En mis recuerdos, el nombre de Bertín Osborne va íntimamente unido a la primera mitad del año 1981, cuando cumplía mi servicio militar en el ya derrumbado Parque de Artillería de Valencia y sentado en la oficina donde desempeñaba mis tareas administrativas -desde muy temprano, por cierto- sonaban a través de una especie de rudimentario hilo musical, los éxitos del momento. Así, a la vez que el magnífico "The winner takes it all" de Abba, el romántico "Woman in love" de Barbra Streissand, el "Qué será" de Ana Belén, las primeras canciones de Mecano y alguna que otra cursilada de Los Pecos, se repetía día sí, día también el primer tema que encumbró al jerezano, "Amor mediterráneo". La canción era tan romántica como simplona, pero con ella Osborne vendió discos como roquillas y dio el pistoletazo de salida a una carrera que tuvo cinco o seis años bastante brillantes.
A las cualidades musicales del cantante se añadía cierto morbo, pues era hijo de una familia aristocrática, su apellido sonaba a poderío andaluz y cargaba con un historial de adolescente conflictivo y joven con vida bohemia. En un país donde la envidia no es pecado escaso y en el que se tiende al etiquetaje y las deducciones simplistas, no le faltó al artista quien le negara el pan y la sal. Eso sí, el nunca dejó de ser un hombre que ha paseado por la vida con una sonrisa en la boca, la sencillez por talante y la simpatía como actitud vital. Y eso que a Bertín no le han faltado espinas y de las gordas: su ex-mujer falleció tempranamente y también perdió a un hijo y un nieto, a lo que cabe añadir la grave lesión cerebral sufrida por el primero de los hijos que tuvo con su segunda mujer, una modelo venezolana llamada Fabiola, que le ha dejado al chaval secuelas irreparables. "Amor mediterráneo", "Tú, sólo tú", "Perdonamé", "Adios Lucía", ... y tantas otras podrán no ser precisamente canciones inmortales, pero el buen estilo y la categoría humana también son atributos que valorar y con los que dar buen ejemplo.
Ahora Bertín Osborne triunfa sacando adelante un programa de entrevistas, "En la tuya o en la mía", un espacio de TVE que está suponiendo un impacto llamativo en la audiencia de nuestra televisión pública y donde, con un dominio de la cámara indudable, y su habitual saber estar y simpatía nos presenta cada semana personajes famosos con los que durante más de una hora mantiene una conversación amena, interesante y fundamentalmente bien encauuzada.
Recientemente vi una inolvidable entrevista a Adolfo Suárez Illana que en estos tiempos de crispación, cuestionamiento global de todo y cierta mentalidad destructiva y cainita, supuso como una especie de soplo de aire fresco, un regreso a formas más suaves, una forma de exhibir sensatez y respeto, que falta nos hace.
5 comentarios:
En realidad yo no lo conocia excepto de verlo en las revistas pero vi una entrevista suya en television donde hablaba muy clarito sobre su vida. Escuchandolo hablar sobre muchos temas de su vida y sobre la enfermedad y la lucha de su hijo pequeño me quedé admirada, nada de lamentos, esa es la actitud ante la vida que yo quiero tener, pensé.
Es una gran persona. Un beso.
Un personaje cabal.
La semana pasada, trasteando por internet, me encontré con una entrevista a Bertín Osborne cuyo titular era más o menos el siguiente: "Nunca veo la televisión".
Tratándose precisamente de un hombre que se dedica a la comunicación audiovisual, me sorprendió ese titular, así que me decidí a indagar un poco más y, en efecto, afirmaba que, salvo algún que otro partido de fútbol o algún evento deportivo, jamás veía la televisión.
Aunque solo fuera por ese comentario, me cayó bien el hombre: quizá porque esa es, justamente, la misma relación que mantengo con la tan mitificada y sobrevalorada Tv.
Salud!
Sobre todo desde que en tu casa tienes cosas -valga la expresión - mucho más bonitas que ver que la caja tonta.
Publicar un comentario