Ayer martes fue fiesta en Huesca; se celebraba San Vicente Mártir, segundo patrón de la ciudad y hermano, al parecer, de San Lorenzo. Así, cada 22 de enero los oscenses -de nacimiento o de adopción- tenemos un día de asueto para hacer más llevadera la cuesta de enero. La leyenda, confirmada por el uso, asegura que los habitantes de la capital del Altoaragón viajan cada día de San Vicente a Zaragoza, donde entre otras actividades se dedican a recorrer y, en su caso, hacer gasto en "El Corte Inglés", incluso hay quien asegura que por los altavoces de dicha gran superficie se da la bienvenida a la buena gente de Huesca que anda de compras por el establecimiento.
No negaré que la visita al "Corte Inglés" es actividad que he realizado en otras ocasiones, pero esta vez opté, en compañía de buenos amigos, por aprovechar la existencia del AVE Huesca-Madrid-Huesca para pasar un día en la capital del reino. El tiempo no acompañó, pero no nos importó demasiado, pues cumplimos el objetivo de pasar un buen día y recorrer diversos puntos de interés en una ciudad que no tenía fiesta, lo que suponía la ventaja de comprobar como los establecimientos estaban abiertos y la ausencia de aglomeraciones en colas, tiendas y restaurantes. Como en otras ocasiones aprovechamos para visitar un par de librerías de viejo, en esta ocasión en el castizo barrio de Malasaña, una ubicada en la calle Ruiz y denominada "La Tarde", uno de esos locales atestados de volúmenes de todos los tamaños y orígenes, en semejante cantidad que parece desbordar la situación y otra más pulcra y ordenada, de nombre "Arrebato" y situada en la calle La Palma, un establecimiento de aspecto post-moderno donde se hacen sesiones de recitado de poesías y que tiene una página web magnífica. Tampoco faltó la visita al magnífico kiosco de la Glorieta de Bilbao donde uno encuentra películas de todas las épocas a precios muy asequibles y, aún mejor, una buena oferta de los mejores "Estudio-1" de los años 60 y 70.
Como la lluvia y la caminata dejaron huella en el cuerpo, hubo que buscar el correspondiente consuelo gastronómico y reponer fuerzas, para lo cual, y para calentar motores, acudimos a dos sitios conocidos de la anterior "excursión" y de los que ya di cuenta en este "foro": la "Torre del Oro", en la Plaza Mayor y el "Mercado de San Miguel", un genuino templo del buen "yantar" que desde que me lo enseñó el gran Driver se ha convertido para mí en parada obligatoria; ambos lugares ofrecieron el adecuado aperitivo al plato fuerte del día: un cocido en la "Taberna de la Daniela", sita en la calle Cuchilleros, muy cerca del Arco del mismo nombre, donde comprobamos como en ocasiones la pitanza ofrecida corresponde a la fama previa. El cocido que nos metimos entre pecho y espalda fue notable, con las tres partes del mismo perfectamente diferenciadas: una sopa con fideos que, además de reponernos adecuadamente del frío y la lluvia -que no fueron escasos-, estaba especialmente sabrosa -"Nada mejor que la sopa que sonroja las mejillas y entra sola calentando de la nuez a la espinilla"-, los garbanzos, que allí llamaban "gabrieles" -"Los gabrieles son las joyas de este bendito Madrid los comemos <> con vinillo del país"-, con la verdura, la patata y la bola de carne y pan y, finalmente, lo que en Logroño denominan sacramento, con chorizo, morcilla, hueso, tocino, ternera, pollo y alguna cosa más -"Las carnes engalanadas terminan la ceremonia, es 'pa' chuparse los dedos y 'pa' rebañar la olla"-; los tres "vuelcos" cumplieron, casi hasta dejar ahito, su función de entonar y alimentar el cuerpo. Eso sí, no puedo dejar de referirme a nuestros vecinos de mesa, y en concreto a uno de ellos, un individuo cincuentón que se pasó toda la comida hablando en tono fuerte de lo bien que sabía hacer las cosas, lo mal que lo hacían los demás y cómo se consideraba un genuino hombre de empresa ... en fin, uno de esos tipos que no paran de ponerse medallas, de juzgar sin piedad el trabajo de los demás y de creerse el ombligo del mundo.
La tarde tuvo un colofón interesante, pues en el Círculo de Bellas Artes, un viejo edificio que se encuentra en torno a lugares tan significados como la calle de Alcalá y la Cibeles, estaba instalada una Exposición de Saúl Bass, alguien cuyo nombre no me decía en principio nada, pero la grata y útil compañía de Tommy facilitó el conocimiento de que se trataba de un formidable autor de créditos y carteles cinematográficos. Efectivamente, allí encontramos excelentes ejemplares de carteles de películas del nivel de "West Side Story", "El hombre del brazo de oro", "Tempestad en Washington", "Bonjour tristesse", "Vértigo", "Horizontes de grandeza", "Anatomía de un asesinato", "Donde la ciudad termina", "Exodo" o "La lista de Schindler", entre otras, amen de una serie de proyecciones en las que aparecen los créditos de algunas de ellas. Sin duda, algo original e interesante. Eso sí, la pitanza previa nos dio fuerzas para encarar con garbo esta etapa final.
