16 de marzo de 2012

Buscando a Roosevelt

Con relación a Franklin Delano Roosevelt siempre han pesado en mi opinión sobre él dos ideas más bien negativas; la primera el tiempo ha demostrado que se trataba de un error, pues pensaba que fue un presidente de los Estados Unidos que ejerció el poder siendo bastante "viejito", cuando la realidad es que sus primeras elecciones las ganó con 50 años y la muerte le llegó con apenas 63. La otra "tacha" que ha marcado mi concepto de este hombre nacido en Nueva York viene de cuando mi profesor de lengua y literatura de los primeros años del bachillerato nos comentó que Stalin le había toreado como había querido en Yalta, lo que provocó que me formara una idea de Roosevelt como de un personaje débil y medio estúpido; si acudimos a su currículum y consideramos los trances que tuvo que pasar al mando del país más poderoso del mundo, lo normal es que lleguemos a conclusiones bastante diferentes. Franklin Roosevelt, que ganó cuatro elecciones presidenciales seguidas, entró en el despacho oval cuando occidente salía del crack del 29, una crisis económica que había pasado por Europa y Norteamerica como un ciclón y las había dejado como un erial y, años después, hubo de asumir el compromiso de dirigir a su país en una guerra que costó muchísimas vidas, todo ello estando afectado de una progresiva poliomielitis que cada vez le mermaba más físicamente y, en los últimos tiempos, de un cáncer cerebral que terminó llevándole a la tumba.

Por eso me ha llamado enormemente la atención el tenor del discurso con el que inauguraba su primer mandato el 4 de marzo de 1933: "Dejadme proclamar mi firme creencia de que a lo único que hemos de tener miedo es al mismo miedo.", una seria advertencia del valor que tiene en toda vida humana, individual o colectiva, el efecto paralizante del miedo. El veterano periodista catalán Lluis Foix nos cuenta en su blog -todo un descubrimiento- que Roosevelt no sabía muy bien qué hacer al pronunciar dicho discurso, poco más de un mes después de la subida al poder de Hitler, pero con su palabra quiso cambiar el pesimismo que había causado la gran crisis de 1929. Foix insiste en el peligro de dejarnos arrastrar por el miedo que nos ha infundido lo que podríamos llamar la "doctrina Merkel", ha llevado a la presidenta alemana a imponer una política de estricta austeridad sin ofrecer, a la vez, una alternativa de estímulo y crecimiento: uno echa de menos palabras de aliento, esperanza y optimismo. Dos nonagenarios ex presidentes germanos, de signos políticos opuestos, han hablado recientemente con esa cordura y ese sentido común que refuerzan tanto el paso de los años y el no tener nada que perder: Helmut Schmidt en el congreso del SPD aseguró que Merkel estaba sembrando el miedo en Europa y que Alemania corría el riesgo de quedar aislada, mientras Helmut Kohl, en otro escenario, reiteró que Alemania debe estar comprometida con Europa porque, en definitiva, se trata de una cuestión de guerra o paz. Los ciudadanos estamos dispuestos a atarnos los cinturones, creo que somos conscientes de que terminaron los tiempos de vino y rosas, pero necesitamos también recibir mensajes que vayan más allá de temores y amenazas, que alguien nos infunda ese impulso positivo que puede renovar ilusiones y actitudes.

Evidentemente éstos son otros tiempos, tal vez habrá a quien rechinen mensajes que le suenen a patrioteros o incluso a demagogos, pero echo de menos ese espíritu de Roosevelt que invita a enfrentarse a la vida con planteamientos positivos. Es posible que el problema venga de que falta liderazgo, de que nuestros políticos más representativos o han parecido entregarse a los gobiernos más poderosos, o se han perdido en la autosatisfacción de lemas tan utópicos como cursis o han aparecido como quien se abruma por su responsabilidad; echo de menos esa capacidad de dar la cara, de enfrentarse abiertamente al ciudadano a pecho descubierto a contarle como van las cosas y, por supuesto, a ofrecer ideas que tengan cuando menos algo de innovadoras, algo de ilusionantes y que sean capaces de hacernos creer en que lo que se nos pide tiene sentido y vale la pena.

