La afición a leer novelas tiene también sus ventajas complementarias, una serie de enseñanzas que van más allá de mensajes, ideologías o "moralinas" de esas que tienden tantas veces a incluir los escritores de ayer y hoy. En concreto, cuando el autor es nacido en los Estados Unidos y desarrolla la trama de su libro en dicho país, especialmente si se trata de thrillers o novelas policíacas, suelen encontrarse frecuentes referencias a los usos alimenticios del yankee medio: hamburguesas bien grasientas, salchichas enormes, coca-cola a tutiplén, patatas fritas abundantes y sin control de calidad, ... una dieta adecuada para engordar cinturas y demás que carece además de cualquier "glamour" gastronómico, ¡menuda diferencia con los añorados desayunos y meriendas que se zampaban los protagonistas de los libros de Enid Blyton que leíamos de pequeños!, cuiando descubríamos, sólo en papel, la cerveza de jengibre, el pastel de frambuesas o los sandwiches de contenidos más sorprendentes.
Estos días ando entretenido con un thriller ambientado en California, una novela sin pretensiones que está resultando bastante amena, aunque en alguna ocasión se me ha "destorotado" la digestión comprobando la afición de la hija del protagonista a mantener una dieta de rebanadas de pan con mantequilla de cacahuete. En cuestiones alimenticias, como en tantos aspectos de la vida, cabe admitir opiniones para todos los gustos: hay quien considera que el marisco es lo fetén, quien siempre pedirá carne mientras la haya buena, quien considera el pescado un plato mucho más equilibrado que la carne, y por supuesto, dentro de unos y otros se encontrarán los que prefieren el cordero y los partidarios de la ternera, el cerdo o las aves palmípedas, a la vez que no podrás criticar ni al que disfruta con el mero, el besugo o la merluza ni al que es feliz con el atún, las sardinas o el pescadito frito. Pero coger la costumbre de darle a la mantequilla de cacahuete, por mucho que la dores, empieza a parecerme un hábito casi pernicioso, y ya no sólo por la preocupación del daño que pueda hacer en el organismo de quien la consume, sino en el mal cuerpo que produce en quienes nos limitamos a contemplar su consumo por escrito.
8 comentarios:
Anda que no enseñan los libros. Que se lo digan a un ciudadano que fue a concursar a aquel programa de Carlos Sobera conocido por "¿Quiere ser millonario?", aunque creo recordar que en aquel momento todavía se llamaba "50 x 15" porque el premio gordo aún era en pesetas (50 millones) y no en euros (1 millón), y que llegó hasta el mismísimo final, llevándose por tanto los 50 millones, después de contestar a la penúltima pregunta, qué eran los hotentotes, gracias a que recordaba una historieta de Mortadelo y Filemón (me parece que era la del "Gang del Chicharrón", una de las obras maestras de Ibáñez) en que Mortadelo, para entrar al cuartel de la TIA por la puerta secreta, tiene que recitar la contraseña "esos tipos con bigote tienen cara de hotentote" justo cuando pasa por allí un señor con bigote que seguidamente le arrea el correspondiente galletón a Mortadelo. Este recuerdo le permitió al concursante adivinar que los hotentotes eran una tribu indígena, y no una especie de pájaros o un mueble o no sé qué más opciones daban, y así se lo dijo a Sobera, el cual, como no podía ser menos, le obsequió con una de sus conocidas subidas de ceja. Moraleja: de todo se aprende, hasta de los comics.
En el gang del Chicharrón estaba el Vizconde Godofredo, por ejemplo ...
Y Mac Mochuelo "el sanguijuelo" y Kara-Kol "el mongol". Para mí es mi Ibáñez favorito. Hasta tenía un comentario político que cuando era niño no acabé de entender. Cuando al final les persiguen los diez miembros de la banda, Filemón sugiere coger una calle a la izquierda y Mortadelo contesta que él es de derechas pero que por una vez transige.
Míticas las meriendas (sobre todo merendaban) de los personajes de Enid Blyton.
Todavía hoy me pregunto por qué encontraban tan rica la cerveza de jengibre, y lo tengo tan asociada a los libros que no estoy del todo segura de haberla probado, porque a mí me parece horrible y si le gustaba a los Cinco, a mí me tiene que gustar!
Yo tampoco he probado la cerveza de jengibre ... debe de ser buena ;);)
Tommy, aquellos primeros libros de Mortadelo y Filemón eran geniales: "Safari callejero", "Valor y al toro", "El sulfato atómico", ...
Aquella vez que probé el jabalì, descubrì que no tengo el estòmago de OBELIX, y mira que tenia ganas de probarlo!!! :( que decepcion!!
Buen finde a todos
El jabalí en pequeñas dosis está pero que muy bien.
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