24 de agosto de 2012

Sin ánimo de ser reiterativo ...


... aunque me temo que estoy siéndolo, pero no lo puedo evitar. Ocurrió el pasado martes cuando regresaba del trabajo, a esa hora cierran unos cuantos establecimientos y ella, joven, tímida, discreta, ... salía de cumplir su horario laboral en el suyo, que quedó cerrado, con la persiana bajada y cada "mochuelo" regresando a su "olivo". En la acera de enfrente le esperaba su novio, su compañero de fatigas y a partir de ahí se le fue cualquier preocupación por la opinión ajena -gracias a Dios añadiría yo- y se le colgó del cuello, con tanta pasión como fineza, con un amor que se podía cortar, y quienes andábamos cerca, al menos quien ésto escribe, intentamos compaginar lo mejor posible la discreción y el respeto a la intimidad ajena con el deseo de contemplar una escena que era enormemente bella, muestra de  la ilusión de la juventud que disfruta su momento, de una alegría envidiable, de una esperanza a la que no quiere renunciar.

La escena no tenía nada de original, la hemos visto en la tele, en el cine ... y también en la vida, pero tal vez andemos en tiempos convulsos y ahora uno anda más acostumbrado a otras actitudes, a otras reacciones. Reconozco que me dieron envidia los dos protagonistas, esa recíproca efusión de cariño, que no rechinaba, que era elegante, pero fue una envidia sana, porque no les quería quitar nada, simplemente claudiqué a disfrutar de la suerte de quien tiene alguien que le espere, y que lo haga de ese modo: y envidié a ambos, porque allí nada era forzado. Fue el abrazo de la ilusión, de la esperanza, del sentimiento, de  un futuro que se inicia, ... del amor,  ... un abrazo al que es bueno aspirar, que no tiene ni una resma de maldad, de pecado.

Y juntos, enganchados por el cariño, se dirigieron a un vehículo, disfrutando del momento, olvidando las espinas que, como cada cual, existirán en sus vidas, exhibiendo, no me cabe duda, la belleza y la bondad de quien sabe amar; y el coche partió, imagino que a lo de cada día, a lo de siempre que el amor mutuo consigue que no sea rutina, cosa ordinaria. Y yo, bajo una canícula que amodorraba, seguí mi camino, haciendo como que no veía nada, porque estas cosas hay que dejar vivirlas sin interferencias, sin observaciones, y procuré aprovechar mi momento, y disfrutar con la visión, casi la simple intuición de algo tan sencillo como el que dos personas se quieran.

9 comentarios:

Susana dijo...

Yo también sonrío por dentro cuando veo una pareja que se abraza en la calle. Parece que el amor ya no está de moda. Ahora todo es pasión o reglas igualitarias. Pero por suerte el amor no entiende de modas. Un beso.

Modestino dijo...

Vete a saber qué pasará con los años, pero de entrada me encantó esa al menos apariencia de ausencia de cálculo, afecto sincero, ...

Driver dijo...

Cuanto más vivo, más sencilla se me muestra la belleza y la esperanza.
Cuanta más basura se echa a una institución sagrada, más brillantes se me antojan sus colores, nítidos y resplandenciente.
Cuanta menos esperanza se dislumbra, más egoísmo se desarrolla, más ácido se muestra el futuro, más bella se presenta la sencilla humanidad.

La vida es un regalo enorme, de cuya sencilla estructura, su limpio andamiaje, su arbólea composición natural, nos olvidamos frecuentemente ante el ruido que produce la misma sociedad.

El primer paso, como siempre, saber mirar el fondo, deleitarse con la forma y trascender el ámbito rutinario.

El premio no puede ser más lucrativo.

Toneladas de esperanza.

El combustible vital.

Modestino dijo...

Me quedo ... me quedo con tdodo: grande Driver!, pero sobre todo con el concepto de "combustible vital", un buen propósito ir buscando gasolina por la vida.

Brunetti, aguafiestas dijo...

Siento recordarte que, por lo general, el amor entra por la puerta y sale escopeteado por la ventana (o por la chimenea, si la hubiera).

Pero, mientras tanto, que les quiten lo bailado a tus protagonistas....

Salud!

Modestino dijo...

Consciente soy Brunetti, con frecuencia es corto y raudo el camino de la ternura al odio, pero vamos a confiar en el éxito de estos mozos, a ella le conozco y se lo merece.

dolega dijo...

El amor y la ilusión, son sensaciones que a la vista se agradecen hoy en día, donde la frustración y la mala leche se apodera de todo.
Saludos

Modestino dijo...

Puies sí, ya va siendo hora de aparcar pesimismos, amiga.

Anónimo dijo...

Que nostalgia! Perderse en un abrazo.