Es posible que todos tengamos un poco de snob; claro que también habría que concretar qué es lo que entendemos por snob. Según el diccionario "se aplica a la persona que tiene una admiración exagerada por todo lo que está de moda, sea por afectación o para darse importancia". Como vivimos, al menos por estos pagos occidentales, en un mundo de apariencias, en una sociedad dominada por lo políticamente correcto, no es fácil sustraerse a la reserva mental, a sentir la necesidad de no criticar lo que todos destacan, a tener miedo de no parecer una persona de la época, hasta incluso avergonzarse de lo que antes eran convicciones firmes y arraigadas.
Intuyo que el tema viene de lejos, y de la misma manera que hace 50 años muchos hablaban con pasión de Sartre o del "Ulises" de Joyce aunque no los hubieran leído nunca y de haberlo hecho no hubieran entendido nada, hoy se pueden encandilar más allá de las propias y honestas percepciones con los textos de un ensayista de moda, la música barroca, aunque no distingan el gótico del barroco o las películas de Almodóvar, por poner un ejemplo. A lo largo de las últimas décadas muchos se han apuntado, simplemente porque queda bien, a la pasión por Mayo del 68, la "gauche divine", la pintura de Picasso, las noches de "Bocaccio" o las tertulias del "Cafe Gijón" -según los domicilios-, los viajes a la India o la práctica del budismo. ¿Quién no ha visto catar vinos con protocolos cuasiaristocráticos?, ¿quién no sospecha que al amigo que se marcha encopetado a ver "Turandot" le gusta más el Liceo que la ópera?, ¿cuántas veces hemos contemplado pasiones por el golf, el ambiente de Chueca, la protección de la foca monge o el caviar ruso, según tiempos y circunstancias?.
El resultado de ésto han sido generaciones sin personalidad, convicciones cambiantes, es decir, ausentes, personajes encantados de conocerse que funcionan a base de tendencias, reportajes de revistas de moda, lemas repetidos, frases hechas u opiniones de expertos o famosos que vete a saber si se han emitido con fundamento o instigados por algún incentivo "promocional". Y aquí seguimos, dominados por una cultura de salón, escuchando alegatos sin sustancia dichos con salero, otorgando infalibilidad cuasivaticana a lo que vete a saber qué lobby o qué multinacional quiere imponer como dogma y dando carta de naturaleza a lo que frecuentemente no son más que simplezas. Hace bastantes años un antiguo ministro con vocación de filósofo, fallecido hace ya muchos años, hablaba en estrados ajenos a sus funciones políticas del "crepúsculo de las ideologías" ... en esas estamos.
4 comentarios:
Estamos en la dictadura de políticamente correcto, y así nos va. Un beso.
Con el tiempo amigo Modestino, la única etiqueta que me importa es la de mi polo rosa "Lacoste" y que siga siendo la XL ... pobre de mi que fuera la XXL.; es más, estoy convencido que el mismo Brunetti sabe lo que digo.
Comparto lo que dices, Susana, aunque el snobismo es pecado mucho más viejo.
Tomae, a nuestra edad conviene ir bajando de talla ... y la XXL es un peligro, amigo.
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