No seré yo quien caiga en el error de despreciar el pasado, de infravalorar la historia, y por encima de todo, de aparcar las palabras, las ideas, los logros y el buen ejemplo de tantos que vivieron antes que yo, de aquéllos que lucharon por sus convicciones, ejercieron sus profesiones y asumieron sus responsabilidades en tiempos remotos, muchos de ellos sin esperar mucho a cambio y todos sin las comodidades y avances de los que disfrutamos ahora.
Por mucho que hayan prosperado la tecnología y los conocimientos de todo tipo, dudo bastante que en muchos aspectos andemos a la altura de nuestros ancestros. No deja de sorprenderme escuchar la facilidad de algunos a la hora de lanzar afirmaciones sin reflexión previa alguna, de tachar de un plumazo doctrinas y pensamientos que durante siglos se han considerado enriquecedores sin más motivación que posturas y visceralidades, de proyectar nuevas interpretaciones de hechos históricos no se sabe si por profundas investigaciones o sectarias adecuaciones a intereses personales. No reniego de la educación recibida, y sigo aferrándome a una Europa que nació bajo el manto del Derecho Romano, los filósofos griegos y el humanismo cristiano.
Los grandes "avanzados" de la humanidad no han sido reservados por el destino al siglo XXI, ni mucho menos al anterior. A la hora de buscar las fuentes, de enriquecer ese cerebro que me temo pierde neuronas conforme cumples años, no termino de fiarme de cineastas sofisticados, de literatos más bien ácratas, de pensadores que nos cuentan lo que nos gusta oír ni de cualquier predicador que asoma con más oportunismo que reflexión. Me sigo fiando más de Aristóteles o San Agustín, de lo que se puede extraer leyendo a los clásicos españoles o los dramas de Shakespeare, de las enseñanzas que ofrece una lectura equilibrada de la historia, errores de los gobernantes incluidos, y, sin duda, de los Evangelios, que eso si que es palabra de Dios.
3 comentarios:
Haces muy bien. Lo antiguo ha demostrado ya su valor sobradamente. Un beso.
Tomemos un ejemplo facilito.
Ya nadie habla de la filosofía natural; y en el hipotético caso de que se organizara un debate sobre la misma en un medio de comunicación de masas, es más que probable que el presentador, el regidor, el guionista y por supuesto el director, fuesen enviados a galeras para fortalecer una temporada su musculatura.
...
Pero...
La filosofía natural fue la precursora de un fenómeno que cambió el mundo de forma profunda.
Se llama ciencia; y mejoró la vida de millones de personas.
Ná, un detallito sin apenas importancia !
Susana y Driver, muchas gracias por aparecer en este desolado blog¡¡¡.
Un abrazo¡¡¡
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