1 de marzo de 2009

Desde la atalaya

Imagino que todos habremos conocido personas así, al menos yo ya he padecido unos cuantos; no creo. además, que nadie pueda decir la célebre frase: "de este agua no beberé" y no excluyo que yo mismo haya podido caer alguna vez en ese error. Y es que en el deambular por la vida hay ocasiones en las que te topas con personajes que lo saben todo, tienen una respuesta para cada cosa, tardan segundos en pasarte por la cara su experiencia y su saber hacer y más vale que tomes las precauciones oportunas, so peligro de que te organicen la vida y te apliquen sus terapias habituales: dar consejos que nadie les ha pedido, hacer favores que no se les han solicitado y dar opiniones acerca de temas sobre los que nadie les ha preguntado.

No tengo ninguna duda de que necesitamos a los demás, que pedir consejo o ayuda, buscar el ejemplo de otros o consultar la opinión de quien a priori tiene que saber más que tú son medicina adecuada para sacar adelante los problemas que la vida te plantea, pero tan importante como eso es gozar de la libertad necesaria para tomar decisiones, poder actuar sin sentirte permanentemente juzgado, sometido a las percepciones, en ocasiones poco flexibles, de quienes se han instalado en la atalaya de la infalibilidad. En ocasiones el argumento son las propias excelencias -ser ingeniero nuclear, haber sacado una oposición nivel A o dirigir una empresa que factura no se cuanto-, otras veces la medalla consiste en haber llegado a una edad, algo que a algunos les concede serenidad y respeto y a otros parece que les lleva al error de despreciar lo que no es viejo y, también, es frecuente encontrarse con esa especie de mezcla de orgullo y complejo de quienes repiten como una letanía eso de que "se han hecho a sí mismos".

Hay cosas que nos enseñan nuestros padres, otras las aprendemos en nuestra época de estudiantes, pero a partir de ahí quien nos da lecciones es la vida, algunas después de habernos pegado alguna que otra bofetada; y de estas lecciones aprendemos y podemos ayudar a que aprendan los demás, pero conforme uno cumple años asume responsablemente las consecuencias de sus actos y agradece tener amigos, gente en la que confiar y a la que acudir, pero puede acabar cargado de aguantar padrinos, vigías y "sabelotodos". Y el problema no está en que no nos vayamos a equivocar, que lo haremos, ni en que no necesitemos ayuda, que la necesitamos, sino en que, como aseguraba un periodista aragonés de los tiempos de mi infancia, Don Preciso se murió y desde la atalaya no siempre se ve todo perfecto, pues la visión panorámica puede impedir observar bien los detalles.

Creo que todos hemos acabado en alguna ocasión hartos del "yoyalodijismo", la reiterada mención de la experiencia personal, el indebido recuerdo de las propias obligaciones por quien no le corresponde y la advertencia o reproche en tiempo o lugar inoportuno.

Fotos: diariodeuntranseunte.files.wordpress.com; milimboblog.blogspot.com


10 comentarios:

annemarie dijo...

Yessssssssss! :))

Modestino dijo...

Ese yesssss!, Annemarie, es elocuente y signioficativo: veo que en todas partes cuecen habas.

annemarie dijo...

Así es.

Anónimo dijo...

Hace tiempo,en una pancarta publicitaria,con la imagen de Jeremy Irons,se podía leer: "Siempre hago lo que creo y nunca hago lo que debo".
Hagas lo que hagas siempre habrá alguien que tenga algo que objetar.

Modestino dijo...

Además la sana crítica siempre es buena. El problema surge cuando hay alguien que piensa que su postura es la única y que todos tienen que comulgar con ruedas de molino.

Otra pancarta, con la imagen de Charlot, decía: "Lo importante no es lo que piensen los demás de tí, sino lo que pienses tú mismo". Tal vez ahí está una de las claves para superar el problema.

sunsi dijo...

Huy, Modestino. Menudo tema has tocado. Así, a voz de pronto, he recordado un post de Máster que se me quedó grabado: "Elimine lo debería". Porque los debería son la china en elzapato... ni mucho menos es tu conciencia.

¿Sabes de esas cosas que oyes pero no te calan y un buen día dices ¡¡¡bingo!!!? Eso me pasó a mí con el tema de la conciencia. Desde fuera muchos deberías que entran en contradicción con lo que te dicta tu conciencia. Y me topé con un párrafo, creo que de Juan Pablo II, que afirmaba enérgicamente que jamás puedes actuar contra tu conciencia, ni siquiera cuando te lleva a equivocarte. Me dio un paz... y una tranquilidad. Creo que desde entonces me ha costado menos mantener un no o un sí.

Me ha encantado este post.
Un saludo desde Tarraco.

Modestino dijo...

A mí me da pánico el término "convendría"; y es que no es difícil que tras la palabra no se esconda un consejo o una opinión, sino sencillamente el deseo de quien te la dice de imponer su voluntad, de que hagas lo que él -o ella- quiere que hagas.

Son peligrosísimos los que se creen con el encargo de que lo hagas bien.

sunsi dijo...

"Cum Laude", Modestino.
Gracias.

Saludos

Máster en nubes dijo...

Ay, Dios del Sinaí cuanto se aprende leyendo a Modestino.
Eres... bueno, no sé cómo eres, pero pareces ser ¡un tío sensato!
Venga, un abrazo
Aurora
PD: Y de los comentaristas también se aprende...

Modestino dijo...

No te creas amiga que soy tan sensato.... lo que si veo es que el blog me va desinhibiendo..... Saludos¡¡¡