Destaca en primer lugar que la Virgen luce una sonrisa de oreja a oreja, un detalle que ayuda, no cabe duda, a rezar, a salir de allí con la idea firme de que siempre vale la pena sonreír, que como ella hace no podemos negar al resto del mundo, conocido o no, una cara afable y jovial. Se trata de la talla de una Virgen guapísima, joven y radiante; y eso no es nada fácil de conseguir, porque con frecuencia nos encontramos con "crometes" o imágenes que parecen de pasta flora, con tallas que muestran tan buenas intenciones como frustrantes resultados. No es sencillo lograr reflejar la belleza de la Madre de Dios, y quien hizo la Virgen de San Paio lo consiguió plenamente.
Una imagen así invita a rezar; ante ella es fácil pedir, agradecer, pedir perdón ... o, sencillamente, estar, dejar pasar el tiempo descansando con la contemplación de lo bello, de alguien cuya visión da paz y serenidad. La cara de la Virgen de esta iglesia es la cara de la maternidad, una mirada donde no cabe el reproche, la visión negativa, la indiferencia, es la cara de una madre cariñosa, amable, desdramatizadora y dispuesta a todo. Entrar un momento a San Paio es como ir a saludar a alguien próximo y, tras marchar de Santiago, uno siente que deja, en espera, a alguien querido.
4 comentarios:
Nunca la había visto; pero Murillo ha dejado una imagen de la virgen tambien preciosa y a la vez entrañable la de La Asunción, que se celebra hoy.
De hecho, amiga Veronicia, dejé esta entrada preparada para que saliera hoy.
Preciosa Virgen. Gracias por compartirla. Un beso.
¡Que cosa mejor para compartir!
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