14 de enero de 2010

Huston y Humphrey
















He visto recientemente dos de las más clásicas películas de Humphrey Bogart: "El halcón maltés" (1941) y "Cayo Largo" (1948); ambas pertenecen a la época  dorada del gran actor nacido en New York y tienen como común denominador el haber sido dirigidas por otro monstruo del cine, John Huston. La primera de ellas es la película con la que el director de Nevada comenzó su brillante carrera cinematográfica. Esta coincidencia me ha llevado a comprobar como cada uno de ellos tuvo mucho que ver en el triunfo del otro, y que sus caminos profesionales fueron paralelos durante bastante tiempo; probablemente sólo la prematura muerte de Humphrey en 1957 frustró una colaboración que prometía ser aún más larga.

"El halcón maltés" es la película que da el espaldarazo definitivo a Bogart; al parecer el actor llegó al papel protagonista casi de rebote, pues el mismo se le pretendía asignar a George Raft, un nombre del que seguro más de uno nos podrá contar algo, pero éste se negó a actuar con un director novato. La película se basa en una formidable pieza de uno de los más grandes de la novela negra, Dashiell Hammett, que ya había sido llevada al cine en dos ocasiones anteriores. Estamos ante uno de esos poco habituales casos en los que no se puede afirmar si es mejor el libro o la película, pues ambos son excelentes. En 1593, los Caballeros de la Orden de Malta decidieron obsequiar al Emperador Carlos V con la estatuilla de un halcón, realizada en oro macizo con incrustaciones de piedras preciosas, en agradecimiento a ciertas prerrogativas concedidas por el monarca. Sin embargo, esta maravillosa joya no llegó nunca a manos de Carlos V, ya que la galera en la que era trasportada fue asaltada por unos piratas. Cuatrocientos años después, el detective privado Sam Spade y su socio, Archer, aceptan el encargo de una muchacha que quiere averiguar dónde se encuentra su hermana, quien ha desaparecido junto a Floyd Thursby, un hombre sin escrúpulos.

Esta película supone la aparición de un personaje que Bogart interpretó con maestría, el del detective Sam Spade, un tipo sin el que posiblemente Bogart no hubiera llegado nunca tan lejos como lo hizo. Pero en esta película no brilla solamente Humphrey Bogart, pues también destaca Huston, magistral en la ambientación, el ritmo y la estudiada preparación de las escenas, siendo nominado a los Oscars a la mejor película y al mejor guión adaptado.

El reparto también es excelente, con nota especial, desde mi punto de vista, para Mary Astor en su papel de la hermosa villana Brigid O’Shaugnessy y Sidney Greenstreet, un gordísimo actor de teatro que intervenía por vez primera en el cine y que estuvo tan brillante en el papel de "Fat Man" que le valió la nominación al Oscar al mejor actor de reparto. Muy bien Peter Lorre, como el ambiguo y siniestro Joel Cairo y Elisha Cook, Jr., magnífico en su papel de Wilmer, el esbirro de Fat Man que intenta intimidar a Sam Spade. Hay un pequeño papel para el padre del director, Walter Huston, quien aparece en la breve escena en la que su personaje, Jacobbi, el capitán del barco "Aurora", entra con la estatuilla en la oficina de Spade y fallece tiroteado; cuentan los aficionados a este tipo de anécdotas que John Huston obligó a su padre a repetir un montón de veces la escena. La película supone el pistoletazo de salida a la carrera de Bogart como primer espada de cartel; ya tenía una importante experiencia como actor, pero hasta entonces no había tenido ocasión de desempeñar el papel de cabeza de cartel. Por lo tanto, tanto él como Huston empiezan a deslumbrar al unísono en la galaxia de Hollywood.

