Los excesos de la afición a la novela policíaca, ese cierto snobismo que nos inclina a leer fundamentalmente libros recién publicados y la ausencia del tiempo que a uno le gustaría tener para dedicar a la lectura te llevan a haber descuidado la lectura de os de siempre, de esos autores que no tienen fecha de caducidad porque lo que han hecho a lo largo de su carrera literaria ha sido sencillamente escribir bien. En nuestro país tenemos muchos de ellos, desde Delibes hasta Wenceslao Fernández Florez, pasando por autores tan distintos como Carmen Martín Gaite, Ignacio Aldecoa, Enrique Jardiel Poncela o Jesús Fernández Santos, sin olvidar a autores teatrales tan lucidos como el citado Jardiel, Miguel Mihura o Alejandro Casona. He hecho el propósito de comenzar a darles la importancia que tienen, intención que espero cumplir.
Mi estancia en Galicia, que como se ve está dando para bastantes comentarios, me ha ayudado a recuperar el interés por un autor que siempre me había llamado la atención, pero del que debo confesar no haber leído nunca nada; me refiero a Alvaro Cunqueiro, el periodista y escritor nacido en Mondoñedo en 1911 y fallecido en Vigo setenta años después. Alvaro Cunqueiro además de escritor fue periodista, escribiendo artículos excelentes en diarios de su tierra como "La Voz de Galicia", "El Progreso", "La Región" y "Faro de Vigo", aunque por encima de todo era un hombre que escribía muy bien, que dominaba a la perfección la prosa, tanto castellana como gallega. Cunqueiro era muy gallego y en sus escritos se palpa ese carácter tan especial de los gallegos, aficionados al misterio, al más allá y amantes apasionados de su terruño: significativo su deseo expreso de que figurase en su tumba, como epitafio, la frase siguiente: "Eiqui xaz alguén, que coa súa obra, fixo que Galicia durase mil primaveras máis" ("Aquí yace alguien, que, con su obra, hizo que Galicia durase mil primaveras más"). No cabe duda de que Alvaro Cunqueiro contribuyó, y mucho, a hacer brillar la primavera gallega.
Cunqueiro fue pionero en utilizar en sus novelas lo que se llamó realismo mágico, pues junto al relato de las gentes, los lugares y los ambientes propios de las tierras gallegas, siempre introdujo el elemento fantástico, y así nos encontramos con personajes legendarios, meigas, hadas, animales que hablan, muertos que caminan por los montes, ... Mucho de este realismo tienen las que posiblemente son sus dos principales obras: "Las crónicas del Sochantre", con las que ganó Premio Nacional de la Crítica en 1959, una obra enmarcada en la Bretaña del siglo XVIII, en la que una hueste fantasmal rapta al joven sochantre, Charles Anne de Crozón, para que amenice un entierro y "Un hombre que se parecía a Orestes", ganadora del Premio Nadal de 1968, fábula que recrea de forma totalmente libre "La Orestiada" de Esquilo. Estas novelas, como todas las de Cunqueiro, rebosan genialidad, perfección literaria solidez argumental. No cabe duda que se encuentran entre los más valiosos tesoros de nuestro patrimonio literario.
En las últimas semanas estoy deleitándome con la lectura de "La otra gente", una colección de micro-relatos que se unen por el denominador común de hablar de las buenas gentes de Galicia, los gallegos sencillos, generalmente del mundo rural, cuya idiosincrasia domina como nadie el autor. El apego a la tierra, el ansia pleiteadora, la doble intención de las frases, la morriña, ... son cuestiones latentes en unas narraciones llenas de un humor que a veces llega a ser desternillante, a la vez que de cierta ternura y no poco conocimiento de la vida misma. Por supuesto, a las descripciones de paisajes y caracteres se añade el toque fantástico, y nos encontramos con muertos que vuelven a la vida, con cuervos parlanchines que dan consejos y brujas ejercientes de curanderas. Cada relato tiene un máximo de cuatro páginas y es un uso bien recomendable conservar el libro en la mesilla para llenar con una lectura deliciosa los momentos de insomnio.