15 comentarios:
Recuerdo el día que "te dejastes raptar" por mí, y disfrutamos del buen yantar y el animado ambiente del mercado de S. Miguel.
La Puerta del Sol estaba practicamente ocupada por los seguidores del movimiento 15M, cuyas tiendas de campaña, tenderetes y "vivac" improvisados, ocupaban la plaza en su totalidad, al límite de la legalidad vigente.
No dejó de ser una experiencia un tanto "cinematográfica", pues amén de ser noticia a nivel nacional e internacional, su colorido, rotundidad y extensión, le otorgaban cierto grado de presagio histórico (y no se si histérico a la vez).
En cuanto a vuestra acertada visita al CBA, (Círculo de Bellas Artes), recordaos que está declarado Patrimonio Histórico Nacional, siendo obra del celebrado arquitecto Antonio Palacios.
Su rotunda arquitectura ecléctica, sus imaginativos y limpios volúmenes, su artística y singular fachada, así como su profusa actividad cultural desde los años 20 del pasado siglo (y milenio), así la hacen merecedora de tan augusta declaración patrimonial.
Ahora entenderéis el motivo por el cual el Exmo. Ayuntamiento de la Muy Real y Noble Villa de Madrid, me hace merecedor de la serie de puntuales y repetidas sanciones administrativas en forma de multas municipales (aparcamiento en doble fila) de las que soy merecido y repetido infractor.
Simplemente, su fachada me tiene enamorado.
Os queda pendiente, sin lugar a ninguna duda, un clásico que iluminará vuestra alma por los siglos venideros.
Se trata de una breve visita guiada al Museo del Prado, con el objetivo de admirar de forma seguida los Cristos de Goya y Velázquez.
No encontré una experiencia mística que se le iguale, tanto en fondo como en forma.
Dos ideas artísticas, opuestas y complementarias a la vez, que nos acercan a la más pura esencia de la Cristiandad, de forma breve, admirable, resumida e impactante.
Debería ser obligatoria su visita.
Convencido estoy de que su simple observación nos hace mejores personas.
Así que imaginaros su completa interiorización.
La última, no sea que se me disparen los pulsos.
Uno de mis últimos descubrimientos en ésta, mi querida y abierta Villa, ha sido el patio del Hotel Ritz.
Tras indagar el procedimiento imprescindible para poder acceder a él (siempre hay que saludar al gigantesco portero con un breve y rotundo "Buenas tardes, señor", que abre cualquier puerta de hoteles de cinco estrellas), nos adentramos en un edificio de principios del XIX, en cuyo luminoso patio interior podemos degustar un más que exquisito (de hecho olvidas el posterior rejón debido al entorno) café negro, mientras que observamos una cúpula acristalada que más que iluminar el interior del edificio, le difunde vida a través de su tamizada luz.
Como veréis, amo Madrid.
Pasamos por el Hotel Ritz y vimos unos carteles en los que el chocolate con churros nos salía más caro que el cocido anterior...
La técnica consiste en acodarse en la barra y tomar de pie el café para admirar el patio.
Si te sientas a por los churros en un hotel cuyas mejores habitaciones rondan los 4.000 euros la noche, el navajazo puede desestablizar la economía nacional de los Paises Bálticos.
...
Alfonso XIII fue el impulsor de su construcción , pues quería atraer a la Villa lo más granado de la sociedad europea de su época.
Fue construido en tan solo un año por una compañía francesa.
Cuentan las malas lenguas que la cuenta de los cafés de los diputados que allí se refugiaron en el 23F, no fue pagada por nadie.
No se sabe a ciencia cierta si por lo elevado del importe, o por la confusión del momento.
O por ambas.
Qué cosas tienes, Driver. Seguro que con mucho gusto les invitaron a los cafés porque para eso eran mártires por la Democracia.
Veo que tus conocimientos y tu amor por la capital del Reino no tienen límite. Del hotel Ritz, quizá te hayan contado que durante mucho tiempo tenían tan reservado el derecho de admisión que no dejaban entrar a nadie del mundo del cine y del espectáculo en general, pues les tenían especialmente mal considerados, y que el actor James Stewart tuvo que hacer valer su condición militar -era coronel del Ejército de los Estados Unidos- para poderse alojar allí.
Lo que ya no sé es si desayunó chocolate con churros o si tomó un cafelito después de comer.
Un saludo.
Si alguno tenéis curiosidad por el tema, os aconsejo el libro del periodista Felipe Serrano, "Cien años de anécdotas del Ritz", donde se nos narra el arresto de la famosa espía Mata-Hari, la primera conferencia en Occidente de Yaser Arafat, o la famosa lista negra del
apartado 'Como un planetario' , donde se desvela que para evitar el bullicio que acarrea albergar a un artista y ante el hecho de que muchos de ellos se instalaban de incógnito en el hotel, se creó un código interno, una especie de 'lista negra', denominada 'No tipo Ritz' (NTR), en la que se incluía a los caballeros que osaran entrar sin corbata o a las mujeres que trataran de cruzar las puertas del establecimiento con pantalones.
