24 de abril de 2009

El penalty de Panenka



El polémico partido que disputaron el pasado martes Real Madrid y Getafe ha hecho correr ríos de tinta por la tremenda agresión del central brasileño del equipo merengue Pepe al getafense Casquero, pero no fue menos importante la tremenda pifia de éste cuando con el partido empatado y a falta de cinco minutos para el final se le ocurrió lanzar el la pena máxima "a lo Panenka". Los zaragocistas ya recordamos que en la final de la última edición del trofeo "Ciudad de Zaragoza", Javier Casquero, un pedazo de jugador por cierto, ya había hecho lo mismo en la tanda que dio finalmente el título a su equipo, esta vez con acierto. A lo mejor, las jóvenes generaciones de aficionados al deporte rey ignoran que quiere decir eso de un "penalty a lo Panenka".



Antonin Panenka fue un futbolista checo que jugó al fútbol en la década de los 70; jugaba en la media y se trataba de un hombre técnico y algo lento. Su equipo de siempre fue el Bohemians de Praga, del que por cierto es ahora el presidente. Pasó a la historia por formar parte de la selección checoslovaca que ganó, contra todo pronóstico, la Final de la Eurocopa de selecciones del año 1976. La citada final, entre Alemania y Checoslovaquia había acabado con empare a dos y en la prórroga no se había movido el marcador. En la tanda de penaltis, tras haber marcado cuatro los checos y fallado el último Uli Hoenness, Panenka se acercó a la pelota y un instante antes de golpear el balón se dio cuenta de que Maier, el mítico portero alemán, se estiraba hacia el lado izquierdo. El centrocampista checo conectó con la punta de la bota la parte inferior de la pelota que se levantó un par de metros haciendo una vaselina. El balón acabó entrando lentamente por el centro de la portería, sin que el meta alemán, que ya estaba en el suelo, pudiera hacer nada para reaccionar.

El triunfo de la selección checa fue toda una hazaña en una época en la que parecía que todo lo ganaban los equipos de la Europa occidental, especialmente los alemanes. La fase final, a la que llegaron los citados finalistas más Holanda y la selección anfitriona, se celebró en Yugoslavia y la final en el Crvena Zvezda Stadium de Belgrado. Alemania se presentaba como la gran favorita y había vencido a los yugoslavos en semifinales por 4-2, tras remontar un 0-2 e imponerse en la prórroga; la alineación que presentó ante los checos tenía a casi todos los que habían ganado el Mundial hacía dos años (Beckenbauer, Vogts, Bonhof, Maier, ..) con los cambios del lateral zurdo Dietz en lugar de Paul Breitner, el veterano Wimmer por Overath, el zurdo Beer, su nueva estrella, en el puesto de Grabowski y el goleador del Colonia Dieter Muller ocupando la plaza del Torpedo Muller. Ya entonces valía eso de que el fútbol consistía en un juego en el que siempre ganaba Alemania.

El juego Checoslovaquia sorprendió desde el inicio del Campeonato; con un conjunto que practicaba un fútbol serio y ordenado, su juego poseía una imaginación y una técnica que superaban a la mayor potencia y fortaleza germana. Por encima de todos destacaba el bloque, pero cabe citar como estrellas del equipo, en primer lugar, al mítico portero Viktor que ya había defendido la meta de su país en el Mundial de Méjico-1970 y siempre defendió al Dukla de Praga y al defensa Ondrus, un central poderoso que militaba en el Slovan de Bratislava; pero las grandes estrellas de los centroeuropeos jugaban mucho más adelantados y junto al héroe Panenka hicieron un campeonato excepcional el interior izquierdo Marian Masny, un 10 clásico que jugaba en el Slovan de Bratislava y Zdenek Nehoda, un delantero que jugaba por la izquierda, compañero de Viktor en el Dukla y que fue considerado el mejor jugador checo de la época, un auténtico lujo de futbolista.

Los checos salieron enchufados en el encuentro final y barrieron a sus rivales en los primeros 25 minutos, marcando dos tantos por medio de Svehlik (8') y Dobias (25'), pero cualquiera que sepa algo de este deporte es consciente de que históricamente la selección de Alemania "nunca se rinde", algo que volvió a demostrar en esta ocasión. Así, Dieter Muller, un panzer que ya había marcado tres tantos a los yugoslavos, acortó distancias antes de llegar al descanso (28') y, a pesar del excelente juego checo, el extremo del Eintracht de Franckfort Bernd Holzenbein acabó empatando el partido cuando se cumplía el minuto 90: una vez más los teutones apelaban a la épica. Algunos pensamos que con el golpe del empate final los checoslovacos se iban a hundir y los germanos impondrían su experiencia y fortaleza y volverían a llevarse el trofeo, como habían hecho en la Eurocopa del 72 ante la URSS y en el Mundial del 74 frente a la "Naranja Mecánica" holandesa, pero aquéllos aguantaron el chaparrón y consiguieron llegar a la tanda de penaltis con pocos sustos. En los penaltis apareció la magia de Panenka; después de que marcaran Masny, Nehoda, Ondrus y Júrkemik para los checos y Bonhof, Flohe y Bongartz para los alemanes, Uli Hoeness, una de las estrellas teutonas, lanzó el balón a las nubes, mientras que Panenka tuvo la sangre fría de hacer lo que hizo, dejar a toda Europa con la boca abierta y darle el título por vez primera a su país.




A partir de entonces Antonin Panenka dio nombre a un modo de lanzar el penalty, al igual que Belauste bautizó la furia española o Dick Fósbury una nueva forma de saltar la altura. Zinedine Zidane, treinta años después, hizo lo mismo cuando tuvo que asumir la responsabilidad de lanzar el penalty con el que el árbitro de la Final del Mundial de 2006 había castigado a Italia: el balón dio en el larguero y acabó entrando por un palmo; al final no serviría para nada, pero la estrella de la selección gala también demostró tanta maestría como audacia.


3 comentarios:

Brunetti dijo...

Según los mentideros futbolísticos, a esta forma de lanzar un penalty se le denomina, a partir el pasado martes, "El penalty Casquero". Dicen que, para los chavales que están aprendiendo a jugar, es mucho más ilustrativo.

Salud y suerte en el fortín (o caja de herramientas) de Ipurúa.

Alberto dijo...

Hace falta mucho valor para lanzar un penalty a lo Panenka. Si te sale bien te llamarán genio pero como te salga mal, como le pasó a Casquero, puedes convertirte en un bufón circense.

La final entre Alemania y Checoslovaquia de la Eurocopa es la primera de las que recuerdo imágenes de las muchas que he visto a partir de entonces. Y la imagen que más recuerdo, como es lógico, es la del penalty de Panenka.

Modestino dijo...

El fútbol es así y puedes pasar de la gloria al averno según la suerte o el mayor o menor acierto.

No obstante, lo de Casquero me pareció una frivolidad ... aunque de ser así también lo fue lo de Panenka y pasó a la historia; si no hubiera tirado así el penaltyu seguramente nadie se acordaróa de él .... aunque si lo hubiera fallado, puede que también fuera recordado ....