Desde pequeñito me enseñaron que la Plaza de España era el centro de Zaragoza. Por eso al pasar por ahí me sentía importante, a la vez de ser consciente de que no era un lugar cualquiera. No se trata de andar por esa tópica senda de que "cualquier tiempo pasado fue mejor", pero cuando recuerdo locales como el Restaurante "La Maravilla", la cafetería "Las Vegas" o el mítico "Gambrinus" no puedo sino recurrir a la añoranza ante esas actuales realidades llamadas franquicias y otros establecimientos de mucho diseño y poco sabor. Ahí siguen, no obstante, el edificio de la Diputación Provincial, el del Banco de España y el monumento a los mártires del arquitecto Ricardo Magdalena, auténticos símbolos, casi reliquias que mantienen el lugar con un mínimo de aroma de tradición.
Pasada la Diputación y justo antes de enfilar la acera del Coso, donde ofrecían calidad dos pastelerías históricas, la Bombonería "Oro" -aun viva- y "Zorraquino", se ubicaba una pequeña confitería llamada "Murga", que anunciaba la venta en exclusiva del llamado "caramelo inglés", una especie de tofees que debían de ser bastante caros. Imagino que en el establecimiento se venderían otras cosas, pero es algo que nunca me planteé ... creo que solamente llegué a entrar dos veces, pues intuyo que lo que allí despachaban era mercancía exclusiva para bolsillos cualificados. Hoy en día se imponen esos caramelos que uno mismo introduce en vulgares bolsas de plástico, a los que sin duda les falta el glamour de aquéllos.
El otro lado de la Plaza era mucho menos conocido para mí. Había una especie de elemento discordante de la seriedad del lugar, un Salón de juegos recreativos, uno de esos a modo de "casinos infantil-juveniles" a los que acudias medio a escondidas y solían ser regentados por un señor mayor, generalmente arisco y distante, con un pitillo en la boca que aparentaba durar todo el día . También estaba el Hotel "Maza", un establecimiento del que no se oía hablar tanto como del "Gran Hotel", el "Goya" o el "Corona", por mucho que estuviera mejor situado que cualquiera de ellos.
Pero sobre todo la Plaza de España era, y sigue siendo, una especie de centro neurálgico, nudo gordiano que enlazaba la elegancia y el empaque del Paseo Independencia con lo castizo y, en ocasiones, turbio del mítico "Tubo", con sus bocadillos de calamares, el "Zurracapote", el "Plata", el tabaco de contrabando, el olor a fritanga, los personajes oscuros y todo ese aire semi-infractor que le caracterizaba. Y
La plaza también servía de acceso a las dos partes del Coso, el "Alto" en el que emergían, a uno y otro lado, el Casino Mercantil, el Palacio de Sástago, el "Savoy" y el viejo Banco de Aragón, que acabó engullido por el Central y el "Bajo", que comenzaba con el Teatro Principal y encaminaba a lugares más inhóspitos que el primero. Y ambos tenían -y siguen teniendo- sus arterias, la calle Alfonso I y la de Don Jaime I, que engarzaban ese centro neurálgico con el centro vital y espiritual de todo, la Basílica del Pilar.
La plaza también servía de acceso a las dos partes del Coso, el "Alto" en el que emergían, a uno y otro lado, el Casino Mercantil, el Palacio de Sástago, el "Savoy" y el viejo Banco de Aragón, que acabó engullido por el Central y el "Bajo", que comenzaba con el Teatro Principal y encaminaba a lugares más inhóspitos que el primero. Y ambos tenían -y siguen teniendo- sus arterias, la calle Alfonso I y la de Don Jaime I, que engarzaban ese centro neurálgico con el centro vital y espiritual de todo, la Basílica del Pilar.
Tampoco nos podemos olvidar de los anuncios luminosos, que brillaban en la noche y donde aparecían nombres tan dispares y míticos como las televisiones "Philips" e "Iberia", los relojes "Longines", los colchones "Flex" y el caldo "Avecrem" de Gallina Blanca. A veces uno piensa que se va a reencontrar con los lugares de antaño, que se va a producir como un milagroso retorno al pasado, pero lo cierto es que son sólo viejas imágenes que permanecen en el recuerdo y solamente allí siguen vivas.
13 comentarios:
El otro día escuché que en nuestros sueños nunca nadie se ve a si mismo con más de cuarenta años; con los rincones de nuestra infancia pasa algo parecido nunca en nuestros sueños aparecen como son sino como fueron...
Sí, los sueños te devuelven al pasado y te engañas pensando que todavía está aquí.
(Previa petición de perdón a mis conciudadanos de Zaragoza)
Bueno, algunas cosas de la Plaza de España no se han perdido del todo. Por ejemplo, el tranvía ha vuelto.
Los lugares se cargan de recuerdos y
ésos no nos los puede quitar nadie. Un beso.
Pero ha vuelto un tranvía bien distinto ... sin anuncios de "Netol", "Michelin" o "Cafés Orús".
Modestino, debe ser lo vieja que estoy unido a esto del otoño...casi lloro con la descripción ... cuánto añoro Zaragoza. Y cuando voy, sin estar ya quienes tanto quiero, no se me va la maldita nostalgia.
Mil gracias.
"La belleza permanece en el recuerdo" ... Zaragoza ha crecido mucho, la han mejorado mucho ... pero posiblemente está más deshumanizada.
Un saludo¡¡¡¡
¡Que bonita descripción, comprendo la emoción de Mariapi!
¡Muy entrañable Modestino, me apetecería haberla vivido así y todo, sin ser maña!
Muchas gracias y un beso
Asun
Barcelona aún puede dar más de sí: la Avenida de la Luz, los chiringuitos de la Barceloneta, el demolido Estadio de Sarria, Jorba Preciados, el antiguo Liceo, "la oca", ...
Zaragoza no será la más bonita, ni su gente la mas agradable, ni su clima el más soportable, pero es la mejor ciudad de España. Quizás influye que es mi ciudad en un juicio así, pero es lo que siento.
Yo pienso lo mismo.
Curioso como las ciudades forman parte muy importante de nuestra historia personal.
Saludos
Curioso como las ciudades forman parte muy importante de nuestra historia personal.
Saludos
Publicar un comentario