"Cayo Largo" me pareció también una excelente película, y si tuviera que votar, la pondría por delante de la anterior. Ya de entrada, a la repetida presencia de Bogart y Huston, hay que añadir tres circunstancias que me atrajeron desde el principio: una ambientación llena de atractivo en Florida, la belleza cautivadora de Lauren Bacall y la presencia en el reparto de Edward G. Robinson, un actor imponente. Cayo Largo narra la violenta estancia de un grupo de gánsters retenidos en un hotel de la costa de Florida por culpa de una fuerte tormenta. Allí el rey de los gánsters, Johnny Rocco, se oculta y se hace el amo del lugar, reteniendo a punta de pistola a la dueña del hotel, Nora Temple, a su suegro inválido y al veterano de guerra Frank McCloud. McCloud es el único hombre capaz de hacer frente al beligerante Rocco. Pero la realidad del mundo después de la guerra, parece que ha hecho que el desilusionado ex oficial de ejército haya perdido las ganas de luchar.Humphrey vuelve a estar inmenso en el papel de McCloud, cumpliendo milimétricamente en cada plano, en cada escena. Como he dicho, magistral Edward G. Robinson, como casi siempre en el papel de villano, como diría aquél, un "malo, malísimo". Buen trabajo de Lauren Bacall y Lyonel Barrymoore y excelente la interpretación de Claire Trevor en un papel, el de la alcoholizada y decadente novia de Rocco, que le valió el único Oscar de la cinta como mejor actriz de reparto.


Hay tres momentos que me impresionaron sobremanera; la célebre escena de Rocco obligando a su novia a cantar una vieja canción como prenda para permitirle beber una copa de whisqui: conmovedora y dramática, con el detalle final de Bogart supliendo la promesa incumplida del villano. La segunda es el momento de mayor fragor de la tormenta, cuando Rocco sufre angustiado como un niño asustado en el interior del hotel, con unos gestos y unas miradas que solamente era capaz de efectuar Robinson. Finalmente, la escena del enfrentamiento final en el barco, con un Humphrey Bogart dominando la situación y un Edward G. Robinson bordando la angustia del malo que ve llegar su final trágico, merecido e inesperado.

Humphrey trabajó con Huston en más ocasiones, con mención especial para "la Reina de África" (1951), con la que ganó -¡por fin!- el Oscar al mejor actor (estuvo nominado en 1943 por "Casablanca" y volvió a estarlo en 1954 por "El motín del Caine"), donde borda un duelo interpretativo con la gran Katherine Hepburn y que se merece un post específico en este blog, y para "El tesoro de sierra madre" (1948), que aún no he visto. Los expertos dicen que son ligeramente inferiores "A través del Pacífico", en la que vuelve a compartir cartel con Mary Astor y Sydney Greenstreet(1942) y "La burla del diablo" (1954), donde trabaja, entre otros, con la recientemente fallecida Jennifer Jones, Gina Lollobrígida y Peter Lorre. He leído que Huston y Humphrey trabajaron juntos en un total de siete ocasiones, aunque no he conseguido averiguar cual fue la séptima.
















Sean seis o sean siete, hay una cosa segura: hay momentos en la historia, en este caso en la del cine, en el que pueden llegar a coincidir dos genios y no destrozarse mutuamente.

4 comentarios:

Alberto dijo...

Dos grandes películas. Y coincido contigo en que, a pesar de ser más famosa el "Halcón Maltés", a mí también me gusta más "Cayo Largo", me resulta más inquietante y claustrofóbica, aparte de que las interpretaciones, como bien señalas, son antológicas.

George Raft era uno de los actores más importantes en los años 30´, pero su estrella empezó a declinar en los años 40. Es también conocido por ser el actor que rechazó los papeles que luego dieron fama a Humprhey Bogart, como el del "Último refugio", un pedazo de película de Raoul Walsh y que supuso el primer papel protagonista de Bogart, hasta entonces un secundario, y el del "Halcón maltés". Pero George Raft era un gran actor, sin duda alguna.

Modestino dijo...

Sí señor, la palabra clautrofóbica define muy bien el ambiente en que se desarrolla la película.

Ya sabía yo que pronto alguien nos hablaría de George Raft: gracias, Alberto.

ana dijo...

Yo recuerdo perfectamente la película Cayo Largo... aunque la vi hace ya muchísimos años. Me encantaba ver esas pelis al lado de mi padre.

Buenos recuerdos me ha dejado tu entrada de hoy.

Un abrazo, Modestino. Que tengas un buen día.

Modestino dijo...

El cine trae, entre otras cosas, recuerdos, una razón más por las que uno no se cansa de ver de nuevo las buenas películas.

Yo también aprovecho con algunas, que no había visto, para recuperar el tiempo perdido.

Buen día para tí también, Ana.