22 de mayo de 2011

Oliver



Es posible que sea "Oliver" la película que con más ilusión fui a ver en mis años mozos y también con la que salí más satisfecho. EL film, dirigido por Carol Reed y premiado con cinco Oscars -entre ellos a la mejor película y al mejor director- reunía todos los requisitos para convertirse en una joya del cine: estaba basado en una de las más importantes novelas de Charles Dickens, que ya es decir, se trataba de un musical trabajado hasta el detalle y se había logrado una ambientación del Londres victoriano sencillamente formidable. Por encima de un argumento que no por sabido dejaba de impresionar y poner el corazón en un puño, era llamativo ver la caracterización de los personajes, la brillantez y el detallismo de las escenas musicales y lo bien hechos que estaban unos decorados que nos mostraban el Londres más lujoso, el más típico y popular y el más sórdido: impagable el recorrido de Oliver con el gran truhan por el mercado londinense y las escenas en torno al tugurio donde Fagin concentraba a su troupe de pequeños ladrones, muy en especial las del final del film cuando la zona se hunde en una especie de ciénaga urbana. Además pienso que Carol Reed tuvo un acierto muy especial en conseguir reflejar en la película ese especial toque "Dickensiano", porque calva con maestría todo lo de costumbrismo, crítica social, defensa de los débiles y ambiente de misterio que solamente sabe crear el escritor británico.

El libro de Dickens, como todos los suyos, contiene una larga nómina de personajes de una riqueza llamativa y uno de los grandes aciertos de Reed pienso que fue recrear magistralmente tales personajes en el film; para mí destacan sobremanera dos: el avaro judío y maestro de ladrones Fagin, encarnado por Ron Moody, un actor inglés que borda un papel que en el cine aparece mucho más suavemente diseñado y con un final menos terrible que en el libro y y el gran truhan, el joven amigo de Oliver que le lleva por mal camino a su llegada en plan polizón a Londres, cuyo papel correspondió al también británico Jack Wild, enésimo caso de niño prodigio que digiere mal la fama que acabó falleciendo a los 53 años víctima de un cáncer de garganta y totalmente alcoholizado; ambos fueron nominados para el oscar al mejor actor, principal el primero y de reparto el segundo. El papel protagonista le correspondió a otro chaval, Mark Lester, mucho más tierno y dulce que Wild y que representa dignamente el papel de huérfano desolado que le corresponde. Hay otros tres personajes que considero genialmente representados: el matrimonio Bumble, cruel y fidedigna representación de la ruindad, la codicia y la mendacidad más absoluta -Harry Secombe y Peggy Mount- y Noah Claypole el gañán que trabaja en la funeraria donde colocan a Oliver al expulsarle del hospicio, que interpreta un tal Kenneth Cranham -suena el nombre, pero debe de ser otro. la cabeza de cartel la completan Shani Wallis, que representa a NAncy, la muchacha bondadosa y heróica que salva la vida de Oliver Twist a costa de la suya propia y un viejo león del cine británico, Oliver Reed, a quien dediqué un post exclusivo el año pasado y a quien le toca el papel de villano principal, Bill Sikes, el discípulo aventajado de Fagin que no hace un gesto suave en toda la película y que aparece siempre acompañado de su siniestro perro "ojobuey".

Pero no se puede hablar de Oliver sin referirse a las distintas escenas musicales del film, se puede ver una y otra vez la película sin dejar de disfrutar de unas representaciones formidables; desde la primera, "Food, glorious food" en la que los hospicianos suspiran por comer algo más que gachas hasta la última en la que Fagin y el Truhan tienen que plantearse recomenzar su vida en otros "tugurios", "Rewiewing the situation" en medio está la escena de Mr. Bumble llevando de la oreja a Oliver por tener la osadía de pedir más comida o la dulzísima "Where is love", en la que el niño pregunta donde se encuentra el amor mientras pasa la noche encerrado en un sótano. Magníficas tambien dos escenas de calle, la que interpretan Oliver y el truhan tras conocerse y mientras recorren el mercado londinense, con unas danzas estraordinarias de vendedores, lavanderas, pescateros, ... y el "¿Who would buy?" que canta Oliver al abrir la ventana de la casa donde ha sido acogido por el caballero a quien sus amigos habían quitado la cartera, mientras pasean por la plaza vendedores y vendedoras de leche, flores, ... Nancy tiene dos temas deliciosos que interpreta en la cantina donde trabaja de camarera: una canción triste y romanticona, "This reason of life is to love" y el célebre "Oom-pah-pah" de un dinamismo notable. No podemos olvidar tampoco el "I do anything", una canción alegre y entusiasta que se canta la primera mañana que amanece Oliver en casa de Fagin y el desternillante "Pick a pocket or two". Me hubiera encantado encontrar en youtube todas las referidas, pero solamente hallé unas pocas.

Hay versiones anteriores y posteriores de la grandísima novela de Dickens, y aunque no son ni mucho menos malas -Roman Polanski realizó no hace mucho una excelente- la de Carol Reed permanecerá siempre entre las películas que no pasan de moda.



3 comentarios:

que dificil la vida sin ti dijo...

¡Yo también disfruté mucho con esta película!...Claro que como era una niña muy sensible me pasé la proyección entera llorando...
De esta época recuerdo con particular cariño : "Mary Poppins" y "Sonrisas y lágrimas", oye, Modestino, ¿sabes lo que bordarías? ¡un post sobre Julie Andrews! ¡anímate!
¡Un millón de gracias, una entrada, como siempre espléndidamente trabajada!
¡Feliz domingo!
Asun

Tommy dijo...

Caray, Modestino, si citas la versión de Polansky, que está francamente bien (aunque lo que menos me convence es la interpretación de Ben Kingsley como Fagin, y mira que el tío es buen actor), también habría que citar la dirigida por el maestro David Lean, que sin duda alguna es la mejor de todas. De hecho, vamos a decir que Carol Reed se "inspiró" -por no emplear otro verbo- bastante en la imaginería de Lean. De todos modos, "Oliver" también es una de mis pelis favoritas de crío y, aunque los puristas del cine musical se metieron mucho con ella en su tiempo (ay, si hubieran sabido de los Flashdances y Dirty Dancings que quedaban por venir), no hay que restarle méritos: no se puede dirigir números musicales como "Consider yourself" o "Who will buy" sin tener talento como director, y Reed lo tenía. Eso sí, el protagonista era un niño monísimo, pero mira que era sosito.

P.D.: AUPAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

Modestino dijo...

Agradezco tu comentaruio que completa tan bien la entrada, Tommy ... si Mark lester, era sosito, pero dudo que haya un Fagin como Ron Moody.

Tomo nota de la propuesta Asun, no caerá en saco roto.