Pienso que nadie discute que estos días son especiales; lo que pasa es que el tema de la Navidad da lugar a diversos planteamientos, variados planes personales y muy distintas sensaciones. Para los cristianos la Navidad tiene un sentido muy concreto y claro y como no tengo ganas de elucubrar más de la cuenta, dejo aquí lo que dijo Benedicto XVI al comenzar el Adviento en su primer año de pontificado:
“El pesebre puede ayudarnos a entender el secreto de la verdadera Navidad, porque habla de la humildad y de la bondad misericordiosa de Cristo, el cual ‘de rico que era se hizo pobre’ por nosotros”.
“Su pobreza enriquece a quien la abraza y la Navidad trae gozo y paz a aquellos que, como los pastores en Belén, acogen las palabras del ángel: ‘y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre’. Este signo permanece también para nosotros, hombres y mujeres del siglo XXI. No hay otra navidad”.
Si miramos al Belén de nuestra casa, encontramos humildad, serenidad y entrega. Creo que un niño, que es Dios, sometido al poder de los hombres, las circunstancias del mundo y las inclemencias del tiempo nos tiene que enseñar a descubrir otro sentido a la vida, discurrir otros planteamientos y, en definitiva, ayudarnos a ser mejores, a ser como la Virgen y San José, que pusieron los medios para llevar cumplir fielmente su misión en la tierra.
Pero estamos en el siglo, y la Navidad presenta aspectos mucho más terrenales; durante estos últimos días he recibido montones de felicitaciones: algunas han llegado por vía tradicional, a través de esos Christmas en los que procuramos poner palabras que reflejen lo que el corazón nos dice, aunque también los hay oficiales, a veces fríos, a veces rutinarios, ... incluso, en ocasiones, pareciendo evitar toda trascendencia, casi huyendo de la palabra Navidad. La costumbre de felicitar no se ha librado del espacio cibernético y del forward, y por la red han corrido todo tipo de vídeos, power-points y archivos JPEG cargados con frases hechas y pensamientos de Benedetti, García Marquez o Víctor Hugo; todo muy bonito, aunque a uno le entra la duda de si el remitente es consciente de todos y cada uno de los destinatarios.
La misma Nochebuena se convierte en maremagnum de mensajes al móvil, con frases ocurrentes y excesivo recurso a los topicazos, aunque casi siempre existe un íntimo trasfondo de cariño y amistad. Hay muchos que, al hablar de estas fiestas, y en concreto de las reuniones familiares que conllevan, lo hacen con agobio y hasta cierto aborrecimiento; lo comprendo, porque a mí también me pasa, pero me parece que no es buen síntoma: tenemos que descubrir el valor de convivir en familia, el sentido positivo de los verbos compartir, colaborar y, por encima de todos, querer. No puede ser éste mal momento para ejercitar un deber que la caridad nos exige: aprovechar los momentos para descargar pesos ajenos y aliviar dolores profundos."No existe la Navidad ideal, solo la Navidad que usted decida crear como reflejo de sus valores, deseos, queridos y tradiciones"
“El pesebre puede ayudarnos a entender el secreto de la verdadera Navidad, porque habla de la humildad y de la bondad misericordiosa de Cristo, el cual ‘de rico que era se hizo pobre’ por nosotros”.
“Su pobreza enriquece a quien la abraza y la Navidad trae gozo y paz a aquellos que, como los pastores en Belén, acogen las palabras del ángel: ‘y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre’. Este signo permanece también para nosotros, hombres y mujeres del siglo XXI. No hay otra navidad”.
Si miramos al Belén de nuestra casa, encontramos humildad, serenidad y entrega. Creo que un niño, que es Dios, sometido al poder de los hombres, las circunstancias del mundo y las inclemencias del tiempo nos tiene que enseñar a descubrir otro sentido a la vida, discurrir otros planteamientos y, en definitiva, ayudarnos a ser mejores, a ser como la Virgen y San José, que pusieron los medios para llevar cumplir fielmente su misión en la tierra.
Pero estamos en el siglo, y la Navidad presenta aspectos mucho más terrenales; durante estos últimos días he recibido montones de felicitaciones: algunas han llegado por vía tradicional, a través de esos Christmas en los que procuramos poner palabras que reflejen lo que el corazón nos dice, aunque también los hay oficiales, a veces fríos, a veces rutinarios, ... incluso, en ocasiones, pareciendo evitar toda trascendencia, casi huyendo de la palabra Navidad. La costumbre de felicitar no se ha librado del espacio cibernético y del forward, y por la red han corrido todo tipo de vídeos, power-points y archivos JPEG cargados con frases hechas y pensamientos de Benedetti, García Marquez o Víctor Hugo; todo muy bonito, aunque a uno le entra la duda de si el remitente es consciente de todos y cada uno de los destinatarios.
