7 de diciembre de 2009

El drama de Chamberlain



Neville Chamberlain nació en Brimingham en 1869 y fue Primer Ministro británico entre el 28 de mayo de 1937 y el 10 de mayo de 1940; y fue famoso por su política de apaciguamiento con respecto a la Alemania nazi y la Conferencia de Múnich de 1938.

En el ABC de ayer leí un amplio y estupendo artículo de Fernando García de Cortazar titulado "El castigo de la historia"; dicho artículo se extendía en muchas cuestiones relativas a diversos errores políticos cometidos a lo largo de la historia, pero hoy quiero mencionar una referencia concreta al político conservador inglés: "Es el destino de Neville Chamberlain, que mientras Churchill alertaba un año sí y otro también, un mes sí y otro también, sobre la siniestra amenaza de la Alemania nazi y las exigencias de Hitler, abrazaba el pacifismo y postulaba que para evitar problemas y, Dios no lo quiera, una guerra, había que apaciguar al Führer. Chamberlain murió enseguida, poco después de que el jerarca nazi comenzara la guerra más devastadora que ha conocido el mundo, aplastado por la conciencia de su insondable ceguera".

No creo que haya que ser inmisericorde con un hombre que tenía buena voluntad y que ya hace casi setenta años que rindió cuentas ante Dios y la Historia, pero me parece que cabe aprender la lección que reflejan las palabras del autor del artículo mencionado. El pacifismo es atractivo, y ejemplos formidables y solventes de su ejercicio están en la mente de todos: Gandhi, Nelson Mandela, ... pero pienso que son de temer determinadas posturas que pueden suponer no enfrentarse de cara con el problema, dejarse engañar por los habituales lobos vestidos de cordero o, simplemente, airear como verdades incontestables posturas que no son más que slogans superficiales o vacíos.

En el mundo nos enfrentamos a amenazas que no son precisamente ni livianas ni improbables; el terrorismo islámista, por ejemplo, es una realidad que pone los pelos de punta solamente con pararse un poco a meditar sobre lo que sabemos y sobre lo que intuimos, sobre las cosas que han pasado y las que pueden pasar. Y frente a una amenaza de esta naturaleza uno siente cierto estremecimiento ante esa doble tentación que, al menos en apariencia, parece sobrevolar algunas mentes de los políticos más importantes: el descuido de los argumentos de defensa y ataque y cierta condescendencia que hace intuir algún signo de debilidad.

Con demasiada frecuencia asoma el electoralismo, o lo que es lo mismo, la realidad de que la necesidad de mantenerse en el sillón condiciona posturas, criterios y decisiones. Cada vez quedan menos hombres de Estado, como lo fueron, con sus errores, que los tendrían, Winston Churchill, Franklin E. Roosevelt, Konrad Adenauer, Charles de Gaulle o Alcide de Gásperi. ¿Qué buscan algunos?, ¿la palmadita en la espalda?. ¿no enfrentarse con nadie?, ¿un puesto en la historia entrando por la gatera?, ¿un Nobel de la Paz demasiado barato?. Los poderosos del mundo tienen que administrar su poder en servicio de los demás, no son modelos que lucen en la pasarela, ni estrellas de Hollywood en busca de glamour y estatuillas, ni siquiera banqueros ansiosos de dominio; son servidores del resto de ciudadanos y eso exige responsabilidad, visión elevada de las cosas y disposición a sacrificar lo propio en beneficio del grupo.

Chamberlain parece que no midió el peligro latente en las decisiones y los planteamientos de los dirigentes nazis, que no supo calibrar las consecuencias que una ideología tremenda iban a traer al mundo, algo que a posteriori nos parece hoy de Perogrullo; no tuvo previsión, no supo percibir globalmente el problema y el futuro y no calculó ni tiempos ni distancias. Confiemos en que quienes ostentan hoy las máximas responsabilidades no caigan en la ingenuidad, la imprevisión y la torpeza.


