17 de abril de 2009

Libros de viajes

Hace años que me he convertido en un lector empedernido; pero posiblemente me convendría ir encauzando mi afición para llegar abarcar más posibilidades en mis lecturas, para ser, en definitiva, además de aquello, un lector equilibrado. Entre el campo de lectura que no he cubierto suficientemente está el de los libros de viajes, y es una lástima porque se trata de un tipo de libros que aporta mucho: cultura, amenidad y visión universal, entre otras cosas.

En mi anaquel de libros "a la espera" se encuentran un par de ellos: "El Danubio", de Claudio Magris, ´la crónica de una viaje por la Europa Central que me recomendaron haca casi veinte años y aún sigue pendiente y "El río de la desolación", de Javier Reverté, que narra un viaje del autor por el Amazonas que a punto estuvo de costarle la vida por causa de la malaria.

Los libros de viajes, evidentemente si están bien escritos, son como una ventana abierta al mundo, y éste es tan grande, tan variado, tan interesante que se convierten en un pozo sin fondo de historias apasionantes, costumbres increíbles y descripciones maravillosas. Un ejemplo brillantísimo de estos libros es "El corazón de las tinieblas", de Josep Conrad, en el que se narra en primera persona el viaje por el río Congo de Marlow, un capitán de barco mercante, relatando el ambiente de los buscadores de marfil, donde reina la explotación y la corrupción más terribles; esa oscuridad que bautiza el libro tiene un aspecto tanto físico como moral.

También un viaje por África relata en "Ebano" Ryszard Kapuscinski; en él adentra al lector en la compleja realidad de África, con las guerras, miseria e injusticia que atraviesan su historia y lastran su presente. Posiblemente la obra cumbre del autor, ganadora del Premio Viareggio, entre otros galardones. Kapuscinski va recorriendo diversos países africanos, los más pobres, y se introduce en vivo y en directo entre sus habitantes, mamando sus situaciones, sintiendo en su propia carne la pobreza, la absoluta falta de todo de estas gentes, a la vez que su maravillosa capacidad de mantener la alegría y las ganas de vivir. Leer "Ebano" fue en su día un todo un placer. Kapuscinski, que ganó el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2003, tiene otros libros recomendables como "El Imperio", acerca del derrumbamiento de la Unión Soviética y "Viajes con Heródoto" sobre la India.

Hace unos años leí "Ventanas de Manhattan", de Antonio Muñoz Molina, en el que el autor español nos cuenta como vivió unos meses en Nueva York, adentrándose en los rincones más variados de la gran manzana, llenos de contrastes. "Nueva York esconde tantas caras como ventanas exhibe: las de los decorados de los musicales de Broadway, las de los edificios iluminados del otro lado de Central Park, las que cayeron con las Torres Gemelas aquel 11 de septiembre, las tachadas con tablones en el reverso sombrío del Bronx o de Harlem. La ventana es el marco de una pintura de Hopper, una acuarela de Katz, la presencia ausente en una película de Hitchcock o la literatura de Cheever, el eco del jazz de Duke Ellington o John Coltrane."

La búsqueda de las fuentes del Nilo constituye una de las grandes epopeyas de la exploración del siglo XIX. El "Nilo Blanco" es un auténtico clásico de los libros de viajes en el que Alan Moorehead revive los episodios más notables de esta aventura. Desde la primera expedición emprendida por Richard Burton y John Hanning Speke, hasta el famoso encuentro en Stanley y Livingstone; la construcción del canal de Suez, el nombramiento del general Gordon como gobernador de Sudán y su trágico fin, así como las disputas entre los poderes coloniales, que se saldó con la primacía británica sobre gran parte de África Central. Este libro se complementa con "El Nilo azul", del mismo autor.

Me han dicho que son también también los libros de Manu Leguineche, aunque he de reconocer que solamente he leído de él "Los años d ela infamia", que no es propiamente de viajes, con títulos tan atractivos como "Yugoslavia kaputt" (1992); "Adiós, Hong-Kong" (1996), "Apocalipsis Mao: una visión de la nueva China" (1999) y "Madre Volga" (2003), este último que narra un viaje a través del Volga por la Rusia del siglo XX.



6 comentarios:

tommy dijo...

Cuando hablas de "El corazón de las tinieblas" no puedo evitar acordarme de que su argumento sirvió de base a una peliculita de hace ya algunos años que se llamaba "Apocalypse now"; ¿la recordáis?
También Gutiérrez Aragón hizo su versión de la misma novela de Conrad en "El corazón del bosque", pero... vamos a decir que no era tan buena como la de Coppola.

Suso dijo...

Soy un auténtico fósforo de los libros de viajes. Reverte,Javier, no Arturo,los tiene muy buenos:buena literatura y guiños geniales.

En su día hubo una colección, en nuestra generación,ignoro si era editorial Molino- de tapas amarillas- dedicada por entero a viajes, descubrimientos, proezas en el mar o en la montala, que era estupenda.

Un género que vale la pena cultivar.

sunsi dijo...

Pasaba por aquí para saludar.No comento tu post. ¿Qué puedo aportar a "un lector empedernido"? Sólo leo y aprendo, como siempre.

Un saludo

annemarie dijo...

He terminado "Un libro de historias de viajeros" de Eric Newby, un viajero empedernido. :)) Está organizado por zonas del planeta, lo que es muy interesante, porque se cruzan épocas muy distintas en los mismos sitios.


Mejor que los libros de viajes? Sólo viajar :)) Dice él: "Vete ahora. Vete ahora y ganarás algo que nadie podrá quitarte jamás".

Rosaura dijo...

La verdad es que no he leído ningún libro de ese género y tampoco he viajado mucho, aunque las ganas no me faltan, ójala tuviera más tiempo y dinero para poder hacer maravillosos viajes, creo que viajar es una de las cosas que más puede aportar a una persona.

Modestino dijo...

Efectivamente, viajar aporta mucho, no solamente porque permite ver cosas nuevas, disintas y, con frecuencia, espectaculares, sino porque nos sirve para comprobar que hay vida mas alla de nuestro pueblo y nuestras cuatro paredes.

Hay quien opina que el nacionalismo exacerbado se cura viajando.