29 de abril de 2009

El triple filtro de Sócrates



Todos recibimos diariamente un buen número de "forward"; vídeos, power-points, frases profundas, chistes, anuncios y más de una tontería recorren la red vía e-mail con una velocidad y una extensión asombrosas. Hoy me ha llegado uno que me ha parecido francamente interesante y lo reproduzco a continuación, sabiendo que a la vista de la habitual difusión de estas cosas es más que probable que ya haya llegado al buzón de correo de cada cual. La historia nos refiere unos pensamientos de Sócrates:

"Se dice que un día se le acercó un conocido y le dijo:
—Sócrates, ¿sabes lo que escuché ayer acerca de uno de tus amigos?

—No, desde luego, pero espera un minuto —le interrumpió el filósofo—.
Antes de contarme nada, quisiera que pasaras una pequeña prueba. Yo la
llamo el triple filtro.

—¿Triple filtro?…

—Eso es —continuó Sócrates—. Puede ser una buena idea filtrar tres veces lo que vas a decirme de mi amigo. Verás —prosiguió el filósofo—, el primer filtro es el de la verdad. Sólo dime: ¿Estás absolutamente
seguro de que lo que vas a contarme es cierto?

—No —reconoció el hombre—; sólo escuché hablar sobre ello y…

—De acuerdo —dijo Sócrates—. Ahora permíteme aplicar el segundo filtro, el de la bondad: ¿Es algo bueno lo que vas a decirme de mi amigo?

—Me temo que no. Al contrario…

—Entonces, deseas contarme algo malo sobre él, pero no estás seguro de
que sea cierto… Y, sin embargo, podría querer escucharlo, porque queda
un tercer filtro: el de la utilidad. La pregunta pues es ésta: ¿Me
servirá de algo saber lo que vas a decirme de mi amigo?

—No, tampoco. Tengo que reconocerlo.

—Pues bien —concluyó Sócrates—, si lo que deseas contarme de él no es
cierto, ni bueno e incluso no es útil… ¿para qué crees que querría
saberlo?

Hoy quiero que reflexiones sobre el poder que ejercen los rumores sobre
nuestra conducta… "



A mí me ha hecho pensar mucho, me ha hecho ver que el comentario tiene un sentido común aplastante y me ha puesto colorado recordando las veces que he hablado en demasía.





Fotos: elblogdejuanjo.wordpress.com; www.dreig.eu

24 comentarios:

itaso dijo...

Buenos días. No puedo resistirme al tema que hoy propones. Cuanto daño se puede llegar a hacer por un comentario "inocente". Mi padre decía que había que borrar del idioma la expresión "dicen" y es posible que la genética en esto también tenga algo que ver.
En cierta ocasión, siendo niña propusieron el experimento de sacar de clase a cuatro compañeras que conforme iban entrando recibían de la anterior y al oido, el mensaje que la profesora había expuesto de viva voz. Lo cierto es que del mensaje original al final no había ni un mínimo de coincidencia, siempre añadimos de nuestra propia cosecha y no precisamente para bien.
Es deplorable que lo que dicen los medios de "desinformación" se convierta en dogma y el buen nombre de la gente este en manos o en lenguas de cuatro que lo único que pretenden es su propio beneficio.
Hasta pronto

sunsi dijo...

Modestino... escribí un artículo sobre ello. Si lo casco aquí...¿me matas o me asesinas? No creo que el dardo llegue desde Huesca a Tarragona. Corro el riesgo de que no me dejes comentar más o de que ya no comentes en mi blog;)

Ahí va... Post alternativo.

PRESUNCIÓN DE INOCENCIA

"Nos hemos acostumbrado y ya no nos sorprendemos. El ataque verbal, la descalificación gratuita, la mofa “a costa de”, airear los trapillos sucios de los demás ... Es el material con el que se confeccionan los programas de debate televisivo, las salsas rosas, las tertulias radiofónicas, los discursos de nuestros políticos. Ya ni nos molesta; incluso es posible que nos haga gracia. Las mismas pautas se repiten en los corrillos de ir- por- casa. “Verde que te quiero verde”. Hablar bien del personal no se lleva. Suena a bobería. El respeto por la buena imagen del prójimo ni se cuestiona. Y si se cuestiona, se nos acusa de ir por la vida con el lirio en la mano.

