1 de agosto de 2011

Guerra y hambre en Somalia



Leía el otro día en un diario de tirada nacional las palabras de un somalí, quien aseguraba que "desde que tenía memoria sólo recordaba guerra y hambre"; la ONU ha declarado recientemente que la hambruna declarada puede provocar la muerte de un millón de niños, algo que posiblemente haya dado lugar a menos cabeceras de prensa que la victoria de Evans en el Tour, los problemas de David Cameron con la subida de tasas y de Murdoch con el espionaje periodístico o la muerte de Amy Winehouse, pero me parece que es muchísimo más grave, bastante más triste. ¿Es posible que se siga sin poder poner los medios para evitar este drama, o al menos para paliarlo?, ¿tenemos que seguir conformándonos con la pelea particular y entregada de unos cuantos voluntarios y alguna que otra ONG o similar?. Tengo la impresión de que Occidente, sus gobiernos, funcionan más a impulsos de estética, palabrerías y condicionamientos electorales que por convicciones y empeños serios por arreglar las cosas.

Cuando yo era un estudiante Somalia era un país de África más, me llamaba la atención la simplicidad de su bandera -un trozo de tela azul claro con una sencilla estrella blanca en el medio- y nunca me paré a buscar en el mapa en que parte del continente se encontraba; países como el Congo, Kenia, Nigeria o Uganda me sonaban bastante más, eran noticia frecuente de los telediarios y, tal vez por eso mismo, parecían más reales. El tiempo te va enfrentando con la cruda realidad de las cosas, y desde hace ya unos cuantos años -muchos, demasiados- el nombre de Somalia solamente se oye para hablar de guerra, drama y muerte. Y, creo que me repito, en Europa seguimos viviendo como si estas cosas no pasaran, como si a ellos les tocara y a nosotros no, como si morir de hambre o vivir en permanente miedo fuera circunstancia natural de determinados lugares.

Cuando uno ve las fotos de niños esqueléticos, auténticos muertos vivientes, necesita reaccionar; si ante escenas tan tremendas nuestro corazón no se estremece ni nuestra conciencia rechina, tal vez es cuestión de que hagamos un planteamiento, porque algo grave nos pasa. Solemos tener el problema de que a la impresión suele seguir el olvido, y enseguida volvemos a protestar porque no nos llega para cenar fuera de casa, nos duele una muela, el Jefe nos exige más de lo que creemos debería o el plan de playa del finde se ha ido al traste por el tiempo.


11 comentarios:

mujer prevenida vale por dos dijo...

Lo de Somalia viene de lejos, pero que la ONU tenga la desfachatez de declarar una hambruna que puede afectar a 10 millones de personas, y lo dice así como si contara lentejas!
Que tengamos UNICEF y la ACNUR y la FAO
Me asqueo de mi misma por buscar informacion en internet y junto a la noticias de Somalia aparezca un anuncio para adelgazar otro de un spa, y otro de una ONG.
Me siento triste, me siento cómplicee, me siento impotente.

Modestino dijo...

En estas garitas hay que hacer guardias, amiga. No desesperes.

Susana dijo...

Es terrible. Pero me temo que el problema es complicado de resolver. Claro, que si no se intenta siquiera, no lo conseguiremos nunca. Un beso.

Modestino dijo...

Yo, sencillamente, creo que en este mundo casi todos han perdido los papeles.

C.B. dijo...

Por desgracia, no aprendemos del pasado. Las grandes revoluciones han estado motivadas por la hambruna y las desigualdades extremas. Estoy convencida que, de seguir así, las partes moribundas del planeta podrán organizarse, y habrá consecue ...ncias. No es pesimismo: la monarquía absolutista francesa y los zares tampoco previeron sus respectivas revoluciones. Ahora existen medios para esa organización, precisamente debido a la tecnología. Ya estamos viendo algunos ejemplos. Es cuestión de tiempo... y supongo que de alguna otra cosa más. Mientras tanto, se me ocurren cosas que se podrían hacer para evitar todo el asunto. No soy una revolucionaria, no serían precisos tantos cambios para que "el mundo no siga perdiendo los papeles". Suelo llegar a la conclusión de que debo de ser ingenua o simple porque todo sigue igual.
Ante cosas tan evidentes, a veces me siento como un pingüino en el desierto. Un colega muy documentado me ha contestado recientemente a esta expresión con algo que me hace sonreír: “Bueno, Carmen, pingüinos somos muchos, y algunos picotazos vamos dando” Es reconfortante. Quiero pensar que hay esperanza. Pero el asunto es indignante, una pena (por no amargar mucho)

P.F. dijo...

La 3a guerra mundial parece ser la fórmula mágica por la q apuesta Putin para acabar con la crisis económica....con dirigentes así es evidente q no hay "luces" suficientes para salir de "sombras" como la de Somalia.

Modestino dijo...

Añado estos comentarios de personas que los han puesto en el facebook en relación a este post y me parecen interesantes.

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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Modestino dijo...

Efectivamente es mi casa, por eso admito la discrepancia pero no que me falten el respeto ni mezclen churras con merinas.
Meditare mi coherencia, porque el que alguien no respete las formas no quiere decir que haya que prescindir de sus argumentos. No dudo que quien habla con semejante vehemencia esté convencido de lo que dice.
Pero repito: en mi casa no acepto que me insulten.

Anónimo dijo...
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