Ayer por la noche anduve por Zaragoza "de procesiones". Estas noches de frío, tradición, oraciones silenciosas y calles alimentadas por ruidos de pasos y actitudes de respeto trajeron a mi memoria los años zaragozanos de mi infancia, adolescencia y primera juventud, tiempo vivido en esa Zaragoza que, a la vez que ha cambiado tanto, sigue manteniendo sus tradiciones, ... es decir, fortaleciéndolas.
Un viejo amigo de la infancia me había ofrecido no hace mucho la posibilidad de asistir a la salida del Cristo del Refugio, al que acompaña la Cofradía de la "Hermandad de la Piedad" hasta San Cayetano y, una vez allí, presenciar el encuentro de Jesús con su madre, la Virgen de la Piedad que sale a recibirle desde la iglesia citada, en el marco incomparable de su fachada de alabastro, con el escudo de Aragón, en una escena que permanece en el corazón de quienes años tras año la contemplan y estremece a quien la observa por vez primera, mientras en el suyo surge el deseo de que ya no lo abandone nunca. Anoche, en torno a las 22.30, fui consciente de estar viviendo uno de esos momentos en los que algo del cielo baja a la tierra, cuando sientes que algo pasa ... que no es sólo emoción, belleza, nostalgia, sentimiento, ... que hay bastante más.
Tanto en las inmediaciones del refugio, cuando poco a poco los cofrades de la "Piedad" van configurando el inicio de la procesión, en unos momentos en los que vives la tensión, la delicadeza, ... la esperanza de tantos hombres vestidos con recias vestes blancas y capirote azul oscuro, clavando la cruz en el pedestal y comenzando a llevarlo a hombros al ritmo que marca el piquete, como en la referida conclusión en San Cayetano, hubo tradición, respeto, emoción contenida, ... pero sobre todo, hubo transmisión de la fe, la piedad, el amor que va pasando de generación en generación ... y que tanta falta nos hace.
Mi agradecimiento a Juan y a todos.
1 comentario:
"una escena que permanece en el corazón de quienes años tras año la contemplan y estremece a quien la observa por vez primera, mientras en el suyo surge el deseo de que ya no lo abandone nunca"
En muchas de tus entradas, entrelazas el sentimiento en frases magistrales como ésta.
El resto de lo que cuentas también ayuda a meterse en el lugar, a vivir aquella noche tan especial y al recogimiento de esa sensación única.
Es cierto que se siente algo más. Es emocionante.
A mi también me ha sucedido.
Un abrazo y gracias por compartirlo!!!!!
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