriría; pues hoy mejor que nunca las noticias locales, las pequeñas historias, incluso esas conversaciones entre paisanos, destacarían en un fondo de armario donde las palabras se van vaciando de contenido, en un atropello estéril e inquietante.

¡Te animo pues!
Eso sí, sin pensármelo mucho.
A vuela pluma o capón, que diría mi abuelo.

Modestino dijo...

Es una idea, pero a lo mejor podría limitarme a recopilar lo ya hecho...

Driver dijo...

Si acometieras tal empresa, no olvides recopilar esos encuentros casuales con gente de todo tipo.
Tienen un contenido humano y un interés literario innegable.
Son..., cómo decir, aleatoriamente entrañables.

opinadora dijo...

La verdad lo tuyo con el fútbol es devoclon y nunca mejor dicho con lo de poner velas al Zaragoza,no lo había oído nunca.Cada uno tiene sus debilidades desde luego,que no lo crítico ,sólo que me llama la atención.

Modestino dijo...

Lo de las velas lo hice por vez primera el año que estuvimos en segunda, y dio resultado; pero vamos ... imagino que hay cosas más importantes a las que aplicarlas.

Anónimo dijo...

Que grande!