El pasado martes me tocaba prueba de esfuerzo; desde mi "accidente cardiovascular" -mira que somos remirados ultimamente con eso de la denominación de las enfermedades- cada año tengo que pasar una especie de reválida montándome en una bici estática y dejándome colocar todo un muestrario de cables a lo largo del torax: una forma rudimentaria y algo patética de subir el Mont Ventoux sin salir de una consulta médica. Afortunadamente la cosa salió bien y me fui a casa contento de que él corazón funcione adecuadamente y los ritmos cardiacos no sufran alteración a pesar de someter al cuerpo a cierta tensión.
Curiosamente en la "Policlínica Altoaragón" de Huesca -algún día debería hablar de la sonrisa amable y encantadora que suele atenderme por las tardes- la sala de espera de quienes tenemos que pasar por la referida prueba es compartida por la consulta de pediatría. Por esta razón, cada vez que me encuentro en trance de iniciar mi particular envite coincido con unos cuantos niños, generalmente pequeñísimos, que me miran asombrados, pues no deja de sorprenderles ver a un "mayor" que llega sólo, sin la compañía de un bebé como ellos: se deben preguntar qué vela le han dado a este tipo en el entierro. Y es que no dejan de ser situaciones contrapuestas, la de quien acude como a pasar un examen y anda tenso por ver si la prueba no le va a traer nuevas complicaciones y la de esos "locos bajitos" que -al menos ese aspecto presentan- acuden a simples revisiones rutinarias y andan más preocupados por amortizar los juguetes que suele haber en la habitación que por su posterior suerte médica.
Este mismo martes pululaban dos niñas pequeñísimas, dudo que tuvieran mucho más de un año y ambas respondían a nombres rarísimos que no soy capaz de recordar; las dos demostraron hasta ser llamadas por el doctor una enorme vitalidad y una notable simpatía, por más que una de ellas protestara cuando vio que me sentaba junto a una de sus acompañantes, pues enseguida me debió de atribuir la comprensible condición de intruso. De cualquier manera, es de agradecer el ambiente de optimismo y de simpatía que se crea en torno a estas personas que están iniciando su andadura por el mundo, y uno no puede evitar pensar en lo que será de ellos dentro de 20 o 30 años, cuando los avatares de la vida hayan ido despejando sus incógnitas de futuro, aunque siempre les quedará, entre otros recuerdos gratos, el de una sala de espera.
Donde hay niños el ambiente se transforma; junto a ellos los mayores nos volvemos menos torpes y estúpidos, son como la luz que ilumina la habitación oscura y la transforma en un aposento grato, como la campana que suena en medio del silencio más abrumador y acredita que en un lugar hay vida, que un pueblo es algo más que calles solitarias y ventanas cerradas. Los niños, a esas edades, viven la espontaneidad y la sinceridad de mirada que tantas veces nos faltan a los mayores; porque gracias a un par de criaturas surgió entre los pocos que nos encontrábamos en la sala de espera una complicidad, una visión común de la vida misma que no hubiera existido sin ellos, consiguieron que la espera no fuera un largo suspiro, sino un escenario vital y esperanzador.
14 comentarios:
El otro día escuché un razonamiento en la barra de un bar que me dejó pensativo.
Uno le decía al otro:
"Mira. No le des más vueltas.
Es muy sencillo.
Todos los humanos nacemos genios.
Luego, al crecer la liamos parda.
Observa a los niños, la mayoría están muy felices.
Observa a los adultos, la mayoría están quemados.
¿Son o no son unos genios los enanos?"
...
Me quedé dudando.
Luego me miré la cara en el espejo, y salí de dudas.
Me pareció que el señor tenía razón.
¿Y no te sentiste como un jugador de fútbol profesional a punto de fichar por el Zaragoza? Todos esos cables en tu torso con esa ridícula malla.
Ya te imagino allí pedaleando y la prensa gráfica (¡cómo nos complicamos para no decir fotógrafos!) haciendo fotos sin parar.
El titular: Modestino pasa la revisión médica. Huesca, 22 de junio de 2011. El delantero italiano Modestino, pasó ayer las pruebas médicas del Zaragoza en la Clínica Altoaragón de Huesca ...
Ya se ve que tu corazón está jovencísimo, y me alegro muchísimo. Para disfrutar y alegrarse con los niños hay que tener el corazón hermoso y grande.
Los mayores nos volvemos gruñones y cascarrabias,con el corazón reseco y encogido y suelen molestar los niños y su bullicio.
¡Gracias, Modestino! Y de verdad que me alegro de que todo esté bien.
Mariapi, con los años te vuelves egoistón, y a veces no estás a la altura; por eso me alegré de comprobar que soy capaz de valorar estas cosas, porque no siempre me he descubierto jovial ...
Driver: el razonamiento me aprece antológico, muchas veces solamente se trata de dejarnos s nosotros mismos ser como somos.
Pater, las canas y la barriguilla impiden que cuele la foto del delantero: precisamente en esa misma clínica coincidí una vez con buena parte de la plantilla del Huesca que se hacía la revisión médica y la comparación era verdaderamente odiosa: unos auténticos críos.
Querido Modestino:
Lo primero manifestarte mi alegría por tu buen estado de salud ¡felicidades! y liuego comentarte que el post de hoy es una maravilla, ¡el último párrafo hasta me ha emocionado!
A mí me encantan los niños y ahora que mis hijos han crecido ¡los echo tanto de menos que estoy deseando ser abuela!
Muchas gracias por esta lectura tan grata.
Un abrazo
Asun
Serías la abuela más guapa de España, sin duda.
Los niños son lo unico autentico y espontaneo del ser humano.Despues ya llegara el tiempo y la vida para cambiarlos.
"En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: "¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?"
Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos
y dijo: "Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos.
El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo"
mateo, 18, 1-5
Me alegro de que tu corazón esté bien. El mío te lo estás ganando con estas entradas tuyas.
María
Intentaremos seguir manteniendo el tipo :). Un saludo!
El martes me puse "malisma" y fuí al médico; en mi pueblo la sala de espera es compartida; los niños enfermos gozaban de una vitalidad desbordante saltando entre sus madres, abuelos, tias, los que entran a por recetas y los que piden vez para la enfermera...
El médico que sale a decir/gritar que el que no tenga número; para mañana... (es decir todos los presentes pero no se va nadie)
Mi prueba de esfuerzo -y eso que adoro la santainfancia- fue, a un niño de sobre un año y pico que llevaba una zapatillas que pitaban al caminar no suplicarle que se descalzara.
De verdad que cuando la madre se saca la teta y el niño la toma de pie pensé... solo falta Fellini con la cámara.
Efectivamente, menuda escena surrealista!. Cuídate Veronicia.
:))))))
Yo últimamente me fijo mucho en los peques... son la salsa de la vida... mmm, en el fondo arrastro una morriña importante porque diminuta no es tan diminuta ya.... aunsssss
... y no hago más que fijarme en diminutosssss.... ainsssss
Preciosa entrada.
... Y bueno, que eso es lo que tiene tener denominación de origen... cardiaco... jajajaja, todos los años la ITV.
Te ficharon amigo!!!!!
Un abrazo muyyyy fuerteeeee.
La ITV sí, y las correspondientes sanciones si no la pasas.
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