15 comentarios:
Puedo acusarme de lo mismo: haberme olvidado de muchos autores nacionales y de hace cierto tiempo, y por la misma causa. También me gusta muchísimo la novela policiaca, de intriga, y la fantástica y de ciencia ficción.
De cualquier forma, en mi caso la cosa va por rachas y he comprobado que mejor lee lo que me apetece, aunque a veces sea para un hartazgo, porque leer a un autor por obligación o por "mala conciencia" de tenerlo olvidado te puede dar la tranquilidad del "deber cumplido", pero no se pasan los buenos ratos de leer lo que se te antoja en ese momento, aunque sea una birria. Al menos en mi caso.
Tu argumento es bueno, pero también es cierto que recuperando lecturas de gente como Delibes, Aldecoa o Ana María Matute -por poner tres ejemplos- puedes también disfrutar. Creo que lo que se trata no es de forzar lecturas a contrapelo, sino de encontrar nuevas -o viejas- vías.
Cuando pueda buzearé por tu blog: lo del Mariscal Ney, por ejemplo, me ha puesto los dientes largos..:)
Confieso que no leo apenas libros, pero algún día espero recuperar ese hábito y entonces repasaré todas las recomendaciones. A mí me gustaba mucho Fernández Flórez. Un beso.
Fernández Florez es otro autor formidable que me gustaría volver a leer. Me encnató "El malvado Carabel" y ando detrás de "Volvoreta" y "El bosque animado".
Hola.
Nunca es tarde si la dicha es buena. Cunqueiro es una maravilla, en mi opinión.
Te recomiendo, además de los conocidos "Merlín e familia" y "Se o vello Simbad voltase ás illas", otro, que es delicioso: "Flores del año mil y pico de ave". Ya verás.
Un saludo.
Tomo nota. A mí en "La otra gente", toda esa mezcla de galleguismo, fantasí, cierta coña, historias tan inconcebiles como entrañables, ... me ha hecho pasar unos ratos magníficos.
Como bien me explicaba alguien el otro día, Cunqueiro, como Perucho, tuvo que navegar contra corriente, ejercitando la literatura fantástica en tiempos del imperio del neorrealismo literario español.
Cunqueiro es fantástico, y pertenece a una generación hoy olvidada,que son un disfrute leerles...Perucho, Nestor Lúján,Josep Pla...tocaban muchos palos, y eran de una prosa maravillosa.
Nacieron en malos años, y hoy no los conoce ni el Tato. Lástima.
Hombre, Suso, tanto como ni el Tato...
No dijo Perucho, pero Cunqueiro, y sobre todo Pla, yo creo que tienen el reconocimiento que deben tener.
Saludos.
Perucho y Pla no sólo escribían de miedo, sino que ambos eran dos personajes de primera fila.
De los que comentáis sólo tengo a mano "El cuaderno gris", y no me apetece. Por lo que me voy a mantener en la superficialidad policíaco-snob. ¿Qué Mankell pondrías, querido blogger, a continuación de "La quinta mujer" (sin limitarte a los de Wallander)? Gracias,
Jaime R
De Mankell solamente he leído los de la serie de Wallander; de éstos te recomendaría "Pisando los talones", a no ser que quieras leerte la serie entera, en cuyo caso comenzaría por el primero, "Asesinos sin rostro".
Hablan bien de "zapatos italianos", "El ojo del leopardo", "El cerebro de Kénnedy" y la trilogía d ela africana Sofía: "El secreto del fuego", "Jugar con fuego" y "La ira del fuego".
Me gusta la foto de la estatua de Conqueiro en paralelo a la foto de la estatua del jurisconsulto.
¿El jurisconsulto está en la fachada del Tribunal Superior de Justicia de Madrid?
Me suena la imágen.
...pues sí, ahora que lo dice Driver los dos fotografíados tienen pinta haberse comido un par de huevos con chorizo y muchas ganas de leer parece que no tienen, quizá el Jurioconsulto (que levanta la mano) esté llamando al camarero para que le sirva otra ración...
Sí, de migas a la pastora ... ;)
http://lastresc.blogspot.com/2011/01/migas-la-pastora-de-aragon.html
Publicar un comentario