26 de agosto de 2009

El último del clan



Ayer, a la edad de 77 años, falleció Edward Kénnedy; al senador demócrata se le había diagnosticado hace poco tiempo un tumor cerebral contra el que al parecer ha luchado de manera ejemplar. Basta darse un garbeo por la red para encontrar todo tipo de datos, valoraciones, anécdotas y, sobre todo, alabanzas, por lo que me remito a la prensa, escrita y digital, por lo que se refiere a loa biografía del menor de los Kénnedy.

El apellido Kénnedy es marca cualificada en la historia reciente de los Estados Unidos; la carrera política de los hermanos Kénnedy la viví siendo un niño, con lo que difícilmente puedo tener unan opinión seria y formada sobre la misma; sí que recuerdo perfectamente el momento en que me enteré de los asesinatos de John y Robert Kénnedy; el primero se produjo el 22 de noviembre de 1963 en Dallas, un día antes de cumplir yo 5 años y tengo grabado el momento en que estando yo cenando en la cocina de casa entró mi padre comentando que habían matado a quien era entonces presidente de los Estados Unidos; su hermano Robert fue asesinado el 6 de junio de 1968 en el Hotel Ambassador de Los Ángeles cuando había consolidado su carrera para conseguir la presidencia de USA, también me acuerdo que ese día estaba de excursión con el colegio al Castillo de Loarre y escuché a un profesor comentarle a otro desde lejos el trágico suceso.

En aquellos momentos, para un niño ingenuo y poco maleado, los Kénnedy no eran más que unos políticos que caían simpáticos porque sonreían, tenían aspecto juvenil y encima eran católicos. La huella de la muerte de John no pasó de ese recuerdo puntual que he referido; al cabo del tiempo lo único que quedaba era la presencia en la prensa de su viuda, Jacqueline, una mujer con mucha personalidad que aparecía con frecuencia en el Hola. La muerte de Robert me pilló con más capacidad de racionamiento; creo recordar que sucedió poco tiempo después del asesinato de Martin Luther King, y ambos hechos me llevaron a comprobar la existencia evidente del mal, a tener conciencia de cómo se podía frustrar de un plumazo toda la ilusión, y también la ambición, de una vida.

Edward Kénnedy era el tercero en discordia, y en mi simplísima cabeza infantil no cabía ninguna duda de que este hombre podría alcanzar lo que tan poco le duró a su hermano mayor y lo que nunca llegó a ser su hermano Robert. Seguro que estos días van a ser tiempo de grandes análisis, de esta manera todos podremos conocer un poco más los entresijos de la carrera política de un hombre que parecía llamado a las máximas instancias de poder y al final solamente aspiró a ser senador.

En la historia de Ted Kénnedy también existe un punto oscuro; el 18 de julio de 1969 el entonces joven senador regresaba de una fiesta junto a su secretaria, Mary Jo Kopechne, y su vehículo se precipitó a un canal en la isla de Chappaquiddick, en Massachusetts; Ted pudo salir pero no su acompañante, quien murió asfixiada. Kennedy abandonó el lugar y no dio parte a la Policía hasta el día siguiente, en un episodio que aún hoy está rodeado de misterio y cuya sombra le ha acompañado desde entonces. Muchos aseguran que aquí está el porqué de que su aspiración a ocupar la Casa Blanca quedara frustrada. En 1980 realizó su única intentona para ser elegido candidato por el Partido Demócrata, perdiendo las primarias con el entonces presidente Jimmy Carter, quien luego caería derrotado en noviembre frente a Ronald Reagan.

Al parecer Ted Kénnedy era un auténtico "animal político", un hombre apasionado por su trabajo como Senador y que intervino en múltiples decisiones y proyectos. Su vida familiar no fue tampoco fácil, con un matrimonio complicado con su primera esposa, Joan, y con la batalla contra el cáncer que le costó la pierna a su hijo primogénito. Cuentan los expertos que la gran pasión del senador Edward Kénnedy siempre fue la reforma sanitaria y que la sanidad USA le debe muchísimas cosas; al parecer también fue muy importante su papel en la elección como candidato a la presidencia por el Partido Demócrata del actual presidente Obama.

