El pasado sábado estuve un rato en la Basílica del Pilar, tras lo cual me dirigí a la parada del autobús de Huesca ubicada frente a la vieja fundición de "Averly", al lado de la Plaza del Portillo y cerca de la actual sede del Gobierno de Aragón. Emprendí el camino pasando por el Mercado Central con la intención de atravesar Conde de Aranda y pasando por la iglesia del Portillo alcanzar la parada citada; pero al llegar a la esquina donde comienza la calle de San Blas tuve la ocurrencia de enfilar la misma y atajar por el núcleo del popular barrio de San Pablo, conocido como el del Gancho. Eran las 15.30 y las calles presentaban esa cierta imagen casi desértica de las primeras horas de la tarde de un sábado; yo fui siempre un chico más bien del centro y no domino en absoluto la zona, pero volvieron a mi cabeza viejos recuerdos de las desaparecidas calles de Cerdán y Escuelas Pías, con el derribo de la manzana que las separaba para levantar la actual Cesar Augusto, unas vías enormemente comerciales en las que los comerciantes sacaban sus productos a la calle, convirtiéndola como decía un blog vecino en una especie de zoco zaragozano, allí se vendían semillas, telas, alpargatas, especias, ....

Siempre fue un barrio modesto, de gente trabajadora; ya nos viene bien a los que somos de piso darnos un garbeo por donde no impera el glamour, el diseño ni la moqueta. La parroquia de San Pablo fue siempre un centro de preocupación social, con curas que hicieron mucho por la integración, la atención y el apoyo a quienes no tienen lo necesario y supieron desarrollar la capacidad de gestión adecuada para cumplir eficazmente el mandato evangélico de la caridad. He leído en la red que no hace muchos meses hubo un programa en la televisión que ofrecía una imagen sesgada de la zona, presentándola como lugar de concentración de marginalidad, como foco de conflictos ... los vecinos han reaccionado defendiendo el carácter pacífico y tranquilo de la zona. Yo descubrí un ambiente claramente modesto, con multitud de establecimientos "reciclados" por personal de culturas distintas a la nuestra, no exentas de exotismo, pero a la vez no era un sitio en el que se siente temor, del que uno quiere alejarse deprisa.
Siempre es bueno callejear, descubrir nuevos atajos, o en su caso desempolvar otros que hace tiempo que no utilizas; así me encontré que esa imagen de otra Zaragoza, posiblemente más auténtica que ninguna, que nos devuelve a lo que fue y a la esencia de lo que debe de seguir siendo.
10 comentarios:
Tengo ganas de ir por Zaragoza, pero me han dicho que está todo en obras. Si me pudieras confirmar eso... Un beso.
Efectivamente, Zaragoza parece Sarajevo.
Y lo bonita que va a quedar la ciudad cuando terminen de horadarla, ¿qué?.
Espero ver ese momento ...
Os advierto que este tipo de obras, duran tanto y dan tantas molestias a los ciudadanos, que al final nos olvidamos de cuanto cuestan y cómo quedan; siendo su terminación una suerte de algarabía general, imposición de medallas y catarsis colectiva de parabienes, que disfrazan el ejercicio de equilibrio presupuestario.
Os deseo suerte, que no justicia.
Bueno Driver: apuntate la iglesia de San pablo y El gancho en particular para la próxima visita al "charco".
Vi la iglesia en mi última visita.
Por cierto había una boda y el cortejo nupcial se vio entorpecido por un "bolardo retráctil" (esos obstáculos para impedir el paso de los coches por el casco antiguo).
El conductor se bajó y tras repetidos intentos no consiguió bajar el obstáculo.
La novia, impaciente, tomó cartas en el asunto, y bajándose del vehículo decidió llegar a la iglesia andando (apenas 400 m la separaban del altar).
Un grupo de maños, alegres y vivarachos, se apresuró a aplaudir el gesto de la novia, quien saludó a sus paisanos con simpatía y un puntito de guasa.
¡Escena latina donde las haya!
Escena latina y enormemente baturra añadiría yo.
De tu paseo me quedo con esta frase: "ya nos viene bien a los que somos de piso darnos un garbeo por donde no impera el glamour, el diseño ni la moqueta". Es que me ha hecho gracia porque algunos ni eso: de baldosa.
Siempre es un gusto leer estas descripciones , aunque Zaragoza parezca Sarajevo;-)
Un saludo, Modestino.
Es que si no espabilamos seguiremos creyendo que lis negritos se comen el papel de plata de las chocolatinas.
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