No obstante, nunca se llegó a aplicar de forma estricta.
El ámbito político también tuvo su representación en Madrid y en enero de 1981 tuvo lugar la primera reunión entre Josep Tarradellas y Juan de Borbón. Además, Adolfo Suárez eligió el último día de julio de 1982 para presentar en el hotel su nuevo partido, el CDS. Entre otras anécdotas curiosas que recoge la obra, el presidente de Estados Unidos Ronald Reagan, que estuvo en España a principios de mayo de 1985, no consintió que ninguno de las camareros del hotel entrara en sus habitaciones.
Sólo se lo permitió a sus empleados filipinos.
En fin, como apuntó el famoso "Lagartijo", "Maestro, aquí hay gente pa tó", resumen escueto y magistral.
Vaya, vaya. Con que cocidito, ¿no?
Desde luego, nadie os podrá rebatir que, en realidad, fue un acto en memoria (y para mayor gloria) del copatrón de Huesca, puesto que, al "tener" que engullir semejante avío (la sopa, los garbanzos, la carne y el sacramento), os estabais convirtiendo poco menos que en mártires.
No, no, lo mío no es envidia. Qué va.
Driver, qué gustazo oírte hablar de Madrid. No hay piedra o garito que no conozcas (y admires).
Por cierto, y hablando de garitos madrileños, ¿podrías indicarme dónde se halla el famoso "Bar Cenas"? (se lee como de carrerilla, es decir, "el barcenas", pero quizá con acento en la primera "a", no estoy seguro).
Es que el primo del cuñado de un amigo me ha dicho que si vas allí a tomar un simple cafelito, es casi seguro que sales con un sobre (obsequio de la casa).
Gracias por anticipado, amigo. Te debo una.
En el "Bar Cenas" la especialidad no es el cocido, sino las judías con chorizo.
En realidad el bar se ha hecho bastante famoso; suelen acudir a dicho establecimiento los políticos que una vez llegados a la cincuentena empiezan a pensar en su plan de jubilación.
Sus especialidades son variadas.
Para las entradas suelen servir una "pegada de carteles", un guiso juvenil y fresco de gran aceptación entre la parroquia.
Los primeros son un clásico de la gastronomía barceniana, que como bien apunta Modestino se basan en las judías con chorizo, al estilo concejalía con aderezo de máster en economía.
Aunque lo que atrae de verdad a los comensales, son los segundos.
Desde pavo negro a la sidra de Suiza, pasando por el "festival de transferencias internacionales", sin olvidar el reputado "puding de ingeniería financiera al estilo bárbaro".
Entre los postres destacan la simple y muy aceptada "naranjada familiar", el dulce de "golfillos caramelizados" y la siempre recurrida torta de "neguemos la mayor", que tan buenos resultados obtiene entre la distinguida clientela.
Por cierto Brunetti, tengo entendido que la gastronomía por la zona mediterránea está de enhorabuena, con nuevos chefs que representan como nunca las tendencias de una juventud ávida de sabores exquisitos.
Te agradecería que nos ilustraras un poco al respecto, pues creo que el "boom" de la "nouvelle cuisine", se extiende por todos los rincones del pais, MAS pronto que tarde y con fresca y renovada PUJOLanza. ;)
¡Señor, qué tropa!
Cuánta razón tienes, Driver. En todas partes cuecen habas, nunca mejor dicho.
Ya sabes, como buen gastrónomo, que la cocina mediterránea siempre ha estado a la vanguardia.
Si bien es cierto que el chorizo no es uno de sus ingredientes predilectos (ese producto se consume más en tierras de interior, quizá debido a los fríos invernales), no lo es menos que por estos lares se tiene gran aprecio por el buen aceite de oliva (de la variedad arbequina, preferentemente).
Y ya sabes que el aceite, bien extendido sobre una ensalada, suele pasar casi inadvertido.
Y ahí está el truco: nada por aquí, nada por allá y, de pronto,¡sorpresa!: 20 milloncetes en Suiza, 10 en México y 18 en las Barbados.
Pero si aun así te trincan, no pasa nada: añades un poco más de acite, es decir, te envuelves en la bandera de las cuatro barras rojas y el malo serás tú por delatarme y por no querer suficiente a tu país.
Así han sido siempre las cosas por aquí y así seguirán siendo, me temo.
Bon appètit!
... ¿cocina mediterránea Bruneti? ...yo nunca he sabido que es más mediterráneo si una gamba tarraconense o un pimiento de la huerta Murciana?
Saludos.
No hay placer mayor, que visitar una bella ciudad en buena compañia y deleitarse con una buena comida. Eso nunca se olvida.
Por cierto, nosotros le decimos a esa carne engalanada que se le pone a un buen cocido: pringá.
¿Pringá? ... eso es Andalucía, ¿no?.
Touché.
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