Ayer, 21 de abril, falleció en Barcelona a la edad de 89 años Juan Antonio Samaranch, un español que legó donde pocos lo han hecho, pues fue presidente del Comité Olímpico Español. A Samaranch le recuerdo como el hombre que revitalizó el deporte español en los años 60, cuando estábamos en mantillas y andábamos viviendo a golpe de las hazañas de unos pocos nombres brillantes como Federico Martín Bahamontes, Manolo Santana, Francisco Goyoaga o Pepe Legrá; Samaranch era Delegado Nacional de Educación Física y Deportes, más o menos el cargo que ahora desempeña Jaime Lissavetsky, y vino a darle al mismo un aire nuevo, muy alejado de los clichés oficialistas, rancios e inmovilistas de la época. Iniciativas suyas fueron las campañas del "Contamos contigo" y "Vive deportivamente" y gracias a él se comenzó a contar algo en el panorama del deporte internacional.
Este catalán universal escaló mucho y rápido en el panorama deportivo internacional: los datos y las fechas abundarán por la prensa impresa y digital, pero recuerdo perfectamente como ya en las Olimpiadas de Múnich de 1972 era uno de los que llevaban la voz cantante durante las dramáticas jornadas del secuestro de la delegación israelita que acabó en tragedia. Ignoro como se puede llegar tan alto, pero por encima de influencias y habilidades a la hora de trepar, entiendo que solamente alguien con una gran capacidad de trabajo y una notable inteligencia es capaz de hacerlo, máxime cuando ese ascenso comenzó cuando en España aún existía un régimen no democrático y el país todavía andaba carente de fuerza en el panorama de la política occidental, incluyendo la deportiva.
La figura de Juan Antonio Samaranch siempre andará unida a los magníficos Juegos Olímpicos celebrados en Barcelona en el año 1992, un evento que fue un éxito internacional espectacular que quedó embellecido, si cabe, con una formidable actuación de los deportistas españoles, quienes consiguieron la friolera de 22 medallas, cifra que, ni de lejos, se había producido hasta entonces y, por desgracia, aún no se ha repetido. La imagen de Barcelona, Cataluña y España quedó engrandecida por esos juegos que, y no me extrañaría que sea algo que incluir en el haber de Samaranch, en ningún momento se convirtieron en ocasión de politizar y enarbolar "pendón" alguno, no hubo necesidad de colocar "caganer" en el Belén olímpico.
En una sociedad en la que a veces somos estrechos y retorcidos, no faltarán quienes impongan a este prohombre del deporte etiquetas negativas, pues ya se sabe que para algunos solamente se puede triunfar en la vida a base de trampas, enjuagues o puñaladas traperas, siempre habrá quien, aludiendo a tópicos tan remanidos y distintos como sus cargos durante el franquismo, una pretendida pertenencia a la trilateral o equivalentes o vete a saber que vinculaciones, pretenderá deslucir la figura de este hombre, a quien nunca conocí personalmente, cuya vida no conozco al dedillo, pero que no tengo duda alguna que dejó siempre en lugar muy alto el nombre de España, trabajó para mayor gloria de su país y supo representar a todos los españoles sin discriminación alguna.
2 comentarios:
Me han parecido de un desacertado subido las declaraciones de algunos personajes, como el socialista catalán que en su blog califica a Samaranch de nazi .... queda claro que sigue habiendo mentes estrechas y corazones vacíos.
No se trata de canonizar a nadie, simplemente de respetar a los muertos y valorar lo de positivo que hayan hecho. Siempre hay quien se cree que posee la exclusiva de la libertad ... demasiado stalinista suelto.
Solo puedo pensar que desde su puesto Juan Antonio Samaranch trabajo por el deporte en general y por el deporte español; ¿como no mostrar gratitud a alguien que de forma publica y notoria trabaja por nosotros?
Antes de publicar determinados comentarios deberian pensar que todos tenemos familia y se debe guardar un respeto por el dolor por el que esa familia estaría pasando.
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