14 de agosto de 2010

"Los días contados", Miklos Bánffy















"Los días contados"
Miklos Bánffy
Libros del Asteroide. Barcelona (2009)
670 páginas


En los albores del siglo XX en Hungría se suceden las convulsiones políticas: el difícil equilibrio de la Monarquía Austrohúngara se resquebraja, la inestabilidad política está llevando el país al colapso y la aristocracia, que hasta entonces había regido los destinos del estado, comienza a evidenciar su incapacidad para gobernar.

A través de los ojos de los tres protagonistas principales de esta novela: el joven conde Bálint Abády, que acaba de regresar de un puesto diplomático en el extranjero para asumir las responsabilidades políticas y económicas propias de su posición; su primo László Gyeroffy, prometedor artista; y su amiga Adrienne Miloth, infelizmente casada, se nos van revelando los acontecimientos políticos y sociales que llevaron a la caída del imperio.

Grandes cacerías, bailes suntuosos, duelos, carreras de caballos, banquetes, fortunas dilapidadas en una mesa de juego, son el telón de fondo de esta apasionante y profética novela: el retrato preciso de una clase social que estaba a punto de desaparecer para siempre.


"Los días contados", escrito en 1934, es la primera entrega de la trilogía que el húngaro Miklos Bannfy escribió sobre la decadencia del imperio austro-húngaro; el segundo tomo, "Las almas juzgadas" (1937) ya está en las librerías y el tercero, "El reino dividido" (1940) no tardará en salir. Se trata de unos libros prohibidos por la censura soviética que salen ahora a la luz, con toda la fuerza y toda la actualidad por mucho que su autor hace ya sesenta años que falleció.

Está claro que el imperio austro-húngaro fue tierra de grandes escritores: de allí han salido, entre otros, Joseph Roth, autor de "La marcha Radetzky" y Sandor Marai, cuyas obras ha publicado con éxito la editorial Salamandra; Banffy, un autor prácticamente desconocido, está a la altura de los citados. Creo que su principal acierto es la magnífica ambientación de la novela, lo bien que describe a los personajes y la exactitud con la que refleja la decadencia de un imperio. No podemos olvidar que estamos hablando de novela histórica y aquí es fundamental que el lector se vea inmiscuido en una época y un lugar.

La novela, como he leído en alguna crítica de la red, tiene cierto aire antiguo y decadente, como el propio imperio del que habla. Es importante reseñar que Bánffy era de Transilvania, una región que con la 2ª Guerra Mundial pasó a formar parte de Rumanía. En "Los días contados" se habla de los antecedentes inmediatos de este hecho histórico y se refleja el drama del autor que nos cuenta la superficialidad y responsabilidad de quienes gobernaban el lugar y que se perdieron en personalismos y frivolidades antes de esforzarse por afianzar los intereses de su nación.

He de confesar que esperaba más contenido histórico, más relato de los avatares de la época, pero el autor se centra mucho más en describir el ambiente de frivolidad y decadencia: amoríos, banquetes, bailes, juegos en el casino, duelos, cacerías, apuestas, intriga palaciegas, ... un magnífico cuadro de una sociedad tan exquisita como supérflua. En medio de este escenario, los personajes principales adquieren un papel importante: Balint Abady aparece como un apasionado noble dedicado a la política, László Gyeroffy como un artista bohemio y débil de carácter condenado a arruinar su vida y Adrienne Miloth como una dama desgraciada y apasionada; junto a ellos desfilan todos los tipos característicos del país y de la época. Magníficas las descripciones, no solamente de paisajes, habitaciones y ambientes, sino también de vestidos, decoraciones y joyas.

Un libro para leer con calma, del que no cabe esperar ni tensiones ni intrigas, pero sí una disección formidable de una época histórica muy interesante y de un imperio que ya no existe como tal, pero cuyas naciones componentes siguen siendo lugares apasionantes.


4 comentarios:

annemarie dijo...

Por qué estaría prohibido por la censura sovietica? La decadencia del imperio austro-hungaro debería ser un asunto sin problemas. :))

Modestino dijo...

Posiblemente se trata simplemente de que los capitostes soviéticos no podían evitar incidir una y otra vez en el hábito de prohibir.

molinos dijo...

....mmm..lo he tenido varias veces en la mano pero no he acabado de decidirme...¿Qué me recomiendas?

Modestino dijo...

A mí me pareció una excelente novela, aunque a veces echas de menos más ritmo.
Sobre el mismo imperio y la misma época está "La marcha Radezski" de Joséph Roth.