Con el fallecimiento de Edward Kénnedy un apellido ilustre, importante, llamativo, ... también polémico, entra en la historia definitivamente.



16 comentarios:

ana dijo...

Es cierto como ante determinadas noticias, recordamos lo que estábamos haciendo en ese momento en el que nos es dada a conocer.

Toda una saga que termina su andadura política. Y a saber, cada alma, las valentías y cobardías que sostiene. Pero para ello solo cabe el silencio. Cada uno de nosotros caminamos con ese, nuestro silencio. Luchar contra un tumor cerebral no es nada fácil, pero que nada. Al final, siempre el silencio.

Y una oración, ante la despedida.

Modestino dijo...

Muy acertado lo que dices. Ahí queda la oración por su alma.

sunsi dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
sunsi dijo...

Un buena síntesis, Modestino. Recuerdo que, de pequeña, los Kennedy me parecían todos iguales.
Curiosa la mente de los niños. Lo que sí recuerdo perfectamente fue la muerte de John. Y la cantidad de comentarios que levantaba la vida de Jackeline...

Una oración por su alma.

Modestino dijo...

Jackeline daba bastante que hablar, efectivamente; era una mujer muy liberal y rompía algunos moldes. Ya no digo tras su boda con Onassis; es el problema de las viudas de los héroes, a quienes hay quién parece pretender condenar a la viudez perpetua, tema que plantea por ejemplo Antonio Gala en una de sus primeras obras de teatro, "Anillos para una fama" a propósito de la viuda del Cid, Doña Jiména.
Me acuerdo que avanzados los años 60 coincidieron en una Feria de Abril Jackeline, aún viuda de Kennedy, y Gracia de Mónaco, fue como una competición entre ambas, más clásica y glamourosa la princesa, más interesante y sofisticada la americana.

Modestino dijo...

... Sí, ya se que Grace también era americana...

Tintin dijo...

En la valoración de los Kennedy creo que, como muy bien has dicho, ha sido definitivo su aspecto atractivo y juvenil y lo glamuroso y morboso de sus amoríos. En definitiva, personas con todas las miserias y virtudes, pero llenas de un carisma especial. Como Obama, creo yo.

Modestino dijo...

En el caso de Obama me parece que aún queda por sabes sí su llegada al poder ha sido un avance o una frivolidad.
Esperemos que esté a la altura.

María dijo...

Hoy vi en las noticias que eran 4 hermanos, y que es el único que no ha muerto en condiciones "trágicas". 1 murió en la guerra y los otros dos, ya sabemos.

La anécdota, o punto negro, como tú dices es de traca... Valiente sinvergüenza. Tiene un accidentes, sale del coche dejando allí a la mujer, se va a su hotel, se ducha, se acuesta y hasta la mañana siguiente no va a la policía... Sería un "animal político", sí, pero sobre todo era un animalito!!!

Suso dijo...

Por contrastar, sacado de "Heterodoxias"

Voy viendo que los obituarios pasarán como sobre ascuas por el suceso que truncó la carrera política del último vástago de Joe y Rose Kennedy. Se mencionará, sí, pero sin entrar en detalle. "Responsable de que muriera ahogada en la isla de Chappaquiddick una joven, Mary Jo Kopechne, ex ayudante de su hermano Robert", dice, por ejemplo, el N.Y.Times. ¿Eso es todo lo que hay que reseñar de un acontecimiento que impidió que los Estados Unidos disfrutaran (padecieran) de otra presidencia de un Kennedy?

En las semanas previas al accidente de Chappaquiddick, Edward había vuelto a su comportamiento juvenil, y era otra vez el "Eddie Cadillac" que bebía en exceso y pisaba el acelerador a fondo. Parecía quebrarse bajo la presión del legado que había recaído sobre sus hombros tras el asesinato de Robert. Después de varios días de viajes y reuniones en Alaska, montó un número de borracho durante un vuelo. Profirió incoherencias sobre su padre y sus hermanos muertos, deambuló por el pasillo del avión gritando "Poder esquimal", tiró alhomadas a la azafata y panecillos a un periodista, y "los miembros de la prensa contuvieron la respiración al verlo inclinarse, tambaleante y con una taza de café humeante en la mano, sobre una mujer aterrorizada que llevaba un niño de pecho".

