9 de agosto de 2011

Lecturas de verano IV: dos personajes políticos bien distintos














Siempre me han gustado los libros que, en forma de memorias o como simple valoración de tiempos y lugares, escriben quienes de una manera u otra han formado parte de la vidapolítica española de alguna época. Durante mis últimas vacaciones han pasado por mis manos dos escritos por personajes bien distintos y con ideologías completamente diferentes. Por un lado, el libro publicado recientemente por quien fuera presidenta del Partido Popular vasco, María San Gil, una mujer que siempre me atrajo bastante, con una personalidad acentuada, una firmeza ejemplar en sus convicciones y protagonista de unos momentos realmente interesantes desde el punto de vista político. Por otro lado hacía ya tiempo que tenía en mis manos el libro publicado por José Antonio Labordeta poco antes de morir, "Regular, gracias a Dios"; quien me siga será consciente de que padezco debilidad por este hombre, íntegro y genial, de quien ya había leído una especie de memorias tituladas "Banderas rotas" y la excelente crónica de su vida parlamentaria publicada con el llamativo título de "Memorias de un beduino en el Congreso de los Diputados".

"La mitad de mi vida" es un libro sacado en tiempo oportuno; sus discrepancias con la actual dirección del Partido Popular llevaron a María San Gil a presentar su dimisión de todos sus cargos y quedarse como simple militante de base. A partir de ese momento la política vasca pasó a ser una ciudadana más y de ahí el título, pues considera que tras dedicar media vida a la vida pública, le queda la otra mitad para los suyos. La San Gil se muestra como una mujer firme en sus convicciones, absolutamente irreductible, algo que puede valorarse en muchos sentidos, pero que no cabe duda supone honestidad. Con unos iniciales trazos de su infancia y juventud María San Gil pasa a hablarnos de lo que ha sido la vida política vasca, y muy en especial de San Sebastián, en los últimos quince años: el asesinato de Gregorio Ordóñez, los crímenes de ETA, las distintas campañas electorales, tanto municipales como autonómicas y estatales, las políticas de los distintos gobiernos centrales de uno y otro signo en materia terrorista, la actitud de los nacionalistas, los movimientos ciudadanos, las víctimas del terrorismo ... Igualmente aparecen una serie de personajes con los que se ha encontrado María en su camino: el referido Gregorio Ordóñez, cuya muerte supuso un antes y un después en su vocación política, Odón Elorza, Carlos Iturgaiz, José María Aznar, Carmelo Barrio, Patxi López, ... Y en todo su relato María San Gil se nos muestra como una mujer valiente, entregada y sensata, como una personalidad atractiva y defensora a ultranza de unas ideas y unos postulados en los que no cabe duda alguna que cree. El gran problema del libro pienso que es su redacción, no se si fueron las prisas, pero parece haber sido escrito con precipitación, escribiendo como se habla, algo que hace perder agilidad a su lectura: falta cierto orden y concierto.

He vuelto a disfrutar leyendo a Labordeta, amen de emocionarme en diversas ocasiones; "Regular gracias a Dios" es un libro escrito a raíz de que al cantautor zaragozano le fuera diagnosticado un cáncer de próstata que a la postre acabaría llevándole a la tumba el pasado mes de septiembre. Sin duda, hay que tener temple y valentía para reflejar las impresiones de un diagnóstico tan duro y un tratamiento tan doloroso y agotador; Labordeta nos lo cuenta con su socarronería aragonesa de siempre, y también con sinceridad, pues no escurre el bulto para reconocer sus momentos de desánimo, su desazón y hundimiento en diversas ocasiones. Labordeta vuelve a dejar constancia de su enorme humanidad, con una sencillez descarnada y emocionante. El libro lleva también el subtítulo de "Memorias compartidas", pues entre la narración de su enfermedad nos va contando sus recuerdos personales y familiares, con emoción de su pequeña historia infantil, sus años de profesor en Teruel, su activa militancia antifranquista, su noviazgo, sus viajes, ... con referencias entrañables a lugares -Canfranc, Teruel, Belchite, el Café de Levante, el Colegio de su familia, Santo Tomás de Aquino, el Mercado Central, la Cafetería Niké, ...- como a personas -Eloy Fernández Clemente, Paco Ibáñez, Imanol, Luis Alegre, ... -. Creo que cualquier zaragozano y aragonés que se precie disfrutará con este libro. Además Labordeta pone de manifiesto que tiene mayor experiencia como autor literario que María San Gil y nos encontramos con un libro bien escrito, que se lee con gusto.

No se si poner interés en enterarte de las posiciones de personas de ideas distintas es lo que algunos llaman transversalidad, de cualquier manera a mí siempre me ha gustado hacerlo. Creo que a estas alturas no engaño a nadie sobre mis posturas en materia ideológica, pero puedo asegurar que en este caso tanto María San Gil como José Antonio Labordeta me han aportado bastantes cosas.



3 comentarios:

Brunetti dijo...

Esta ciudad de Zaragoza
siempre se quiere dejar
junto a la boira y el cierzo
y a parte del personal.

La amo,
la odio,
le tengo un cariño ancestral.

Inmortal Labordeta.

Driver dijo...

De esta ciudad tan maña
provienen los cañonazos
de gente aguerrida y brutal
que transforma los sonetos
en obuses
de hermosura visceral.

Dejó la tal Agustina
un legado de cojones
pues los maños se las gastan,
con obuses y cañones.

Será mejor tenerlos,
del lado de las amistades,
no sea que te disparen,
y te partan en dos mitades.

Maños recios,
viscerales,
a su lado se disuelven,
las penas
y las maldades.

Modestino dijo...

Pedazo de aportaciones. Yo ando ya metido de lleno en la voragine laurentina.