Se ve que ahora me ha dado por las aves: el otro día hablando del marabú y ahora de la garza; y es que estoy leyendo "El sueño de África", primer volumen de la trilogía africana de Javier Reverté, un delicioso compendio de historia, lugares, paisajes, animales, costumbres, ... y en un momento determinado el autor pasa por un lago donde ve a unas garzas alimentándose de los parásitos instalados en el cuerpo de un hipopótamo ... enseguida pensé que la descripción podía dar lugar a una entrada. Ya tales paquidermos podrían dar mucho de sí, pues debe de ser canela fina verles correr y gritar a todo trapo arrastrando un volumen enorme y un cuerpo tan portentoso como cómico, pero es la idea del ave zancuda quitándole molestias a la bestia la que despertó mi imaginación. Hace muchos años que había oído y leído sobre las aves que alivian de parásitos y me parece que no es dedicación exclusiva de la garza, es más, creo recordar que hay algún pájaro mucho más específico al respecto, pero la idea ha surgido con este ave y partiendo de la misma la desarrollo.
Y es que la función de aliviar inconvenientes a hipopótamos, rinocerontes, elefantes, ... y bichos similares ofrece también su pequeña lección, porque echar una mano al prójimo ya, de entrada, es cosa buena y ejemplar. Yo no se si los paquidermos son "gente agradecida", pero deberían estarlo hacia quienes les liberan de bichos molestos, por mucho que tengan la piel dura y quienes se comen los parásitos lo hagan también en interés propio. No es una función desechable la de facilitar que la vida ajena sea más grata, o en cualquier caso, menos molesta.
Hay que agradecer el trabajo oscuro, silencioso e ingrato; cuando uno llega al despacho y se lo encuentra ordenado y limpio puede reaccionar de dos maneras, con la indiferencia de quien en definitiva considera que todo empleado está a sus pies y más le vale cumplir su obligación o con el agradecimiento de quien valora la misión y el esfuerzo ajeno y hasta es capaz de plantearse que a lo mejor hay trabajos que valen más que el suyo. Pienso que muchos tenemos incrustado en nuestra educación -los tiempos, los ambientes, ...- cierto "deje" clasista contra el que es necesario combatir; y es que hay trabajos, ocupaciones, mundillos, ... en los que resulta difícil superar los obstáculos de la jerarquía, el mando y la posición. Por eso uno puede contemplar admirado cómo las garzas, y algunas primas hermanas, conviven tranquilamente con hipopótamos y demás parentela sin preeminencias ni martingalas y complementando sus respectivas ocupaciones.
Las personas no dejamos de ser, en cierto modo, una serie de animales de distintas especies que estamos obligados a "soportarnos" mutuamente: blancos, negros, orientales, hombres, mujeres, progresistas, conservadores, ácratas, barbudos, calvos, alternativos, españoles, extranjeros, ... por eso mismo podría ser bueno que aprendiéramos de los animales a hacerlo con espíritu positivo, siendo capaces tanto de soportar a unos "pájaros" que se instalan encima de nosotros, como de facilitar una vida más cómoda con detalles tan nimios como gratificantes.
Y es que la función de aliviar inconvenientes a hipopótamos, rinocerontes, elefantes, ... y bichos similares ofrece también su pequeña lección, porque echar una mano al prójimo ya, de entrada, es cosa buena y ejemplar. Yo no se si los paquidermos son "gente agradecida", pero deberían estarlo hacia quienes les liberan de bichos molestos, por mucho que tengan la piel dura y quienes se comen los parásitos lo hagan también en interés propio. No es una función desechable la de facilitar que la vida ajena sea más grata, o en cualquier caso, menos molesta.
Hay que agradecer el trabajo oscuro, silencioso e ingrato; cuando uno llega al despacho y se lo encuentra ordenado y limpio puede reaccionar de dos maneras, con la indiferencia de quien en definitiva considera que todo empleado está a sus pies y más le vale cumplir su obligación o con el agradecimiento de quien valora la misión y el esfuerzo ajeno y hasta es capaz de plantearse que a lo mejor hay trabajos que valen más que el suyo. Pienso que muchos tenemos incrustado en nuestra educación -los tiempos, los ambientes, ...- cierto "deje" clasista contra el que es necesario combatir; y es que hay trabajos, ocupaciones, mundillos, ... en los que resulta difícil superar los obstáculos de la jerarquía, el mando y la posición. Por eso uno puede contemplar admirado cómo las garzas, y algunas primas hermanas, conviven tranquilamente con hipopótamos y demás parentela sin preeminencias ni martingalas y complementando sus respectivas ocupaciones.