"A la llegada del avión a Washington, muchos de los periodistas que habían presenciado el número enviaron notas a sus respectivas redacciones. [...] pero no se publicó nada porque los medios periodísticos aún mantenían un respeto casi absoluto a lo que consideraban la vida privada de los Kennedy." (Y con ello no les hicieron ningún favor).

"[...]Los hechos de Chappaquiddick nunca se deslindaron claramente del sensacionalismo que suscitaron. Sin embargo, incluso por su propia declaración, cabe calificar su comportamiento tras el primer momento del accidente de irresponsabilidad criminal. En lugar de llamar a las autoridades para pedir ayuda, Teddy regresó al chalet alquuilado donde seguía la fiesta con las "chicas de la sala de calderas", secretarias que habían trabajado apoyando a Bobby en la campaña presidencial. Allí hizo que su primo Joey Gargan lo acompañase al lugar del accidente y juntos bucearon varias veces hasta el coche hundido. Cuando vieron que no conseguían nada, no avisaron a las autoridades, sino que se echaron otra vez el agua y cruzaron la ensenada hasta Edgartown para cambiarse de ropa y aparecer a las dos y media de la madrugada en el vestíbulo del motel como para buscarse una cohartada; y luego, desde la habitación hicieron diecisiete llamadas telefónicas, ninguna de ellas a la policía. A la mañana siguiente, se levantó y estuvo hablando con los otros invitados sobre las regatas que iban a celebrarse ese mismo día, tomó el transbordador hasta Chappaquiddick y allí se enteró de que habían encontrado el cadáver. Entonces acudió a prestar declaración".

(Extractos de "Los Kennedy", Peter Collier, David Horowitz, 1984)

María dijo...

Pues eso, Suso, un sinvergüenza

Modestino dijo...

Cuando uno se muere hay tal vez exceso de panegíricos, por eso es bueno ese extenso relato del lamentable suceso que influyó para mal en la carrera de Edward Kénnedz,
Ser un animal político es un calificativo con todo tipo de connotaciones, no todas buenas.

Tommy dijo...

El suceso de Chappaquiddick inspiró el punto de arranque de la acción de "Impacto", excelente thriller dirigido en 1981 por Brian De Palma, aunque en la peli era la amiguita quien sobrevivía (gracias a que el personaje de John Travolta pasaba por ahí) y el político quien perdía la vida.

Modestino dijo...

No sabía que el tema había dado incluso para una película.
Yo el nombre de Ted Kénnedy siempre lo he unido a lo acontecido en Chappaquiddik, a la muerte de Mary Jo Kopechne; incluso hace unos meses empecé a preparar una entrada en este blog sobre el tema, pero como no acababa de acertar con la redacción lo dejé para otro momento.
Desde el punto de vista de la persona todos tenemos derecho a ser perdonados y a otra oportunidad, pero en cuanto político, tal vez un hecho de esta naturaleza debería convertir a quién lo protagoniza en inidóneo para ocupar puestos de responsabilidad, no se puede dejar el interés público en manos de alguien capaz de algo así.

ana dijo...

A mí, de toda la saga Kennedy, la historia que más me impactó fue la de Rosemary Kennedy.

Lágrimas de dolor por su vida, por su tiempo, obligada al ostracismo. Quiero pensar que lo que se le hizo, fue buscando lo mejor, eso quiero creer. Pero lo del olvido... eso es más tremendo.

Alberto dijo...

El suceso de Chappaquiddick ya tuvo una marca indeleble para Ted Kennedy, puesto que arruinó su previsible carrera a la Casa Blanca. Su cobarde actitud en suceso sobresaliente de su vida personal anuló sus logros como político, que fueron muchos.

A veces un momento define tu vida y creo que este señor nunca se sintió bien desde que sucedió el accidente.