Mina Mazzini es una auténtica leyenda de la canción italiana; aunque hayan sido los británicos quienes se han erigido como los reyes de la música, a lo largo de las décadas más doradas y románticas de la música -años 50, 60, 70- Italia ha rivalizado con Francia a la hora de lanzar a la fama a primeros espadas de la canción, y así nombres como Sergio Endrigo, Doménico Modugno, Ornella Vanoni, Adriano Celentano, Iva Zannichi, Pino Donaggio y unos cuantos más brillaron en su día con luz propia en el firmamento musical, con eventos tan importantes como el festival de San Remo. Mina fue sin duda una de las mejores, con una voz magnífica y una personalidad y una fuerza espectaculares.
Mina fue una cantante que arrasó en su momento, y eso que sufrió una serie de vetos, como el de la RAI, que durante dos años omitió cualquier referencia a ella por haber tenido un hijo con el actor Corrado Pani sin haber pasado por el altar: eran otros tiempos y pasaban estas cosas. Aunque nació en un pequeño pueblo de Lombardía - Busto Arsizio- creció en Cremona, lo que le valió el apelativo de "tigresa de Cremona", algo que dice mucho de la fuerte personalidad de la cantante. Hace más de 30 años que el rostro de Mina no aparece en los medios de comunicación, se retiró a Lugano, se nacionalizó suiza y se dedicó a producir y grabar discos, pero no ha querido saber nada más de la prensa.
Las canciones de Mina son canciones vitales, que hablan de amor, de pasiones; interpreta con rotundidad, convencimiento y, fundamentalmente, buen gusto. Es de esas intérpretes que se come el escenario. Recuerdo muy especialmente una interpretación de "Parole, parole" junto a Adriano Celentano -ya apareció por estos lares- absolutamente espectacular. Hoy traigo “Grande, grande, grande”, una canción que habla, como tantas otras, de amor, un tema del que en su día se hicieron un montón de versiones diferentes en todos los idiomas.
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