Las personas no dejamos de ser, en cierto modo, una serie de animales de distintas especies que estamos obligados a "soportarnos" mutuamente: blancos, negros, orientales, hombres, mujeres, progresistas, conservadores, ácratas, barbudos, calvos, alternativos, españoles, extranjeros, ... por eso mismo podría ser bueno que aprendiéramos de los animales a hacerlo con espíritu positivo, siendo capaces tanto de soportar a unos "pájaros" que se instalan encima de nosotros, como de facilitar una vida más cómoda con detalles tan nimios como gratificantes.
9 comentarios:
"Observando a las aves hay días que entiendo mejor algunos de los conceptos eternos".(Escuchado en una puerto de mar a un pescador).
Modestino, hace tiempo que tenía ganas de dejarte un cuento.
Así que ahí va.
GAVIOTAS QUE REZAN.
"Si le preguntas a las gaviotas por las leyes que rigen la aeronavegabilidad, ninguna te responde. Resulta imposible entablar con ellas una conversación sobre las leyes de Newton.
Son gaviotas.
Pero si te acercas al atardecer a cualquier puerto de la costa, puedes aprender a rezar.
Es cuestión de mirar detenidamente....
Cuando la Gran Bola Amarilla roza la línea del horizonte, estas aves se sitúan en las barandillas de los paseos, en los mástiles de los veleros, y esperan.
Las masa de aire recalentadas por el poniente dejan espacio a los frescos volúmenes de las capas altas de la atmósfera; corre el viento fresco del atardecer.
Son en esos momentos cuando las gaviotas rezan.
Alzan el pescuezo, sienten la brisa, y tras una jornada donde el Creador les ha regalado vida y alimentos, extienden sus alas, se dan impulso y vuelan majestuosamente.
Trazan sobre el puerto trayectorias de agradecimiento, círculos de respeto, espirales sentidas.
Son justas con su Creador....
Las buenas gaviotas son libres. No dejan de rezar ni un sólo día."
Gracias: excelente el cuento. Caramba con la gaviota.
Me aplicaré el cuento y me acordaré que no debo ser hipopótamo. ;-)
Querido Modestino: Nada más leer el título de tu entrada se me ha venido a la cabeza la primera estrofa de la inmortal "Cançó de matinada" de Serrat:
"Ens ho ha de dir la veu tremolosa
i trista d'un campanar.
Un cop de llum i el crit de d'una garsa
que ha despertat amb fam i busca
per entre blats i civades
qualsevol cosa per omplir el pap"
El habla - para los que no entienden el catalán de una garza que despierta con el alba...o sea que deduzco que no necesariamente tiene que haber hipopótamos para que haya garzas...en fin, ¡igual es una licencia poética del autor!
¡Oye que partido le has sacado al pajarraco!
Eso sólo lo puedes hacer tú, amigo...
¡He tomado nota de que hay trabajos trascendentales que no se hacen notar!
Un abrazo
Asun
Me encanta esa primera época de Serrat:"Paraulas d'amor", "La guitarra", "La tieta", ....
La simbiosis que describes en la naturaleza se llama mutualismo y a mi me sorprende mucho una que hay entre los tiburones y las rérmoras que les limpian la boca ...
Si alguien nos observa como especie, me parece que saldremos mal parados. Desgraciadamente nuestras relaciones tienden a ser parasitarias con nuestra propia especie, el resto de especies y el planeta.
Profunda reflexion Modestino.
No me acordaba de las remoras, aunque éstas más bien parece qué se.aprovechan de los peces grandes.
Muy buenas moralejas las que te proporcionan las aves, Modestino. Ellas no son libres. Han sido creadas para cumplir una función y la cumplen. Y el ecosistema funciona mientras el hombre no le dé por desequilibrarlo.
Pero nosotros... seres superiores con inteligencia, voluntad y libertad somos capaces de realizar los actos más nobles y los más mezquinos.
Por cierto. Este cuento es el que más me gusta de Driver.
Un saludo, Modestino.
Somos libres, y a veces no usamos bien esa libertad.
Publicar un comentario