10 comentarios:

paterfamilias dijo...

Gran post y gran tipo este Roosevelt, del que apenas me había forjado una idea de cómo era.

Eso, eso, falta optimismo (yo el primero)

Modestino dijo...

Hay que recuperar optimismo, hay que devolver valores ... y necesitamos líderes, que no los hay: veo políticos acomodados, iluminados, ... mucho activista barato, .... pero no veo líderes.

Driver dijo...

Recuerdo la peli "Salvad al soldado Ryan".
En una playa de Normandía, una joven generación de aliados están recibiendo una paliza del ejército alemán.
Matarile y más matarile.
Tom Hanks, un aturdido capitán, con un fuerte tembleque en las manos, le grita al resto de su diezmada compañía:
"¡A esta playa hemos venido a morir!"
...
Un líder es aquella persona que da ejemplo, y que siempre dice la verdad, arrastrando las voluntades para que un grupo se enfrente a las dificultades como un sólo hombre.
Y entonces, sólo entonces ocurren cosas nuevas.
...
Con la actual clase política sólo somos un blanco fácil, anclados en la playa de Normandía, temerosos de que las ametralladoras nos barran del mapa.
Carne de cañón, confundidos e inoperativos.
...
Hay que levantarse de la arena, secar las armas y buscar una buena enfilada para avanzar las posiciones.
Habrá que buscar al capitán que no miente, al que da ejemplo.
Y encomendarse a Dios y al diablo.

Modestino dijo...

Driver, ultimamente andas sembrado ... te voy a invitar a que hagas algun post: no estaría mal eso de tener estrellas invitadas, no crees?.

Susana dijo...

Me temo que hay demasiada crispación en el ambiente como para que alguien pueda ejercer el liderazgo. Tal vez haya que esperar a tiempos mejores. Un beso.

Modestino dijo...

Yo más que crispación veo intransigencia, dogmatismo y una cultura excesivamente televisiva ...

Driver dijo...

No tengo inconveniente, amigo.
Aunque en mi caso, más que invitado estrella, sería un invitado estrellado.
Ahora mismo estoy haciendo las maletas para largarme de España.
Pertenezo a la compañía de "la construcción", y nos han bombardeado, mentido y diezmado.
Luchamos a la desesperada, sin capitanes, sin comumicaciones ni abastecimiento, escasa munición y mapas mojados por la lluvia.
Ya sólo nos queda el orgullo.

Y con eso hemos de enfrentarnos a los "Pancers" y a la "Lufwafe".

Eso sí, tenemos viejos libros donde se nos explica cómo los abuelos de nuestros abuelos les dieron matarile al Imperial Ejército de Bonaparte.

Convertidos en jóvenes guerrilleros al estilo "Curro Jiménez", nos enfrentamos a la emigración, con más arrojo que conocimientos.

La clase media ha muerto.
Vuelven a llenarse los montes de "buscavidas".

Y los todopoderosos generales tiemblan, sabedores que el factor sorpresa es el principio de su fin.

La calle arde; y de sus fuegos fatuos surgirán capitanes que cambiarán el sentido de la batalla.

La Historia se repite.

Modestino dijo...

Te veo apocaliptico, oh Driver¡¡¡

veronicia dijo...

Yo siempre había tenido en buen concepto al presidente Roosevelt por impulsar el "New Deal" pero hoy cuando leía en voz alta el post me han dicho que es muy conocido/recordadoo por otra iniciativa, la marcha del centavo y el apoyo que supuso luchar contra la parálisis infantil apoyando al tratamiento de enfermos hasta ayudar a financiar la investigaciones sobre el virus y lograr la vacuna contra la polio.

Modestino dijo...

Magnífica aportación, Veronicia ...