20 de junio de 2014

El Rolls Royce, el protocolo y la tradición


Pienso que la ceremonia de proclamación del nuevo rey de España fue sobria, austera; no hubo grandes boatos y, desde mi punto de vista, estuvo ayuna de oropeles y excesos. Trajes sencillos, ceremonias poco empalagosas, aire familiar, ausencia de invitados extranjeros, ... creo sinceramente que en cuanto a lujos ha pecado más por defecto que por exceso. Los nuevos reyes llegaron al Congreso de los Diputados en un antiguo Rolls Royce, un vehículo que rezuma buen gusto, que lleva impreso el sello de lo selecto, de la distinción. Habrá quien piense que es un exceso, a mí me parece que añade calidad a cualquier acto, y eso no puede ser malo.

Leí algunos comentarios en las redes sociales que criticaban los gastos de la coronación, con frases tales como que el dinero se podía invertir en educación y sanidad o que era un escándalo tanta ceremonia mientras había niños que pasaban hambre. Entiendo que semejantes afirmaciones no andan exentas de notorios ingredientes de demagogia, de crítica tópica y banal; no creo que sea en actos protocolarios como el vivido donde haya que obtener lo necesario para esa sociedad más justa y solidaria a la que aspiramos cuando menos quienes, con nuestros defectos, nos consideramos personas de buena voluntad, amen de que no estaría de más que algunos recordaran eso de la viga en el ojo propio y la paja en el ajeno.

Se trataba del acto de proclamación de la máxima autoridad de la nación, y entiendo que es algo que necesita un mínimo de esplendor, que las exigencias del protocolo van más allá de las personas concretas y es la institución la que se engrandece con la excelencia de los actos públicos; dotar a estos actos de sus dosis de lujos y honores es una forma de engrandecer y respetar a España. Además hay algo que se llama tradición, y el progreso, la lógica y necesaria evolución de tiempos, usos y costumbres, no tiene que ser incompatible con el respeto a tradiciones e instituciones que están muy por encima de las personas. Y, quede constancia, no estoy defendiendo la monarquía, en una hipotética proclamación de un nuevo presidente de la República mi postura sería la misma, no quiero cutrez ni improvisación en los actos más importantes de mi país.

3 comentarios:

Susana dijo...

Como bien dices es pura demagogia. La crisis es mucho más difícil de solucionar que simplemente poner dinero. Un beso.

Modestino dijo...

Ha crecido mucho la demagogia, el populismo, .... hay mucho tóxico suelto y demasiados dispuestos a creerse cualquier cosa.

Anónimo dijo...
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