La primera vez que entro en mi cabeza el concepto de "marabú" fue en uno de esos álbumes de "Vida y color" que hicieron furor entre los colegiales de los años 60; el cromo en cuestión representaba a un pajarraco feo y bastante grande, con las alas extendidas y, si no recuerdo mal, rodeado de carroña. Le faltaba el encanto y la elegancia de los flamencos, rosados y expuestos en grandes lagunas mientras se sostenían con una sola pata, las cigüeñas que lucían en lo alto de los campanarios o las garzas reales, que volaban garbosas con ese flequillo tan particular. Enseguida supe que el marabú es un animal carroñero y ruidoso que más bien parecía encuadrarse en el colegio profesional de los buitres y las hienas, esos bichos que como graciosamente afirmaban en "El Rey León" se encuentran en el último escalón de la cadena alimenticia. Pero así como no es oro todo lo que reluce, tampoco debe considerarse sin más al marabú como un bichejo horrendo, pues muchas veces de la fealdad también se pueden sacar buenas cosas. Porque la leyenda de "La bella y la bestia" también la podemos trasladar a la vida de este ave tan peculiar que habita las zonas pantanosas y sabanas del África subsahariana.
¿Quien no ha oído hablar de las "plumas de marabú", esa especie de bufandas multicolores que lucían las vedettes de los grandes cabarets europeos y americanos; de hecho en Buenos Aires uno de sus más porteños lugares de espectáculos exhibe precisamente el nombre de "Marabú". Marlene Dietricht lució en múltiples ocasiones esas plumas que dieron empaque y encanto especial a sus actuaciones. Porque ni los citados flamencos, con toda su apariencia, ni las avestruces, aves poderosas y veloces, ni las águilas reales, con toda la majestuosidad de su vuelo y el poder de su fama, han sido capaces de ofrecer unas plumas de tamaña belleza. No deja de ser curioso que un animal tan feo acabe siendo fundamental para completar la belleza de las vedettes más importantes.
Pero el marabú tiene, además, un vuelo majestuoso; cuando emigra se puede ver al marabú volando con el mismo imperio que un cóndor, extendiendo sus alas poderosas para levantar un cuerpo enorme, y en el cielo ya no se observa un animal repulsivo, sino un gigante que se impone en las alturas sobre todo el paisaje. De esta manera, el vuelo del marabú viene a ser como aquellas personas poco agraciadas externamente, incluso con algún defecto física llamativo, que si son bondadosas, inteligentes o dulces de trato, uno enseguida olvida esas circunstancias exteriores, accidentales por otra parte, para gozar de una compañía grata y unas cualidades evidentes.
Cuentan los expertos que el marabú ejerce también una importante función de limpieza, pues al alimentarse de carroña realiza un trabajo notable que repercute en el resto de la sociedad. Asimismo los naturalistas nos cuentan que es una especie que cuida muy detalladamente de su familia, construyendo el nido de los polluelos y velando por la alimentación de los mismos.
Cuando uno conoce las circunstancias de la vida del marabú, recuerda eso de que las apariencias engañan, que no se puede juzgar al resto del personal sin conocerlo del todo y que antes de emitir un juicio sobre personas y conductas es bueno conocer todos los datos.
¿Quien no ha oído hablar de las "plumas de marabú", esa especie de bufandas multicolores que lucían las vedettes de los grandes cabarets europeos y americanos; de hecho en Buenos Aires uno de sus más porteños lugares de espectáculos exhibe precisamente el nombre de "Marabú". Marlene Dietricht lució en múltiples ocasiones esas plumas que dieron empaque y encanto especial a sus actuaciones. Porque ni los citados flamencos, con toda su apariencia, ni las avestruces, aves poderosas y veloces, ni las águilas reales, con toda la majestuosidad de su vuelo y el poder de su fama, han sido capaces de ofrecer unas plumas de tamaña belleza. No deja de ser curioso que un animal tan feo acabe siendo fundamental para completar la belleza de las vedettes más importantes.
Pero el marabú tiene, además, un vuelo majestuoso; cuando emigra se puede ver al marabú volando con el mismo imperio que un cóndor, extendiendo sus alas poderosas para levantar un cuerpo enorme, y en el cielo ya no se observa un animal repulsivo, sino un gigante que se impone en las alturas sobre todo el paisaje. De esta manera, el vuelo del marabú viene a ser como aquellas personas poco agraciadas externamente, incluso con algún defecto física llamativo, que si son bondadosas, inteligentes o dulces de trato, uno enseguida olvida esas circunstancias exteriores, accidentales por otra parte, para gozar de una compañía grata y unas cualidades evidentes.
Cuentan los expertos que el marabú ejerce también una importante función de limpieza, pues al alimentarse de carroña realiza un trabajo notable que repercute en el resto de la sociedad. Asimismo los naturalistas nos cuentan que es una especie que cuida muy detalladamente de su familia, construyendo el nido de los polluelos y velando por la alimentación de los mismos.
Cuando uno conoce las circunstancias de la vida del marabú, recuerda eso de que las apariencias engañan, que no se puede juzgar al resto del personal sin conocerlo del todo y que antes de emitir un juicio sobre personas y conductas es bueno conocer todos los datos.
22 comentarios:
¡Y encima no usan G.P.S.!
...
Parece increíble, pero las grandes aves migratorias se orientan en el cielo gracias a las invisibles para los humanos "líneas magnéticas de la tierra".
