Hace unos días estuve siguiendo la discusión abierta en un foro acerca de las multas que se imponen en algunos lugares por orinar en la calle; un ciudadano había sido sorprendido miccionando en la vía pública y planteaba asustado la equidad de una multa que al parecer iba de 150 a 300 €. Me llamó la atención el descaro con el que planteaba el tema, fundamentalmente porque el menda, a lo mejor es que soy un "pazguato", sentiría cierta vergüenza de haber sido sorprendido ejerciendo tal actividad en lugar inapropiado, aunque mi sorpresa aumentó al comprobar que la mayoría de las contestaciones llevaban implícitas tanto una actitud crítica con las ordenanzas que multaban por "eso" como el reconocimiento de que "cambiar el agua al canario" en plena rúa era algo considerado como normal y hasta necesario en algunos casos. Son planteamientos que me mueven a la reflexión y provocan que se cierna sobre mi cabeza la tentación planteamientos poco optimistas acerca de la condición humana, algo que rechazo porque estoy convencido de que ´cualquier hombre es capaz de hacer mucho más bien que el que se podría presumir comprobando sus tendencias y porque en la vida, gracias a Dios, uno se sigue topando con personas cuyos modos de hacer te invitan a la admiración y a la imitación.
Sin duda las reglamentación sobre la materia deberá responder a razones de equidad y proporción, y no se trata, ni mucho menos, de que los municipios aprovechen las circunstancias para cobrar más de lo que deben, pero hasta aquí deberían llegar la disputa y la polémica, pues entiendo que nadie debería poner en cuestión que desahogarse en plena calle es algo deplorable y digno de castigo. Al tratar este tema podríamos hablar de educación, decencia, cultura, buenos modos, salubridad e higiene, buen gusto, elegancia, ... y tantos otros conceptos, pero me quedo con uno: respeto. A lo mejor se trata de una obsesión personal, pero salgo a la calle y tiendo a ver bastante poco de ésto, hay muchos que funcionan prescindiendo del resto de conciudadanos, al menos de quienes no forman parte de su "cuadrilla" o su "guardia de corps" y oyes gritar, criticar, pasar por encima, empujar e insultar con la misma ligereza con que se cruza un paso de peatones, se toman unas cañas o se saluda al vecino de la escalera. Andar con un "pedo" importante y soltar el río parece ser considerado por algunos como actividad ordinaria del fin de semana, costumbre arraigada, incluso sana ... bien está que quien disfrute así se coloque cuando pueda, bien dueño es de su salud y de su hígado, pero la calle es de todos y hay usos que dañan al prójimo y a la comunidad, y si por saltarse las reglas "ad hoc" han de pagarse unos euros, lo que debería tocar es rascarse el bolsillo y permanecer callado.
16 comentarios:
Como bien dices, lo peor no es que lo hagan sino que lo consideren normal. Se ha perdido el concepto de lo adecuado. Un beso.
Pues eso ...
25 annversario de bodas de Sunsi y J. ...(pásalo)
Vaya, ... no se si era el post más adecuado para tamaña celebración ...;)
¡Que guarra es la gente,amigo!
Y, chico, ¡¡¡tu eres un artista sacándole punta al tema del pipí!!!
¡Felicidades!
Un beso, Modestino
Asun
Vigésimo quinto aniversario de Sunsi y Jesús.
Pásadlo bien (en su doble sentido).
Hay que sacarle punta a lo más prosaico ;)
Me quedo con eso que dicen algunos de que es algo "ordinario", pero no en el sentido que tú aludes, sino en el otro. Es más, añadiría que es "extra ordinario" ;-)
Ordinario plus ...
...lo de "canario" y "pajarito" también merece una entrada de esas para sacarle punta ;)
Acabo de leer tu divertido post de hoy y me ha venido a la memoria una frase que ya forma parte de mi ideario más íntimo: "Nunca desaproveches la ocasión de mear".
Se la leí a mi adorado Paul Auster en su última novela, "Diario de invierno", que es autobiográfica.
Cuenta él que un día volvía en coche a casa con su familia y se detuvo con su coche a repostar.
En aquel momento, sintió ganas de acudir al baño de la gasolinera, pero la pereza y el deseo de llegar a casa cuanto antes le hicieron desistir, de manera que se metió en el coche y siguió conduciendo.
Sin embargo, a medida que pasaban los kilómetros, más ganas de miccionar tenía y, por ende, de llegar a casa. La prisas, siempre malas consejeras, hicieron que en un cruce próximo a su vivienda se saltara un semáforo en ámbar-rojo (no queda muy claro) y que sufriera un tremendo accidente que casi acaba con él mismo, con su mujer y su hija.
Explicado así, la moraleja no admite ninguna duda: nunca desaproveches la ocasión de mear, porque te puede ir en ello la vida.
Un abrazo, y felicidades para los que tienen hoy algo que celebrar.
¿Algo que celebrar?, ... Como no sea la victoria de Obama ...
Tiene vd. Mucha razón. Buen post.
El que quiera usar la calle como el cuarto de baño de su casa que pague, (y lo mismo el que saca al perro y no recoge lo que deja detrás)
De perros, bolsitas y esclavitudes hablaremos otro día :)
Creo que eso viene un poco de la manía que ha en españa de poner a los niños a hacer pis en la calle cuando son pequeños.
Alguien que se acostumbra a hacer pis contra una planta ó una pared con tres años, pues le parece normal hacerlo con treinta...
Besazo
Publicar un comentario