11 de agosto de 2011

Scouts portugueses en Alosa

Hacía tiempo que no traía por aquí algún sucedido de mis viajes Huesca-Zaragoza y regreso en los inefables buses de Alosa; pero el pasado sábado tuve unos compañeros de viaje de los que me apetece hablar: eran pasajeros muy poco habituales y me agradó mucho su corrección y buen estilo. Nada más llegar a la "Estación Intermodal" oscense me llamaron la atención un buen número de "boy scouts" que se hallaban sentados junto a las plataformas donde aparcan los autobuses: debían ser 14 o 15, vestían el típico uniforme con bermudas y camisa azul y andaban rodeados de mochilas y guitarras, en definitiva una imagen que parecía traída de una película americana de los años 70. Los había de ambos sexos y no eran precisamente unos críos, pues aparentaban tener entre 15 y 18 años. Pensé que podían estar esperando algún autobús que les acercara al Pirineo, pero me equivoqué, pues se montaron en el mismo que cogía yo y que se dirigía a la capital del Ebro. Subieron en tropel y se situaron en la zona trasera del autobús, rodeando precisamente el asiento que yo había escogido. Cuando comenzaron a hablar comprobé que eran portugueses, hecho que confirmaba el escudo que llevaban cosido a la camisa, que incluía el nombre de su nación.

Ya había oído comentar a varias personas que en Portugal la gente es amable, dulce y muy respetuosa, algo que demostraron sin excepciones ni fisuras el grupo de jóvenes scouts que viajaron conmigo, y con bastantes pasajeros más -el bus iba lleno-, que ofrecían un notable aspecto de pulcritud, limpieza y discreción. Queda dicho que se trataba de una imagen poco habitual, algo que a primera vista suena a cosa de otra época, a modo de vivir caduco, pero enseguida descubrí que alguna ventaja ha de tener, pues se trataba de jóvenes encantadores. Así, en un par de ocasiones en los que dos viajeros que iban juntos buscaban asiento, dos de ellos que ocupaban uno y tenían vacío el de al lado, se cambiaron para que tales personas pudieran hacer el viaje juntos, un pequeño detalle de solidaridad que no recuerdo haber visto nunca en España.

La verdad es que el viaje lo dediqué a dormitar y a conversar con una buena señora mayor que se sentó a mi lado y terminó haciendo conmigo proselitismo de los testigos de Jehová, cosa que no consiguió, aunque si comprobar que al menos ella es muy buena gente; delante y detrás mío viajaban, discretos y pulcros, unos scouts portugueses que dejaron alto el pabellón del país vecino.


5 comentarios:

Brunetti dijo...

Los portugueses son tristes y melancólicos como un fado; pero extremadamente amables, corteses y educados.

Nada ver con la mayoría de nosotros, que somos unos cafres.

Modestino dijo...

Sí, somos unos cafres, unos más que otros y unas más que otras ;).

Brunetti dijo...
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Susana dijo...

Yo creo que se debía al hecho de ser scouts. En mis viajes a Portugal no los he encontrado especialmente amables. No sé si he tenido mala suerte. Un beso.

Modestino dijo...

No son uno ni dos quienes me han hablado de la amabilidad pues ... De todo habrá.