Estando precisamente por Andalucía salto la noticia de la violación de una niña de 13años por seis menores de edad y un joven de 22 menores en la localidad cordobesa de Baena; pocos días después otros siete menores eran detenidos por violar a otra menor en Isla Cristina (Huelva). El hecho de que varios menores tuvieran menos de 14 años aumentó, si cabe, el morbo de la noticia. También se decía que uno de los agresores había sido pareja de la víctima ... lo que no deja de ser llamativo a esas edades.
Como sucede en estos casos, se ha levantado el velo de la reforma de la Ley de Menores; da la impresión de que hay bastante coincidencia en la insuficiencia de la actual ley reguladora de las infracciones cometidas por menores de edad, aunque a uno no le dejan de sorprender determinados comentarios de ciertos políticos, pues sería de agradecer que si el PP, como ocurre en este caso, levanta su voz contra la legalidad vigente, fuera capaz de admitir que tal legislación surgió cuando dicho partido estaba en el poder. También se ha vuelto a plantear la necesidad de rebajar la edad penal a los 12 años; no es mi intención convertir este hilo en un debate sobre el tema, pero al menos quiero dejar constancia que algo habrá que hacer cuando con la ley actual cualquier hecho cometido por un chaval de 12 o 13 años queda impune por muy grave que sea; no obstante hay posturas muy encontradas en los expertos y aún recuerdo las críticas, todas ellas respetuosas por supuesto, que sufrí cuando en un acto público defendí la rebaja de la edad.
Pero dudo mucho que la solución del problema se centre tan sólo en la cuestión legal, pues por muchos frenos legales que les pongas a los menores para que no cometan hechos tipificados como delito, poco se podrá avanzar si a ese tipo de frenos no se le añaden otros de carácter moral. Vicente Garrido Genovés, psicólogo y profesor de la Universidad de Valencia, considera que el gran problema de los jóvenes hoy en día es la frecuenta falta de conciencia de lo que está bien y lo que está mal, y ésto es algo que hemos de aprender en casa de pequeñitos y no se soluciona endureciendo la ley; en una entrevista en "Las Provincias" hablaba a sí de los padres: "Hay padres que tiene miedo a decir cosas a los hijos por temor a recibir reproches de ellos. Lo efectivo es que digan lo que creen que tienen que decir, sin ambigüedades, porque es lo que los hijos necesitan. Comunicar no quiere decir sermonear ni buscar que el hijo se avergüence, sino decir lo que está mal. Además, el conflicto es necesario para evolucionar."
Javier Urra, antiguo defensor del menor de la Comunidad de Madrid y un experto en la materia asegura que vivimos en "una sociedad permisiva que educa a los niños en sus derechos pero no en sus deberes, donde ha calado de forma equívoca el lema 'no poner límites' y 'dejar hacer', abortando una correcta maduración. Para 'no traumatizarles' se les cede, permite y ofrece todo aquello que se dice no tuvieron sus padres o abuelos. Hay falta de autoridad". Y en su libro "El pequeño dictador" cita al doctor rojas asegurando que "en la actualidad hay un vacío moral, y el materialismo, el hedonismo, la permisividad, el relativismo y el consumismo son los valores que imperan en la sociedad. Estos valores han surgido a raíz de los grandes cambios sociales y tecnológicos ocurridos en los últimos años, como la revolución informática, la preocupación por los derechos humanos y la caída del bloque comunista, entre otros'. Por tanto, consideramos que el sistema de valores actual y las pautas educativas permisivas inciden en gran medida en los hijos despóticos."
Pienso que es evidente que no nos podemos limitar a exigir cambios legales ni dureza en los castigos, porque los problemas han empezado mucho antes, cuando un niño agrede a otro, sustrae algo en el Supermercado o llega a la perversión de agredir sexualmente a una chica hay un antes cargado de omisiones, de pasividad y, sobre todo, de ausencia de educación en los valores morales.
7 comentarios:
totalmente de acuerdo, sólo la ley no sirve de nada, cuando no podemos hacer un discurso moral, cuando no dejan ni a padres ni a educadores ni a profesores, a nadie, hacerlo, sobre límites, autoexigencia, control, diferir algo bueno por algo mejor a más largo plazo, y desde luego que cuando todo parece posible y que la única cortapisa es el quiero, me apetece o, fijate, hasta la voluntad del otro -tantas voluntades tan débiles y manipulables- acabamos teniendo estas cosas. Sin mencionar la archipesadez del juego sexo & violencia que está de continuo presente, todo como de espanto.
En fin, de esos lodos estas tempestades...
Saludos y buen fin de semana, jurisconsulto
Habría mucho que hablar Aurora; hay tanta irresponsabilidad, tanta vanidad, tanta superficialidad, tanta torpeza ...
Hay quien reclama a papá Estado protección primero y venganza después -o compasión, según ls casos-, pero previamente no han puesto nada de su parte.
No hay coherencia en la sociedad: se aplaude y disfruta con la sexualización de todo.Nunca la mujer estuvo en mayores cotas de cosificación sexual. Que extrañeza puede causarnos que unos niños formados en esa mierda diaria televisiva la imiten?
De esos polvos vienen estos lodos..
La legislación de menores española, es un fracaso.La de mayores, también.No se trata de dureza:en España hay 70000 presos, uno de los mayores de la UE.
Solución? formación, educación, cultura, no hacer burla de quien promueve estos valores,forjar personalidad de nuestros jóvenes.
Modestino. Qué buena reflexión. No sé qué clase de experto puede tener argumentos para no querer rebajar la edad a los 12 años. Es tan evidente que se cae por su propio peso.
Pero , desde luego, quien educa no es el Estado. Son papá y mamá. O mamá sola si murió o le pasó algo a papá y viceversa.
Sé que no va a quedar nada bien cara a la galería... No obstante pienso que mucho de lo que sucede se inicia con el concepto de "hijo deseado". Tan deseado que vive rodeado de deseos que se cumplen al instante. Quiero todo ,ahora, ¡ya!. Más difícil todavía es educar en el ser. Todos los atributos se aprenden. Y digo yo que alguien deberá enseñarlos... Hay como un miedo absurdo a señalar rutas, a mostrar con el ejemplo y la palabra dónde se puede encontrar el bien y el mal... lo justo y lo injusto...cómo se puede evitar que sufran los que tenemos a nuestro alrededor y cómo podemos ser felices intentando que los que nos rodean también lo sean. Por no mencionar el pánico a pronunciar la palabra NO. Y mantenerla.
Decir que no y explicar a cierta edad por qué es sanísimo. Es más, el hijo se siente seguro. Sabe que cuenta con un referente sólido.
Es que este tema da para mucho y me estoy enrollando demasiado.
Un saludo y gracias por el post. Muy oportuno.
La verdad es que el post lo tenía previsto escribir, aunque la idea de frenos legales y morales me la dio Juan Manuel de Prada en su artículo de 18.07.2009 de ABC titulado "Bestias babeantes de flujos"...;) aunque me da miedo citarle aquí a la vista de los abundantes enemigos que tiene por estos lares.
Es cierto que las cárceles están llenas, el prolema no es de rigor en el castigo.
Modestino...por favor, no te molestes si te digo (o te pido) que te importe un higo lo que opinen en los lares ...tales o cuáles. Creo que tienes suficiente autoridad moral como para que cites a quien te salga de las narices. Faltaría...
Y perdón si me meto donde no me llaman.
Un saludo afectuoso
Ja, ja, ja ... por supuesto, así haré. Pero siempre he tenido tendencia a ponerme la vendaantes que la herida.
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