...
A veces, los más feos saben donde van, gracias a su habilidad para ver "lo que no es visible" para la mayoría.
...
Al final hay que aprender a no juzgar.
Simplemente no vemos las mismas cosas.
El Señor nos dio el don de la vista, y nosotros debemos desarrollar el de la observación.
¡Buenos días Modestino! ¡una entrada originalísima, a mí nunca se me ha ocurrido!
Y me ha gustado especialmente que cites que las plumas de marabú en los años 20 y 30 del siglo pasado eran el complemento ideal de cualquier "star" que se preciase...
Recomiendo especialmente la visión de una de las películas con que Von Stemberg consagró a su discípula Marlène Dietrich: "El expreso de Shanghai", un film delirante en cuanto al sofisticado vestuario que luc la actriz.
¡Para cruzar en tren una China en plena guerra civil, no se pone un vestido, ni un abrigo, ni un salto de cama que no esté profusamente adornado de plumas de marabú!
Y además es en esta cinta donde ella diría una frase que ha pasado a los anales de la Historia del Cine: entornando los ojos como sólo Marlène sabía hacerlo, los ojos maquilladísimos, los pómulos de terciopelo, deja caer a su ex amante, el hombre que quiere de verdad "querrrrido, han hecho falta muchos hombrrrres parrrra que yo llegarrrra a serrrr "Shanghai Lily"
¡Hay que ver tu post lo que me ha cundido!.
Ya digo: de lo más original.
¡Felicidades, amigo!
Asun
Sí, Driver ... desarrollar la información, que a veces la calibramos mal.
Anoto la película, Asun, seguro que vale la pena.
Preciosa historia la del marabú, que mira que es bonito el nombre...para hacer un cuento, con más enjundia que "el patito feo". Me ha encantado, ahora me gustarán más que nunca esos abanicos cadenciosos de plumas de marabú...
Te puedo asegurar que ahora no recuerdo porqué se me ocurrió hablar del marabú, tal vez fue algún comentario del libro que he empezado a leer: "El sueño de África" de Javier reverté.
No tenía ni idea de la existencia de estas aves, Modestino. Y si existen está claro que cumplen una función en su ecosistema. En principio, el animal carroñero echa para atrás, pero se zampa lo que no comen los demás. Las escobas tampoco tienen demasiado glamour pero te acuerdas de ellas cuando no las encuentras. Buena reflexión. Y ya puestos ¿Quién quiere ser basurero? No tienen prestigio hasta que no se declaran en huelga y no se puede salir a la calle. Entonces ¡vaya si los valoramos!
Un saludo, jurisconsulto.
Por aquí, en el Altoaragón, ya ha habido varios sucesos de buitres que se han zampado ovejas o caballos vivitos y coleando, incluso el otro día una señora aseguró que una banda de buitres le había acorralado.
Algo debe de estar fallando.
El animal es feo ,pero al parecer cmple un funcion importante.En la sociedad actual ,sobre todo en los medios de comunicacion ,solo cuenta "la belleza",aunque sea hueca.
La belleza, si es hueca, tiene poco futuro porque es efímera.
El marabu no solamente cumple una función, sino que ésta sí la desempeña bien le hace bello.
¿Quién no ha oído hablar de las plumas del marabú ...?
Yo. En mi vida había oído este nombre y dudo haberlo visto (como no fuera en alguna película de Disney)
A ver si voy a ser el único ...
Hermosísima parábola, esta del marabú.
Para tranquilidad de "Paterfamilias" y de algún otro amigo bloguero, añadiré que tampoco yo tenía ni pajolera idea de la existencia de este bicho plumífero. Pero ya me cae bien.
Salud.
Y yo que pensaba qué era ave conocida ... veo que de algo sirvió coleccionar cromos en la infancia ... Otro día hablaré de la zarigueya, el somormujo y la capibara.
Al fin y al cabo con ello se puede afirmar que la belleza está en los detalles que somos capaces de apreciar, en el mirar algo "feo" a primera vista, no dejar de mirarlo y lograr que se convierta en algo hermoso.
...pues yo que también he tenido infancia nunca había coleccionado cormos de "marabú"...con lo que me uno a los amigos que desconocían este ave que nos trae hoy Modestino. Haber si con tanta novela negra que lee, es un misterio de esos.
Y lo de las plumas de marabú...mmm ¿no serán con piña?
Me encanta esa carta de ajuste, Tomae. Que sí, que había cromos de marabu ... y documentales de TV también.
A mi marabu,me sonaba "vedettes,a Celia gamez,al paralelo,a la chica del 17" .Tampoco sabia que era este pajarraco,salido de la pelicula de Alfred hitchcock.
Es un pozo sin fondo,este Blog
Quise decir opinadora
Ha quedado claro;
Todas las chicas conocemos las plumas de marabú...
El marabú es de belleza distraida....
El malibú con piña...
Yo tambien coleccioné cromos de animales...
Si veo un marabú no lo reconoceré si veo una pluma; si
Marabú es un nombre muy bonito pero que muy bonito.
Yo creo que los pájaros de la película de Hitchcock no eran de esta especie: el marabu es mucho más grande y vive en África.
¿Quién no ha coleccionado cromos de animales, Veronicia?.
Con tu permiso Modestino,
un maribú para veronicia
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