8 comentarios:

ana dijo...

Recalcas algo lamentable; la falta de coherencia. Hoy nos gobiernan personas sin un ideal claro, sin un bagaje histórico, sin unos conceptos claros... todo cambia según se necesite o no para mantenerse en el "candelabro", en la silla del poder.

Incoherencia absoluta que les hace caer en verdaderas perplejidades. hace poco leí una entrevista a Francisco Sosa Wagner, Catedrático de Derecho Administrativo en la Universidad de León, en la que este respondía ante la actualidad de la izquierda española...

“La izquierda nunca ha tenido esas veleidades. Jamás en Europa ha sido así. Esto que mantiene la izquierda entre comillas de que cuanta más descentralización más progre soy y más pegatinas me pongo, es lo que yo combato abiertamente. Me niego a aceptarlo, porque un planteamiento así sólo puede justificarse por la desorientación ideológica de la izquierda”.

http://elblogdejaviercaraballo.blogspot.com/2007/02/francisco-sosa-wagner-reflexiones.html

Modestino dijo...

Pienso que le desorientación ideológica es generalizada. En España tenemos una derecha acomplejada y caínita y una izquierda superficial cargada de mediocres.
Al final la historia no tiene piedad con los que no han estado a la altura.

FRANK dijo...

Hola, Modestino! Extraordinario el artículo; me encanta la historia que cuentas y la reflexión que haces sobre la forma de hacer política de algunos. Me emociona mucho las personas que se enfrentan contra lo políticamente correcto.

Yo primero lo haría siguiendo una estrategia, luego intentaría presionar de alguna manera y al final no me quedaría otra que la lucha. No tengo conocimientos suficientes para analizar la etapa histórica que le toco a Neville Chamberlain, pero intuyo que intentaba evitar lo que realmente era inevitable.

Un abrazo

annemarie dijo...

Chamberlain, como tantos en Inglaterra y en Francia, (más tarde llamados “Hombres Culpados”) quería evitar una guerra como la de 14-18. Gente con la visión de la Historia y el sentido instintivo de Estado como Churchill es muy infrecuente, y cada vez más se aleja de la política, por eso mismo – nada más lejos del servicio publico y de una perspectiva larga de la Historia que los gobiernos que conocemos, que son poco más que grandes centrales de negocios a corto plazo – él de la duración de las legislaturas.

Modestino dijo...

En la política actual hay mucho personaje acomodado, demasiado mediocre que ha sobrepasado su techo.

Jorge Orús dijo...

Muy acertada tu reflexión. También creo que no hay que ser inmisericorde con Chamberlain, entre otros coetáneos, porque a veces parece que la guerra la provocó él. En sus memorias de guerra, Churchill es muy elegante con su antecesor pese a sus desaciertos. Ya no aspiro a que nos gobiernen "hombres de estado" como los que mencionas. Echo de menos incluso los líderes europeos de hace dos décadas, independientemente de partidos a los que pertenecían. Tal vez me esté volviendo mayor.

Modestino dijo...

Todos nos volvemos mayores, pero puestos a echar de menos a mí me pasa lo mismo: Helmut Schmidt, Helmut Kohl, Margaret Thatcher, Miterrand, ... hasta Suárez y González.

veronicia dijo...

Si vis pacem, para bellum.
La asignatura de Historia debería ser obligatoria y no debería estar manipulada (o politizada)... para que puedan existir verdaderos ciudadanos y no meros votantes manipulables.
Lo mas curioso es que esta postura pacifista solo la entona Europa... y dos reflexiones; primera si salimos un poquito de nuestra burbuja veremos la envidia y el odio que despertamos por el mundo de ahí esas ganas de arrastrarnos a la edad media; y segunda todos los gobiernos no son democracias occidentales hay dictaduras que no le rinden cuentas a nadie.
Gracias por tu entrada...