La misma Nochebuena se convierte en maremagnum de mensajes al móvil, con frases ocurrentes y excesivo recurso a los topicazos, aunque casi siempre existe un íntimo trasfondo de cariño y amistad. Hay muchos que, al hablar de estas fiestas, y en concreto de las reuniones familiares que conllevan, lo hacen con agobio y hasta cierto aborrecimiento; lo comprendo, porque a mí también me pasa, pero me parece que no es buen síntoma: tenemos que descubrir el valor de convivir en familia, el sentido positivo de los verbos compartir, colaborar y, por encima de todos, querer. No puede ser éste mal momento para ejercitar un deber que la caridad nos exige: aprovechar los momentos para descargar pesos ajenos y aliviar dolores profundos."No existe la Navidad ideal, solo la Navidad que usted decida crear como reflejo de sus valores, deseos, queridos y tradiciones"
Bill McKibben
7 comentarios:
QUÉ CIERTO ES LO QUE DICES! A MI LA NAVIDAD ME AGOBIA UN POQUITO, ME HACE SENTIR LA SOLEDAD, Y TE ASEGURO QUE NO ESTOY EN ABSOLUTO SOLO , ES UNA SENSACIÓN DE VACIO DE FALSA FELICIDAD CON ALGUNOS QUE TE RODEAN, EN FIN AÑO TRAS AÑO ME PASA IGUAL, OJALA EL SENTIMIENTO QUE AFLORA FUERA DE VERDAD EL DE LA NAVIDAD TODOS LOS DÍAS DEL AÑO CON CADA UNO. FELIZ NAVIDAD; MODESTINO QUE EL AÑO NUEVO TE TRAIGA LO QUE NECESITES
Gracias por tus deseos; yo también espero que me traiga lo que necesito, aunque ahora mismo no tengo claro qué cosa es.
Las mejores Navidades de mi vida las he pasado hace un montón de años, en un orfanato de guerra, sin Benedettis ni lugares comunes, que alivio, que alivio! – Sólo niños sin nada, ni familia. Otras Navidades son para mí aproximaciones sin mucho sentido gracias a ellos, no puedo evitarlo.
Se trató, evidentemente, de una experiencia enriquecedora, hermosa y única; sin ninguna duda, Annemarié.
Muchos necesitaríamos vivencias así para quitarnos de encima tantas "pampurrias".
Anoche estuve viendo, por primera vez, la película "La vida es bella", con el actor Roberto Benigni de protagonista. Seguro que tanto tú como tus amigos blogueros la habréis visto en varias ocasiones (ya sabes que la compramos juntos en Zaragoza, no ha mucho).
Me apetece comentarlo porque, a pesar de la tristeza que la envuelve (sabes o intuyes o temes que, a pesar tantos 'gags' divertidos y tantas risas, va a ocurrir algo muy malo, pero no quieres ni imaginarte qué), al terminar de verla me sacudió un halo de optimismo que todavía me embarga. Y me pregunto si la Navidad será algo parecido a eso.
Un abrazo para ti y para toda la buena gente que 'trastea' a diario por tu ya imprescindible blog.
"La vida es bella" es un canto al amor y a la generosidad. A mi me pasó exactamente lo mismo que a tí. La he visto en varias ocasiones; una de ellas en el Talgo camino de Madrid, en el asiento de al lado iba el actor José Sazatornill "Saza", quién en varias ocasiones, como yo mismo, mojó la pestaña.
Puede que sí, que va verdadera Navidad sea esto, el personaje que encarna Benini lo da todo, al final su propia vida, para evitar que su hijo sufra, para que sea feliz y consigue salvarle la vida a costa de la suya.
No sé si viene a cuento, Modestino. Ayer era San Esteban y ya sabes que en Cataluña es fiesta. Muchas familias lo celebran como si fuera Navidad, con la familia del otro consorte.
Ayer estuvimos en Terrassa. Mi suegra es viuda, está muy mayor y tiene pocas fuerzas. Todos echaron el resto... colaborando en la cocina, alguno que comió casi de pie... Los niños recitaron su poema navideño... mi cuñado a la guitarra que también hizo fotocopias de villancicos para todos. A mí se me da bien la pandereta (no veas cómo tengo el brazo), las chicas pillan enseguida la segunda voz. Cantamos también canciones antiguas, de las que bailaban el abuelo y la abuela... y el aspirante a actor venció el corte y recitó un monólogo de Neruda. Creo que todos, en nuestro fuero interno, pensamos lo mismo. Que la ausencia del abuelo la podamos suplir con todo el cariño del que seamos capaces. Que la Navidad es "nacimiento", el del Niño. Un Niño pobre. Y hay muchas pobrezas. La ausencia es una de ellas. Ayer, de verdad que fue como un milagro. Nunca habíamos conseguido hacer una piña semejante... todos. Para que se le cayera la baba a la Sagrada Familia y al abuelo...
Claro que hubo regalos... pero el regalo más grande fue el grano de arena que cada uno aportó para recuperar el sentido de la Navidad. Dios hizo el resto.
Saludos desde Tarraco.
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