Todas estas reflexiones me las hacía a raíz de un fragmento que he leído hace poco. Es un diálogo que se atribuye a Sócrates. Luego es fácil concluir que la tentación de machacar al vecino viene de lejos. Vale la pena reproducirlo.

(aquí ...el texto... qe ya viene en tu entrada)

Sócrates ha pasado a la historia por ser algo más que un filósofo. Sócrates fue una existencia filosófica en medio de un mundo asfixiado por la política y la vida pública. No escribió nada, pero marcó un antes y un después en la concepción del intelectual. El hombre que piensa dejó de ser un vagabundo que vive en las estrellas para convertirse en hombre sabio que dirige su mirada hacia lo corriente, lo ordinario; no para dejarse arrastrar por ello, sino para dirigirlo mediante una meditación fundada en lo que las cosas de la vida "son".

Observen cómo desgrana progresivamente las tres claves en las que se asienta un JUICIO ÉTICO. Certeza, bondad y utilidad. Al hilo de su argumentación podemos seguir interrogándonos. Probablemente obtendremos respuestas en nuestra propia conciencia.
En el caso que plantea el texto, los tres filtros socráticos son el antídoto al “se dice, se rumorea...” de los ladrones de guante blanco que roban trozos de dignidad. Y la dignidad no puede restituirse igual que si nos robaran el reloj o la cartera. Robar la dignidad de las personas tiene un nombre: calumnia.

¿Y si partimos de otro supuesto? La información es cierta pero negativa y el conocimiento de la misma no me reporta ningún beneficio; ni a mí ni a la sociedad. Pertenece a la intimidad del individuo, imperfecto por naturaleza, capaz de cometer errores y remontarlos. ¿Qué individuo, también imperfecto por naturaleza, también capaz de cometer errores, tiene derecho a estigmatizar a nadie por un traspiés?. Puede ser que no hayamos caído en la cuenta. Pero es el deporte favorito de nuestra lengua – la física, la que se ubica dentro de la boca- que no tiene nada que envidiar a lo que se oye en los programas rosas o en los rifirafes periodísticos. Robar la buena reputación de las personas también tiene un nombre: detracción o difamación. Cierto que la fama puede restituirse, pero deja heridas, cicatrices y genera un ambiente de desconfianza hacia la víctima. “Cuando el río suena, agua lleva” .

Nos queda todavía un fleco: la información verídica que es necesario dar a conocer para evitar un daño. Pero fíjense que el objetivo ahora es preservar un bien individual o el bien común. Y suele ser precisamente en estas ocasiones cuando se apuesta por el silencio. Curioso, el ser humano.

¿Antes de hablar cuenta hasta mil?. Existe un método más acorde con nuestro ser racional: el triple filtro de Sócrates. Un descubrimiento que me ha ayudado a replantear las relaciones humanas. Un método sencillo que da volumen y relieve a la presunción de inocencia."

Un saludo, agradeiendo de antemano tu paciencia y generosidad.

Modestino dijo...

Que no te asesino, mujer. Excelente colaboración y a ver si sigue creciendo el post.

También agradezco a Itaso su aportación. Es tremendamente elocuente esa anécdota del colegio: las noticias tienen vida propia y cuando han pasado por varios no tienen nada que ver con la original.

Dimas dijo...

Ya lo conocía y cuan cierto es. Ese tripe filtro estoy convencido de que esta en nuestra configuración original, es necesario que vuelva a formar parte del arranque de nustro intimo y espiritual procesador, lo que pasa es que preferimos obviarlo porque es mucho mas facil difamar que desagraviar.

Modestino dijo...

Es posible -y animante- que el triple filtro esté en nuestra configuración, pero no se si lo que viene de fábrica es la tendencia a criticar y la mala leche... que me casa más con el pecado original. Un saludo Dimas.

J. A. dijo...

Sócrates es el amo. Me hace pensar en lo poco que pienso.

Modestino dijo...

Bienvenido a ésta tu casa, Jorge; dudo que pienses poco sí tienes a Sócrates de filósofo de cabecera.

Rosaura dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con el triple filtro, deberían aplicarlo unas cuantas personas que conocemos y todo sería mucho mejor, creo que para contar algo malo de alguien es mejor no hacerlo, he comprobado que quedan mucho mejor las personas que hablan bien de otras que las que siempre hablan mal

Anónimo dijo...
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